Nota de los editores.

- Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho

17 de febrero de 2024

Tomo 1 - Carta a Akimoto


HE recibido las treinta vasijas cilíndricas y los sesenta platos que usted tuvo la gentileza de enviarme.

Una vasija es un tipo de recipiente. Porque la gran tierra tiene concavidades, puede contener agua; y porque el cielo azul es puro, la luna brilla en él. Cuando asciende la luna, el agua refulge con luz pura; y cuando cae la lluvia, las plantas y los árboles florecen.

Una vasija es cóncava como la tierra, y puede contener agua en su interior, del mismo modo que esta se almacena en un estanque. Y el reflejo de la luna flota sobre la superficie del agua, del mismo modo en que el Sutra del loto impregna nuestro ser.

Pero toda vasija está expuesta a tener cuatro defectos. El primer caso es el de la vasija invertida o tapada, que sucede cuando es puesta boca abajo o se le cubre la boca con una tapa. El segundo caso es el de la vasija rajada, por cuya grieta se escurre el líquido. El tercer caso es el de la vasija con impurezas, que hace que el contenido se contamine. Si la vasija está sucia, aunque se le vierta agua pura, esta se tornará inservible. El cuarto caso es el de la vasija que mezcla los contenidos. Si el arroz se mezcla en el interior con tierra, pedregullo, arena o suciedad, dejará de ser comestible.

La vasija, en este ejemplo, representa nuestro cuerpo y nuestra mente. La mente es una especie de recipiente, como también lo son la boca y las orejas. El Sutra del loto es el agua del Dharma de la sabiduría de Buda. Pero cuando esta agua ingresa en nuestra mente, podemos darla vuelta y hacer que se vuelque. O podemos impedir que entre cubriéndonos los oídos para no escucharla. O escupirla, decididos a no dejar que nuestra boca la entone. En tales casos, somos como la vasija invertida o tapada.

Por otro lado, aunque tengamos cierto grado de fe, tal vez recibamos malas influencias que la debiliten. En tal caso, terminaremos por abandonarla en forma intencional; o bien, por cada día que la mantengamos, la descartaremos durante un mes. En esos casos, somos como recipientes que pierden agua.

O quizá seamos la clase de practicantes del Sutra del loto que entonan Nam-myoho-renge-kyo con la boca en un momento dado, pero invocan Namu-Amida-butsu al minuto siguiente. Este caso es como mezclar desperdicios con el arroz, o agregarle arena y guijarros. Sobre eso advierte el Sutra del loto cuando dice: «Con el único deseo de aceptar y abrazar el sutra del gran vehículo y no aceptar una sola estrofa de los demás sutras».1

Las eminencias de hoy en día suponen que no hay nada malo en mezclar la práctica del Sutra del loto con otras prácticas ajenas; en su momento, yo, p.1060Nichiren, mantuve esta misma opinión. Pero el pasaje del sutra [que acabo de citar] no autoriza este tipo de ideas. Supongamos que una mujer, consorte de un gran rey, engendrara un hijo de sangre real, pero decidiera volver las espaldas al monarca y casarse con un plebeyo. En tal caso, se mezclarían la descendencia del rey con la del hombre común; como resultado, el cielo y las deidades tutelares2 retirarían su protección, y el reino quedaría expuesto a la ruina. Ese hijo de dos padres no sería rey ni plebeyo, sino un ser ajeno al mundo de los hombres.

Este es uno de los puntos más importantes que expone el Sutra del loto. La doctrina de la siembra, maduración y cosecha3 de la semilla es el corazón y la esencia del Sutra del loto. Todos los budas de las tres existencias y de las diez direcciones, en todos los casos, han logrado la Budeidad mediante la semilla representada por los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo. Las palabras Namu-Amida-butsu no son semillas de la Budeidad; tampoco pueden cumplir esta función los diversos mantras o los cinco preceptos. Hay que tener este punto absolutamente claro, porque corresponde al defecto de mezclar los contenidos.

Se considera recipiente perfecto a la vasija que no posee ninguna de estas cuatro fallas; es decir, que no está invertida, no pierde líquido, no está sucia ni mezcla los contenidos. Si los tabiques que rodean un foso no tienen filtraciones, el agua jamás se escurrirá. Y si el corazón de la fe es perfecto, el agua de la sabiduría, de la gran sabiduría imparcial, jamás se secará.

Ahora bien, las vasijas que usted me ha enviado son resistentes y gruesas, y, además, están recubiertas de pura laca. Simbolizan la firmeza y la tenacidad de su fe en el Sutra del loto.

Se dice que el rey celestial Vaishravana obsequió cuatro cuencos al Buda, y, gracias a ello, llegó a ser la deidad suprema de la buena fortuna en los cuatro continentes del mundo. La dama Virtud Pura ofrendó ochenta y cuatro mil escudillas al buda Rey del Sonido del Trueno Nebuloso, y dicho acto le permitió llegar a ser el bodhisattva Sonido Maravilloso. Usted, por su parte, ha obsequiado al Sutra del loto treinta vasijas y sesenta platos; ¿cabe alguna duda de que será un buda?

