Desde el comienzo, emprendí mis estudios porque quería dominar el budismo y lograr la Budeidad, y también salvar a las personas a quienes debía mi gratitud. Siento que, en el camino hacia el logro de la Budeidad, invariablemente suceden hechos que nos llevan a dar la vida, y que es a través de ellos como podemos llegar a ser budas. Pienso que, tal vez, leer el Sutra del loto con la propia vida consiste en encontrar dificultades como las enunciadas en el sutra: ser insultado, calumniado, atacado con espadas y varas, piedras y escombros, y ser expulsado una y otra vez. Mi fe se enciende mucho más, y esto me infunde convicción en mi próxima existencia. Si llegase a morir, sin falta los salvaré también a todos ustedes.
En la India, un hombre conocido como el honorable Aryasimha fue decapitado por el rey Dammira, y el bodhisattva Aryadeva fue asesinado por una persona no budista. En la China, un hombre llamado Chu Tao-sheng fue desterrado a una montaña en un sitio conocido como Su-chou, y el maestro del Tripitaka Fa-tao fue herrado en el rostro y exiliado al sur del río Yangtze. Todos estos sucesos tuvieron lugar en virtud del Sutra del loto y por causa de las enseñanzas budistas.
Nichiren es hijo de una familia chandala que vive cerca del mar, en Tojo, provincia de Awa, en las lejanas tierras rurales del oriente del Japón. Desprenderse en nombre del Sutra del loto de un cuerpo que se descompondrá en vano ¿no es, acaso, cambiar rocas por oro? Ninguno de ustedes debería lamentarse de mi situación. Por favor, transmítale también al reverendo Dozen-bo esto que he dicho. Pensé, además, en escribirle a la esposa del señor feudal de la finca,1 pero debido a mis actuales circunstancias, posiblemente ya no quiera que le recuerden nada de mí. Si surgiese una ocasión propicia, por favor menciónele lo que he dicho.
Nichiren
En el décimo mes.
Antecedentes
Nichiren Daishonin escribió esta carta el décimo mes del octavo año de Bun’ei (1271), poco antes de emprender su exilio a la isla de Sado. En ese momento, se encontraba detenido en la isla principal del archipiélago, en la residencia que allí tenía Homma Rokuro Saemon, condestable interino de Sado. El Daishonin envió este escrito a un conocido del templo Seicho-ji, sito en la provincia de Awa; posiblemente, un sacerdote llamado Enjo-bo.
El destierro a la isla de Sado era un castigo severo, sólo superado en rigor por la pena de muerte. En esta carta, el Daishonin declara que ha enfrentado esa persecución sólo por causa del Sutra del loto; recalca que la mera aparición de este hostigamiento demuestra que está «leyendo» el Sutra del loto con su vida. En el texto, busca disipar las dudas de sus seguidores y revivir en ellos el valor quebrantado, señalando su misión como devoto del Sutra del loto en el Último Día; en tal sentido, podría decirse que este escrito anticipa el contenido de La apertura de los ojos, el importante tratado que escribiría cuatro meses después.
Nota
1. Referencia a la monja laica de Nagoe, esposa de Hojo Tomotoki, hermano menor del tercer regente de Kamakura y señor del distrito de Nagasa, provincia de Awa, donde había nacido el Daishonin. Cuando este ingresó en el sacerdocio, aparentemente la monja laica dio algún tipo de ayuda a sus padres, y esto generó en el Daishonin una deuda de gratitud; además, ella fue una de sus primeras creyentes. Pero al no ser firme su determinación en la fe, cuando se produjo la persecución de Tatsunokuchi la mujer abandonó sus convicciones. Luego, reanudó su práctica y solicitó un Gohonzon al Daishonin, pero este se lo negó.