Nota de los editores.

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8 de febrero de 2024

Tomo 1 - Disminuir la retribución de nuestro karma


Había una vez dos hermanos llamados Chudapanthaka.1 Cuando alguien pronunciaba este nombre, respondía cualquiera de los dos. Ustedes tres, creyentes, son como ellos. Cuando alguno llega, para mí es como si los tres estuvieran aquí conmigo.

El Sutra del nirvana enseña el principio de disminuir la retribución de nuestro karma. Si uno no logra erradicar en esta existencia su pesado karma anterior, tendrá que soportar en el futuro los sufrimientos del infierno. Pero si pasa por dificultades extremas en esta vida [a causa del Sutra del loto], los padecimientos infernales desaparecerán en un instante. Y cuando muera, obtendrá los beneficios del estado humano y del estado celestial, los beneficios de los tres vehículos, y los del vehículo único. El bodhisattva Jamás Despreciar no fue insultado y agraviado, lapidado y apaleado sin una debida razón. Probablemente, haya denigrado la enseñanza correcta en el pasado. La frase «cuando hubo expiado sus faltas»2 indica que el bodhisattva Jamás Despreciar pudo erradicar sus graves causas de existencias anteriores porque enfrentó todas esas persecuciones. (Con esto, termina mi primer punto.)

Los veinticinco maestros que transmitieron las enseñanzas budistas,3 con excepción del buda Shakyamuni, fueron manifestaciones temporales de budas o de grandes bodhisattvas, cuyo advenimiento había sido predicho por Shakyamuni. De todos ellos, el decimocuarto, el bodhisattva Aryadeva, fue asesinado por un practicante no budista, y el vigésimo quinto, el honorable Aryasimha, fue decapitado por el rey DammiraBuddhamitra y el bodhisattva Nagarjuna también sufrieron múltiples hostigamientos. Sin embargo, hubo otros que propagaron el budismo bajo la protección de reyes devotos sin afrontar persecuciones. Esto parecería deberse a que en el mundo hay países buenos y malos, y por eso existen el shoju y el shakubuku como métodos de propagación. Así sucedió incluso durante los días Primero y Medio de la Ley, y lo mismo ocurrió en la India, centro del budismo. Nuestro país queda muy lejos de la India, y nuestra época coincide con los comienzos del Último Día de la Ley. Pero yo ya sabía de antemano que estas cosas iban a suceder; tan sólo estaba esperando lo inevitable. (Con esto, termina mi segundo punto.)

Hace mucho tiempo que expuse este principio, así que a ustedes no debería resultarles desconocido. En la enseñanza perfecta, uno de los seis niveles de la práctica es el de la percepción y la acción. En ella, «uno actúa como habla y habla como actúa».4 Los que están en el nivel en que se es un buda en teoría y los que están en el nivel en que se escucha el nombre y las palabras de la verdad creen en la enseñanza perfecta y la elogian, pero su conducta no refleja lo que dicen sus palabras. Por ejemplo, incontables personas estudian las obras no budistas conocidas como los Tres registros y los Cinco cánones, pero no hay un solo caso en diez millones de alguien que gobierne la sociedad y se comporte como enseñan dichos textos. Por eso, cuesta tanto establecer la paz en la sociedad. Tal vez, haya quien sepa recitar al pie de la letra el Sutra del loto, pero cuesta muchísimo más actuar como este indica. El capítulo «Parábolas y semejanzas» señala: «Si esta persona [...] al ver a los que leen, recitan, copian y proclaman este sutra, los despreciara, odiara, envidiara o tratara con rencor...». El capítulo «Maestro de la Ley» afirma: «Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso durante la vida de El Que Así Llega, ¡cuánto peor será después de su muerte!». En el capítulo «Aliento a la devoción» se señala: «Muchas personas ignorantes [...] nos atacarán con palos y espadas [...] una y otra vez seremos expulsados». El capítulo «Prácticas pacíficas» dice: «[El Sutra del loto] provocará mucha hostilidad en el mundo y será difícil creer en él». Aunque estas citas del sutra son profecías del Buda, nada dicen con respecto al momento en que dichos acontecimientos habrán de ocurrir. En el pasado, el bodhisattva Jamás Despreciar y el monje Concreción de la Virtud leyeron y vivieron estos pasajes. Pero si dejamos a un lado los dos mil años de los días Primero y Medio de la Ley, ahora, en el Último Día, en todo el Japón sólo Nichiren parece estar haciéndolo. A juzgar por la situación actual, imagino muy bien lo que habrán padecido los seguidores, familiares, discípulos y practicantes laicos del pasado, cuando tantos de sus monjes venerables fueron perseguidos durante los reinados de monarcas perversos.