Al Japón se lo conoce con diez nombres distintos, como Fuso, Yamato, Mizuho y Akitsushima. Y se lo puede definir, también, como un país de sesenta y seis provincias y dos islas, que mide más de tres mil ris de longitud, y entre cien y quinientos ris de ancho. Se divide en cinco regiones, que rodean la capital, y siete zonas fronterizas; tiene quinientos ochenta y seis distritos, y tres mil setecientos veintinueve poblados. En cuanto a sus suelos, posee once mil ciento veinte chos de tierras de calidad superior, y ochocientos ochenta y cinco mil quinientos sesenta y siete chos de territorios de otras clases. Su población es de cuatro millones novecientos ochenta y nueve mil seiscientos cincuenta y ocho habitantes. Hay tres mil ciento treinta y dos santuarios, y once mil treinta y siete templos. Los hombres suman un millón novecientos noventa y cuatro mil ochocientos veintiocho, y las mujeres, dos millones novecientos noventa y cuatro mil ochocientos treinta.

De todos los hombres que hay en el país, debería considerarse a Nichiren, y sólo a él, como el más prominente. ¿En qué sentido lo es? En el odio que le profesan hombres y mujeres. Y la razón es que, aunque las provincias del Japón son muchas y sus habitantes, numerosos, todos tienen la misma actitud interior y todos invocan Namu-Amida-butsu por igual. Como el buda Amida es su objeto de devoción, aborrecen todas las otras p.1061nueve direcciones, salvo el oeste.4 Así pues, los que practican el Sutra del loto, los que siguen los procedimientos de la escuela Palabra Verdaderalos que observan los preceptos, los sabios y los necios consideran que todas esas disciplinas son secundarias y que el Nembutsu es su práctica primordial; por eso recitan el nombre de ese Buda, creyendo que así podrán expiar sus faltas. Algunos, entonces, lo recitan sesenta mil, ochenta mil o cuatrocientas ochenta mil veces, en tanto que otros lo hacen diez, cien o mil veces.

Pero yo, Nichiren, soy el único en sostener que la invocación del buda Amida conduce a renacer en el infierno del sufrimiento incesante; que la escuela Zen es un invento del demonio celestial; que la escuela Palabra Verdadera es una doctrina nociva que destruirá al país, y que tanto la escuela Preceptos como aquellos que observan los preceptos son traidores a la nación.

Como actúo así, todos, desde el soberano hasta la gente común, me temen más que a un enemigo de sus padres, un adversario de existencias pasadas, un conspirador, un salteador nocturno o un bandido. Se enfurecen, me insultan y me atacan. Los que hablan mal de mí son recompensados con tierras, mientras que aquellos que me elogian son expulsados de sus comarcas o castigados con multas; a la hora de dar prebendas, los beneficiados son los que quieren eliminarme. Como si esto fuera poco, en dos ocasiones fui objeto de la ira de las autoridades.5

Soy la persona más extraña que habita el mundo actual; pero, además, nunca ha habido alguien tan extraño como yo en los noventa reinos de los soberanos humanos,6 en los más de setecientos años transcurridos desde que las enseñanzas budistas comenzaron a difundirse en el Japón. Yo, Nichiren, soy como el gran cometa de la era Bun’ei (1264): una rareza celestial como nunca antes se había visto en el Japón. Yo, Nichiren, soy como el gran terremoto de la era Shoka (1257), una anormalidad terrestre como jamás había acaecido en este lugar.

Desde el comienzo de su historia, en el Japón ha habido veintiséis traidores. El primero fue el príncipe Oyama; el segundo, Oishi no Yamamaru, y así sucesivamente, hasta el vigésimo quinto, Yoritomo, y el vigésimo sexto, Yoshitoki. Los primeros veinticuatro hombres fueron abatidos por las tropas imperiales, que exhibieron sus cabezas en el portón de la cárcel o arrojaron sus cuerpos en las montañas para que allí se pudriesen. Pero los dos últimos lograron derrocar al soberano y tomaron el control absoluto de la nación; así llegó a su fin el régimen imperial.

Y sin embargo, la gran masa del pueblo no odia tanto a estos traidores como odia a Nichiren. Y si usted se pregunta por qué, yo puedo decírselo: el Sutra del loto afirma, en un pasaje, que es superior a todos los sutras.7 Sin embargo, el gran maestro Kobo declara que el Sutra del loto ocupa el tercer lugar,8 en tanto que el gran maestro Jikaku ubica el Sutra del loto en segundo término,9 y el gran maestro Chisho concuerda con Jikaku. Por ende hoy, cuando los sacerdotes del monte Hiei, del To-ji y del Onjo-ji ponderan el Sutra del loto, leen la frase que lo encumbra en el lugar primero, pero al leerlo interpretan que el Sutra del loto ocupa el segundo o tercer lugar.

Ni los nobles ni los clanes guerreros poseen conocimientos detallados sobre este tema. Pero, como así opinan los eminentes sacerdotes en quienes ellos creen, terminan compartiendo la misma visión que sus maestros.

En cuanto a los otros grupos, la escuela Zen se define como una enseñanza transmitida por fuera de los sutras,10 y esto la lleva a hablar despectivamente del Sutra del loto. La escuela Nembutsu p.1062afirma que «ni una sola persona en mil» puede salvarse a través de las demás enseñanzas11 y que «ni una sola persona ha logrado jamás la Budeidad»12 por su intermedio; con ello infiere que hay que abandonar el Sutra del loto, porque es demasiado elevado en comparación con el Nembutsu. La escuela Preceptos está integrada por doctrinas del Hinayana. El Buda no condonó la propagación de estas enseñanzas ni siquiera el Primer Día de la Ley, así que mucho menos aprobaría su difusión en el Último Día, dado que podrían confundir y desviar al gobernante.

Tres mujeres de la Antigüedad —⁠Ta Chi, Mo Hsi y Pao Ssu⁠— llevaron por el mal camino a los soberanos de tres dinastías13 y les hicieron perder el trono. De la misma manera, estas doctrinas perniciosas se propagan por todo el país y hacen que el Sutra del loto pierda el lugar que le corresponde. Como consecuencia, la Diosa del Sol y el gran bodhisattva Hachiman han abandonado a grandes soberanos como Antoku, Takahira y otros, que murieron ahogados en el mar o fueron desterrados a islas remotas. Y es así como, habiendo perdido la protección de las deidades celestiales, fueron derrocados por familias que durante generaciones enteras habían estado a su servicio. Depositaron su fe en hombres que eran enemigos del Sutra del loto; pero al no haber nadie que lo comprendiera, tampoco hubo forma de que los soberanos advirtieran su error. Efectivamente, como dice la frase, los hombres sabios pueden percibir la causa de las cosas, así como las serpientes distinguen los caminos de su propia especie.14

Yo, Nichiren, no seré sabio, pero así como las víboras entienden lo que piensa un dragón, y los cuervos saben pronosticar los buenos y los malos tiempos, yo fui capaz de prever el curso que tomarían los acontecimientos. Sabía que si me refería a esta cuestión, sería sancionado de inmediato, pero también que si callaba, caería en el gran infierno Avichi.

Para practicar las enseñanzas del Sutra del loto, hay que comprender tres principios. El primero concierne a los que denigran la Ley, como, por ejemplo, el monje Intención Superior, el monje Costa del Sufrimiento, el erudito Vimalamitra y el Gran Brahmán Arrogante. Estos hombres iban vestidos con las tres túnicas, sostenían a la altura de los ojos la escudilla de mendicante15 y observaban meticulosamente los doscientos cincuenta preceptos; pese a todo ello, como en realidad eran enemigos del Mahayana, terminaron cayendo en la gran ciudadela del infierno del sufrimiento incesante.

En el Japón de épocas recientes hubo hombres como KoboJikaku y Chisho, que observaron los preceptos como antes habían hecho esos monjes, y no les fueron en zaga en sabiduría. Pero como dijeron que el Sutra Mahavairochana —⁠la enseñanza de la escuela Palabra Verdadera⁠— ocupaba el primer lugar y relegaron el Sutra del loto a la segunda o tercera posición, si por ventura mi visión llegara a ser correcta, todos ellos han de estar ahora en la gran ciudadela del infierno del sufrimiento incesante.

Es, en verdad, temible decir cosas como estas; mucho menos debería uno atreverse a exponerlas por escrito. Pero ya que fue el Buda quien declaró que el Sutra del loto era supremo, si uno se enterara de que alguien le asigna el segundo o tercer lugar y, por miedo a los demás o a las autoridades, no dijera lo que debe, «en realidad es su enemigo»;16 es decir, estaría actuando como un temible enemigo de todos los seres vivos. Así lo establecen tanto los sutras como los comentarios, y es lo que me ha instado a expresarme con actitud resuelta.

Hablar sin miedo a los demás y sin flaquear ante la sociedad es lo que indica hacer el sutra cuando afirma: «No p.1063nos preocupan el cuerpo o la existencia; sólo vivimos pendientes del Camino insuperable».17

No es que uno haya olvidado las injurias y los ataques con palos y piedras que debió sufrir el bodhisattva Jamás Despreciar; no es que uno carezca de temor a la reacción de la gente. Sencillamente, es que la condena del Sutra del loto será mucho más severa. Así les sucedió a Sukenari y Tokimune,18 quienes, aun en el campo del sogún, actuaron como lo hicieron porque ansiaban vengarse de su enemigo, y la sola idea de no poder lograrlo les producía una vergüenza atroz.

Lo que acabo de expresar es el principio concerniente a los que actúan contra la Ley en forma individual.

En cuanto a las familias que denigran la Ley, puede que sus miembros pasen toda la vida sin oponerse al Sutra del loto. Pero, aunque lo practiquen a cada hora del día y de la noche, por el solo hecho de haber nacido en una familia detractora del Sutra, renacerán sin excepción en el infierno del sufrimiento incesante.19 Por ejemplo, todas las personas nacidas en la familia del monje Intención Superior o del monje Costa del Sufrimiento, o que fueron sus discípulos y seguidores laicos, cayeron, muy a su pesar, en el infierno del sufrimiento incesante. Otro ejemplo es la familia de Yoshimori. Sin contar a los que murieron en enfrentamientos armados, fueron exterminados todos, hasta los hijos que las mujeres del clan llevaban en su vientre, arrancados del útero materno antes de nacer.

Pues bien, yo, Nichiren, he mencionado a los tres grandes maestros KoboJikaku y Chisho, que han tenido la osadía de afirmar en sus escritos que el Sutra del loto representaba la región de la oscuridad, lo cual es una doctrina tan falsa como engañosa. Si lo que afirma el Sutra del loto es correcto, ¿qué cree usted que les sucederá a los sacerdotes del monte Hiei, del To-ji, del Onjo-ji, de los siete templos principales de Nara y, en definitiva, de los once mil treinta y siete templos de todo el Japón? Si nos atenemos a los ejemplos citados, no hay duda de que todos ellos caerán en la gran ciudadela del infierno del sufrimiento incesante.