Nichiren ya ha leído [y vivido] la totalidad del Sutra del loto.5 Hasta una sola frase o verso nos asegura la iluminación; como yo he leído el sutra entero, ¡cuánto más cierta ha de ser mi Budeidad! Mi convicción nunca ha sido tan grande. Aunque estas palabras puedan parecer presuntuosas, mi deseo más ferviente es hacer realidad la paz y la seguridad de toda la tierra. Sin embargo, en una época como esta, en que nadie parece tenerme en cuenta, esto supera mis posibilidades. Voy a terminar aquí para no extenderme demasiado.


Nichiren


En el quinto día del décimo mes, octavo año de Bun’ei (1271), signo cíclico kanoto-hitsuji.

 

Respuesta a Ota Saemon-no-jo, al sacerdote laico Soya, a Kanabara Puente del Dharma


Antecedentes


Nichiren Daishonin escribió esta carta el quinto día del décimo mes de 1271, sólo tres semanas después de haber sido casi ejecutado en Tatsunokuchi. Se la envió a tres de sus mejores discípulos: Ota Saemon, que era funcionario del gobierno; el sacerdote laico Soya Kyoshin; y Kanabara Puente del Dharma. Uno de ellos probablemente haya visitado al Daishonin mientras este se hallaba detenido en Echi en la residencia de Homma, el condestable interino de Sado. Allí aguardaba el momento de emprender su exilio. Los registros indican que los tres discípulos vivían en la provincia de Shimosa, al noreste de Kamakura; esta carta bien puede haber sido una expresión de agradecimiento por su visita y por la preocupación de ellos en cuanto a la seguridad de su maestro.

Tras la fracasada ejecución del Daishonin, al Gobierno le costó decidir qué hacer con él, así que durante un tiempo permaneció detenido en la finca de Homma. En ese ínterin, una ola de asesinatos e incendios estalló en Kamakura, de los cuales se culpó a los seguidores del Daishonin. Entonces, el Gobierno ordenó que se llevara a término el exilio que había sido ordenado con anterioridad.

La comunidad de creyentes en Kamakura se vio tremendamente afectada por esta serie de acontecimientos; el Daishonin envió sucesivas cartas para infundirles tranquilidad. En este escrito, dice que las persecuciones nos permiten erradicar nuestra acumulación de karma negativo para que pueda surgir el estado de Budeidad.


Notas


1. Hijos de una familia de brahmanes en los tiempos de Shakyamuni. Se dice que ambos respondían al mismo nombre, Chudapanthaka. Por eso, cuando alguien los llamaba, respondían los dos. El Daishonin compara este lazo tan estrecho con la firme unión de esos tres creyentes de Shimosa.

2. Sutra del loto, cap. 20.

3. El número y el orden de los sucesores de Shakyamuni que propagaron sus enseñanzas durante el Primer Día de la Ley varía de acuerdo con las fuentes. Aquí, el Daishonin cuenta al buda Shakyamuni entre los sucesores, de modo que el total suma veinticinco. Generalmente, a Shakyamuni se lo excluye, y por eso se cuentan veinticuatro.

4. Gran concentración e introspección.

5. Cuando dice que «leyó» el sutra entero, el Daishonin quiere decir que ha dedicado la vida a él y que ha cumplido las predicciones en él contenidas.