Ese es el principio que concierne a las familias que actúan contra la enseñanza.

Luego, está el caso del país que denigra la Ley. Todos los habitantes de una nación donde abundan los detractores de la Ley —⁠absolutamente todos⁠— tendrán que caer en la gran ciudadela del infierno del sufrimiento incesante. Así como todas las corrientes de agua desembocan en el gran océano, del mismo modo, sobre ese país se abatirán los más diversos infortunios, abundantes como la hierba y los árboles en las montañas.

Cuando hayan acaecido, mes tras mes, las tres calamidades y, día tras día, los siete desastres, cundirán el hambre y la sed, y el país se convertirá en un reino de entidades hambrientas. Cuando las plagas y enfermedades arrasen la tierra, el país se transformará en un reino infernal. Cuando estalle la guerra, pasará a ser un reino de asuras. Y cuando los padres, hermanos y hermanas, ignorando sus lazos de sangre, se tomen unos a otros por marido y mujer, el país será un reino animal. En tales circunstancias, no hace falta esperar la muerte para caer en los tres malos caminos. Pues el país donde uno habite en vida, se convertirá en alguno de esos cuatro reinos.

Este es el principio concerniente al país cuya población actúa contra la Ley.

Los habitantes de este tipo de países son como los que vivieron durante el Último Día de la Ley del buda Gran Adorno, o en la época impura del buda Rey del Sonido del León. Y si es verdad lo que dice el Sutra sobre la forma de saldar las deudas de gratitud, la gente se alimentará con la carne de sus propios padres y p.1064hermanos fallecidos, o de cualquier otra persona muerta; y también comerá criaturas vivas.

Así es el Japón actual; el país está poblado de gente que come carne humana, como los maestros de la escuela Palabra Verdadera, los sacerdotes de la escuela Zen y los que observan los preceptos. Y esto es consecuencia, pura y exclusivamente, de las falsas doctrinas que expone la escuela Palabra Verdadera.

Ryuzo-bo es tan sólo uno de los incalculables antropófagos cuyo caso ha tomado estado público. Con una actitud muy semejante a la de él, la gente consigue carne humana y la mezcla con carne de venado o de jabalí; o la trocea y, mezclándola con pescado o carne de ave, la machaca o conserva en vinagre, para luego venderla. Es imposible calcular cuánta gente ya ha comido esa carne. Y si las cosas han llegado hasta este punto es porque los dioses celestiales y las deidades benevolentes que cuidaban y protegían el país han abandonado esta tierra. Finalmente, el Japón será atacado por otras naciones, sus habitantes terminarán peleando unos contra otros, y el territorio se convertirá en un verdadero infierno del sufrimiento incesante.

Yo, Nichiren, vengo observando desde hace tiempo estos graves errores y no deseo ser cómplice, pues temo las recriminaciones del Buda, tengo conciencia de mis deberes y deseo saldar la deuda de gratitud que he contraído con mi país. Así pues, anuncié y di a conocer todas estas cosas al gobernante de la nación y a sus habitantes.

El primero de los muchos preceptos es el que prohíbe matar seres humanos. Los cinco preceptos comienzan con el mandato de no quitar la vida; también empiezan con la prohibición de suprimir la vida los ocho preceptos, los diez preceptos, los doscientos cincuenta, los quinientos, los diez preceptos principales del Sutra de la red de Brahma, los diez preceptos inextinguibles del Sutra de la guirnalda de flores y los diez del Sutra del collar alhajado. Y de los tres mil castigos prohibidos por la escuela confuciana, la pena de muerte ocupa el primer lugar.

La razón es que «ni siquiera los tesoros de un gran sistema planetario pueden igualar el valor del cuerpo y de la vida»,20 lo cual significa que la vida no puede ser reemplazada por todas las joyas y los tesoros que hay en el gran sistema planetario. Quien mata una ínfima hormiga caerá en el infierno, por no mencionar a los que matan peces o aves. Quien corta una sola brizna de hierba caerá en el infierno; con mucha más razón, quien trocee cadáveres.

Así y todo, por severas que sean las prohibiciones de matar, se dice que si una persona actúa como enemiga del Sutra del loto, darle muerte es realizar un acto de mérito encomiable. En tal caso, ¿cómo podría ser correcto dar limosnas y sustento material a alguien así? Por esa razón, el rey Sen’yo ejecutó a quinientos maestros brahmanes, el monje Concreción de la Virtud dio muerte a innumerables detractores de la enseñanza correcta, y el gran monarca Ashoka ajustició a ciento ocho mil personas no budistas.

Ambos gobernantes fueron considerados los reyes más sabios de toda la tierra de Jambudvipa, y el monje, por su parte, fue reconocido como el más sabio de todos los que observaron los preceptos. El rey Sen’yo, tiempo después, renació como el buda Shakyamuni; el monje Concreción de la Virtud, como el buda Kashyapa, y el gran monarca Ashoka fue reconocido como un hombre que accedió al Camino.

Hoy, el Japón se asemeja a las tierras de estas figuras. Es un país donde, ya sea que las personas observen los preceptos, que los transgredan o que no tengan precepto alguno —⁠se trate de gobernantes, p.1065de ministros o de gente común⁠— todos se unen con un mismo propósito, que es actuar contra el Sutra del loto. La situación es tal que, aunque alguien se arrancara la piel y transcribiera en ella el Sutra del loto, u ofreciera su propia carne como limosna,21 el país de todos modos se condenaría a perecer, y hasta esa persona caería en el infierno por su gran transgresión. El único remedio es detener el avance de las escuelas Palabra Verdadera, Nembutsu y Zen, y de los que observan los preceptos, y consagrarse al Sutra del loto.

Los que saben de memoria los sesenta volúmenes de la escuela Tendai y son personas de sabiduría para el soberano y las autoridades, ¿alaban la escuela Palabra Verdadera y se unen a los seguidores del NembutsuZen y Preceptos porque falla su sabiduría o porque, aun a sabiendas de la situación real, temen la reacción de la sociedad? Su responsabilidad es cien y mil veces mayor que la de dichos seguidores, y bien podría comparárselos con Shigeyoshi o Yoshimura.22

El gran maestro Tz’u-en escribió Elogio a la profundidad del «Sutra del loto», obra en diez volúmenes donde ensalzó el Sutra del loto; pero así y todo, cayó en el infierno. Este hombre fue un discípulo descollante del maestro del Tripitaka Hsüan-tsang, a su vez maestro del emperador T’ai-tsung y, según dicen, reencarnación de Percibir los Sonidos del Mundo23 de los once rostros. El tema de sus escritos se asemejaba mucho al Sutra del loto, pero la esencia de ellos era idéntica a las enseñanzas anteriores al Sutra del loto; por esa razón, se precipitó en el infierno.

El gran maestro Chia-hsiang escribió el Tratado sobre la profundidad del «Sutra del loto» en diez volúmenes; en circunstancias ordinarias, eso lo habría condenado a caer en el infierno del sufrimiento incesante. Pero él descartó su forma personal de leer el Sutra del loto y se puso a las órdenes del gran maestro T’ien-t’ai, lo cual le permitió escapar de los tormentos infernales.

Hoy en día, los hombres de la escuela del Loto son como aquellos hombres de antaño. El monte Hiei debería ser un bastión del Sutra del loto, y el Japón debería ser un país consagrado a las enseñanzas del vehículo único. No obstante, el gran maestro Jikaku usurpó el priorato de la escuela que debería haber estado dedicada al Sutra del loto y actuó como un prior de las enseñanzas de Palabra Verdadera; y los tres mil sacerdotes de dicho monte lo siguieron como discípulos.

El gran maestro Kobo robó a la escuela del Loto la lealtad del emperador Saga, quien antes practicaba estas enseñanzas, e hizo del Palacio Imperial un templo de la escuela Palabra Verdadera.

El emperador Antoku, que respetaba como maestro al prior Myoun, hizo que este realizara conjuros para derrotar a Yoritomo, ministro de la Corte. Sin embargo, ambos fueron castigados por el general de la Derecha Yoritomo; pero, además, el emperador Antoku murió ahogado en el mar occidental, y Myoun fue ejecutado por Yoshinaka.

El soberano Takahira convocó al administrador sacerdotal Jien, prior de la escuela Tendai, y a otros eminentes sacerdotes del To-ji, de Omuro y de otros templos —⁠cuarenta y un hombres en total⁠—; los hizo erigir un gran altar en el Palacio Imperial y realizar conjuros para someter a Yoshitokiadministrador actuante del sector oeste de la capital. Pero a los siete días, el décimo cuarto día del sexto mes, la capital fue tomada por las tropas de Yoshitoki; los soberanos24 fueron desterrados a la provincia de Oki y a la isla de Sado; el prior y el prelado de Omuro,25 al igual que los demás, recibieron duros castigos, y en algunos casos, el disgusto les valió la muerte.

La población de nuestra época no alcanza a comprender el verdadero p.1066origen de estos acontecimientos. Y la única causa es que confunden la superioridad del Sutra del loto con la del Sutra Mahavairochana.

Y ahora, cuando el Japón se expone a ser atacado por el gran Imperio mongol, nos enteramos de que las autoridades piensan emplear las mismas doctrinas nefastas, con intención de derrotar a los mongoles mediante conjuros. Es algo que también confirman los registros a diario. ¿Cómo podría no angustiarse, entonces, el que comprende la verdadera situación?

¡Cuán trágico es que hayamos nacido en un país donde la gente denigra la enseñanza correcta y se condena a enfrentar semejantes tribulaciones! Aunque nosotros, en forma personal, no cometamos actos contra la Ley, ¿cómo eludir la retribución por pertenecer a una familia o a un país que sí lo hacen?

Si usted quiere evitar la censura por pertenecer a una familia donde se actúa contra la enseñanza correcta, hable con sus padres o hermanos de esta cuestión. Tal vez lo odien por decir estas cosas, pero cabe la posibilidad de que crean en sus palabras.

Si desea eludir la censura por vivir en un país que denigra la Ley, debe confrontar al soberano, aunque eso le valga la muerte o el destierro. «No nos preocupan el cuerpo o la existencia; sólo vivimos pendientes del Camino insuperable», dice el Sutra del loto. Y el comentario afirma: «Nuestro cuerpo es insignificante, pero la Ley es suprema. Uno debería dar la vida con tal de propagar la Ley».26

La razón por la cual usted no ha podido lograr la Budeidad en los incontables kalpas transcurridos desde el pasado hasta el presente es que, cada vez que se vio ante una situación como esta, el miedo le impidió decir lo que debía. Este principio también tendrá vigencia en el futuro.

Yo, Nichiren, comprendo estas cosas por todo lo que he debido sobrellevar. Pero aunque haya entre mis discípulos algunos que entiendan estas cuestiones, temen ser incriminados por esta sociedad; se aferran a su vida como algo seguro, cuando en realidad es efímera como el rocío, y por eso dudan de la fe, mantienen sus creencias ocultas o tienen actitudes de esta índole.

Un pasaje del Sutra del loto dice que ese sutra es «lo más difícil de creer y lo más difícil de comprender»;27 he aprendido el valor de esta frase por propia experiencia. Quienes actúan contra la Ley son numerosos como las partículas de polvo; los que creen en ella son escasos como la tierra que cabe sobre una uña. Los primeros son un inmenso mar, los segundos, una gota de agua.

En el monte T’ien-t’ai, hay una cascada de trescientos metros de altura, conocida como el Portal del Dragón. Allí, al comienzo de la primavera, se dan cita los peces con el propósito de trepar la catarata. El pez que logre ascender, así sea uno sólo en cien o en un millar, se convertirá en dragón.

La corriente de esa cascada es más veloz que una flecha o que el fulgor de un relámpago. Y ascender contra la corriente no es la única dificultad; a comienzos de la primavera, los pescadores se juntan en ambas orillas y arrojan cientos y miles de redes para atrapar los peces; les disparan flechas o, simplemente, los recogen con la mano. Pero además, también acuden águilas, halcones, milanos, lechuzas, tigres, lobos, perros y zorros, para capturarlos y devorarlos. De tal suerte, pasan veinte o treinta años sin que un solo pez consiga convertirse en dragón. Es como una persona pobre y sin alcurnia que sueña con ser admitida en el palacio del emperador o como una mujer de origen humilde que anhela ser la consorte real.

p.1067Comprenda, entonces, que depositar la fe en el Sutra del loto es aun más difícil que todo esto.

El Buda nos ha advertido una y otra vez que, si vemos a un enemigo del Sutra del loto y no hacemos nada por refutarlo, denunciarlo o ponerlo en evidencia ante el gobernante y, en cambio, callamos por miedo a los demás, aunque nos destaquemos en la observancia de preceptos, aunque tengamos una sabiduría excelsa o seamos versados en el Sutra del loto y en las otras escrituras, en todos los casos caeremos en la gran ciudadela del infierno del sufrimiento incesante. Imaginemos, a modo de ejemplo, que sin haber cometido jamás un solo acto desleal, nos enteramos de que alguien está tramando una traición. Si no informáramos al gobernante, seríamos tan culpables del crimen como el traidor.

El gran maestro Nan-yüeh afirmó: «Si uno ve a un detractor del Sutra del loto y no lo censura, se convierte en enemigo de la Ley y caerá en el infierno del sufrimiento incesante».28 Ni siquiera tendrá escapatoria un hombre de gran sabiduría, si ve a una persona así y no la denuncia: caerá en el profundo infierno del sufrimiento incesante, y mientras ese infierno exista, allí permanecerá.

Temiendo tales admoniciones del Buda, yo, Nichiren, acusé a todos aquellos que, en este país, merecían ser denunciados; por ello, más de una vez fui condenado al exilio o a la muerte. Con la convicción de haber expiado mis faltas pasadas y de no tener culpa alguna, me marché de Kamakura para establecerme en esta montaña, y ya han pasado siete años.

Le describiré esta montaña: se encuentra en Tokaido, que es una de las siete zonas fronterizas del Japón, formada por quince provincias. Una de ellas es la de Kai, donde hay tres distritos denominados Iino, Mimaki y Hakiri; es en este último donde vivo, en una lejana región montañosa que abarca una superficie de más de veinte ris, al noroeste del distrito.

Hacia el norte se eleva el monte Minobu; hacia el sur, el monte Takatori; al oeste, el monte Shichimen; y al este, el monte Tenshi. Son como tablones colocados a los cuatro lados. El área exterior está bordeada por cuatro corrientes fluviales. El río Fuji corre de norte a sur, y el río Haya, de oeste a este, por detrás de esta área. Al frente se encuentran el río Hakiri, que corre de oeste a este, y su tributario, el río Minobu, que forma una cascada. Es como si hubieran trasladado el Pico del Águila desde la India central hasta aquí, o como si hubiesen traído el monte T’ien-t’ai desde la China.

En medio de estas cuatro montañas y de estos cuatro ríos, hay una planicie no más ancha que la palma de una mano; allí he construido una pequeña choza para protegerme de la lluvia. Hice las cuatro paredes con corteza que arranqué de los árboles y me confeccioné una túnica con pellejos de ciervos que hallé muertos en forma natural. En primavera, me alimento de helechos, y en otoño, acopio frutas para mantenerme con vida. Pero la nieve no ha dejado de caer desde el undécimo mes del año pasado; ya estamos en el primer mes del nuevo año, y todavía sigue nevando. Mi choza mide poco más de dos metros de altura, pero la nieve acumulada supera los tres metros. Vivo escoltado por cuatro muros de hielo; afuera, los carámbanos que cuelgan de los aleros adornan como un collar de joyas el lugar donde realizo mi práctica religiosa; dentro de mi choza, en lugar de arroz hay montículos de nieve.

Es muy raro que alguien se aventure hasta aquí, aun en épocas normales; pero ahora, con semejante acumulación de nieve y los caminos bloqueados, no ha p.1068venido a verme ni una sola persona. Así las cosas, en este momento estoy expiando el karma que me destina a caer en los ocho infiernos helados y, lejos de lograr la Budeidad en esta existencia, soy como el ave atormentada por el frío. Ya no me afeito la cabeza, así que me veo como una codorniz, y mi túnica está tan tiesa y dura por el hielo que parezco un pato mandarín con las alas escarchadas.

A este lugar, donde jamás vienen a visitarme mis amigos de antaño, y donde he sido abandonado incluso por mis propios discípulos, usted ha enviado estas vasijas, que lleno de nieve imaginando que es arroz y de las que bebo agua, imaginando que es gacha. Por favor, deténgase a pensar en los efectos de su bondadosa consideración. Quisiera decirle mucho más.


Con mi profundo respeto,


Nichiren


En el vigésimo séptimo día del primer mes, tercer año de Koan (1280).

 

Respuesta a Akimoto Taro Hyoe


Antecedentes


Esta carta fue enviada desde Minobu a Akimoto Taro Hyoe-no-jo, un creyente que vivía en el distrito de Imba, provincia de Shimosa. En 1260, después de la persecución de Matsubagayatsu, el Daishonin se marchó de Kamakura para alojarse en casa de Toki Jonin, en el distrito de Katsushika, provincia de Shimosa. Allí, pronunció la llamada «disertación de los cien días», en un salón consagrado al Sutra del loto que había construido Toki Jonin dentro de su propiedad. Se cree que fue en esa época cuando Akimoto se convirtió a las enseñanzas del Daishonin, y que pudo haber sido pariente de Toki Jonin. Akimoto era amigo de Soya Kyoshin y de Ota Jomyo, dos creyentes laicos residentes de esta misma área que habían abrazado la Ley más o menos al mismo tiempo.

La persecución de Atsuhara había acaecido tres meses antes de que el Daishonin escribiera la presente carta; además, el ejército mongol se disponía a lanzar una segunda invasión al Japón, y los habitantes del país vivían en un estado de continua zozobra. El invierno en Minobu, donde se hallaba la choza del Daishonin, era de un frío glacial, y costaba muchísimo conseguir alimentos y provisiones. En esta atmósfera de adversidad indescriptible, lejos de toda civilización y sin visitantes, el Daishonin recibió los obsequios de Akimoto.

Comienza la carta refiriéndose a las vasijas cilíndricas, para ilustrar la importancia de cultivar una actitud perfecta en la fe. Destaca que las vasijas poseen cuatro tipos de fallas intrínsecas: están expuestas a volcarse, a gotear por filtración, a ensuciarse por dentro y a que se mezclen sus contenidos; esto ofrece una analogía con los obstáculos que se interponen en el sendero de una persona hacia la iluminación.

En la parte siguiente, el Daishonin esclarece la importancia de reprender los actos de denigración a la Ley. Sostiene que sus refutaciones al Nembutsu y a otras escuelas lo han convertido en el hombre más odiado del Japón, y han provocado como represalia persecuciones que pusieron en peligro su vida; destaca que él es el único que ha sufrido esa clase de hostigamiento sin precedentes.

Luego, menciona tres principios, referidos al individuo, a la familia y al país que denigran la Ley, y dice que uno debe comprender tales principios cuando practica el Sutra del loto; explica qué hay que hacer para evitar las consecuencias de pertenecer a cualquiera de esos tres grupos. Asimismo, revela los beneficios de refutar los actos contra la Ley y p.1069expone la manera de garantizar la paz y la tranquilidad en el país.

Más adelante, narra la leyenda de una cascada conocida como el Portal del Dragón, para ilustrar la extrema dificultad de creer en el Sutra del loto y de lograr la Budeidad. A continuación, explica el estricto principio budista de amonestar a los enemigos del sutra. Dicha enseñanza estipula que si vemos a un enemigo del Sutra del loto y no lo amonestamos por temor, caeremos en el infierno del sufrimiento incesante, pese a toda la erudición que podamos poseer. Afirma que él, habiendo actuado de acuerdo con este principio inequívoco, tuvo que sufrir grandes persecuciones, maltratos y calumnias; por último, dice que se ha radicado en el monte Minobu con la convicción de haber expiado todas sus faltas pasadas.


Notas


1. Sutra del loto, cap. 3.

2. «Deidades tutelares» se refiere a las deidades protectoras de un clan. El clan Minamoto, por ejemplo, reverenciaba al gran bodhisattva Hachiman.

3. Referencia a las tres fases que sigue un buda para conducir a la gente a la Budeidad, análogas al crecimiento y desarrollo de una planta. Primero, el buda planta las semillas de la Budeidad en la vida de las personas, luego nutre esas semillas ayudando a las personas a practicar la Ley, y por fin, les permite manifestar plenamente la Budeidad.

4. Según el Sutra del buda Vida Infinita, la Tierra Pura del buda Amida está situada en la región occidental del universo. Las otras nueve direcciones son norte, sur, este, noroeste, noreste, sudeste, sudoeste, cenit y nadir.

5. Referencia a los exilios a Izu y a Sado.

6. Referencia a los soberanos que reinaron desde el legendario primer emperador, Jimmu (r. 660-585 a. C., según las Crónicas del Japón), hasta el nonagésimo, Kameyama (r. 1259-1274).

7. Sutra del loto, cap. 10. Allí se expresa: «¡Digo que he predicado diversos sutras y que, de todos ellos, el Sutra del loto es el primero!».

8. Esta afirmación se encuentra en el Tratado sobre los diez niveles de la mente, de Kobo.

9. Esta declaración se halla en el comentario de Jikaku sobre el Sutra del susiddhikara.

10. La escuela Zen sostiene que la esencia del budismo se transmite de mente a mente y no a través de los sutras.

11. Esta frase aparece en Elogio al renacimiento en la Tierra Pura, de Shan-tao.

12. Declaración extraída de Ensayos compilados sobre el Mundo de la Paz y del Deleite, de Tao-ch’o.

13. Los «soberanos de tres dinastías» son el rey Chou (c. s. xi a. C.), último rey de la dinastía Yin; el rey Chieh (c. s. xvii y xvi a. C.), último soberano de la dinastía Hsia, y el rey Yu (m. 771 a. C.), último soberano de la dinastía Chou occidental. Estos tres monarcas profesaron un amor excesivo por sus respectivas esposas, Ta Chi, Mo Hsi y Pao Ssu, en detrimento de sus deberes oficiales, lo que a la larga llevó a la caída de las tres dinastías.

14. Comentario sobre «Palabras y frases del “Sutra del loto”».

15. Las «tres túnicas y una escudilla de mendicante» simbolizan la vida austera del monje; eran las únicas posesiones que se le permitía tener.

16. Comentario sobre el «Sutra del nirvana», de Chang-an. El pasaje completo expresa: «El que destruye las enseñanzas del Buda o genera confusión con respecto a ellas está traicionándolas. Si uno se considera amigo de alguien pero carece del amor compasivo necesario para corregirlo, en realidad es su enemigo».

17. Sutra del loto, cap. 13.

18. Sukenari (1172-1193) y Tokimune (1174-1193), también conocidos como los hermanos Soga, fueron guerreros cuyo padre había sido asesinado en 1176 por Kudo Suketsune, quien luego entró al servicio del sogún Minamoto no Yoritomo. En 1193, los hermanos vengaron a su padre asesinando a Kudo Suketsune, en una cacería organizada por Yoritomo. Sukenari fue ultimado por un súbdito de Kudo, en tanto que Tokimune fue capturado y ejecutado.

19. Aquí se pone énfasis en la importancia de refutar los actos contra la Ley y de evitar toda complicidad con este tipo de faltas. Aunque uno no sea directamente el perpetrador de una mala acción, si no amonesta a los miembros de su propia familia que actúan contra la Ley o si expresa acuerdo con ellos, estará sujeto a la misma suerte que ellos correrán.

p.107020. En el Comentario sobre el «Sutra de la red de Brahma», se menciona un pasaje similar diciendo que es una cita del Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría.

21. Mediante estos ejemplos, el Daishonin describe las austeridades de bodhisattva practicadas por el asceta Aspiración a la Ley y el niño Montañas Nevadas; esas prácticas, enseña el Daishonin, además de no brindar beneficios a los hombres del Último Día de la Ley, tampoco son eficaces para impedir que la gente actúe contra la Ley.

22. Taguchi Shigeyoshi (s. xii) y Miura Yoshimura (m. 1239). Shigeyoshi fue jefe de una poderosa familia guerrera de Awa, provincia situada en la región meridional del Japón. Aunque era defensor declarado del clan Taira, informaba al clan rival Minamoto sobre los asuntos internos del ejército de los Taira y le hacía saber sus posiciones más débiles. Eso contribuyó a la caída de los Taira. Yoshimura fue un general perteneciente a una poderosa familia de guerreros de la provincia de Sagami, conocido por su astucia política. Prometió asistir a Wada Yoshimori, también miembro del clan Miura, durante la última revuelta contra el reinado del clan Hojo en 1213, pero se cambió de bando a último momento en favor de los Hojo, lo cual precipitó la derrota de Yoshimori.

23. Se creía que el bodhisattva Percibir los Sonidos del Mundo adoptaba formas diversas para salvar a los seres vivos; por eso hay tantas descripciones distintas de él, como las que aparecen en algunos sutras esotéricos, donde se habla del Percibir los Sonidos del Mundo de once rostros y del Percibir los Sonidos del Mundo de mil brazos.

24. Los «soberanos» que se mencionan son Takahira —⁠es decir, el emperador retirado Gotoba (1180-1239) ⁠—, y Morihira —⁠el emperador retirado Juntoku (1197-1242) ⁠—.

25. La expresión «prelado de Omuro» se refiere al príncipe Dojo, un hijo del emperador Gotoba que adoptó la vida sacerdotal. En general, se llamaba así a los emperadores o príncipes que ingresaban en el sacerdocio y vivían en el Ninna-ji, un templo de la escuela Palabra Verdadera en Kioto que también solía llamarse templo Omuro.

26. Comentario sobre el «Sutra del nirvana».

27. Sutra del loto, cap. 10.

28. Fuente desconocida. Un pasaje similar se encuentra en Sobre las prácticas pacíficas del «Sutra del loto».