Un soberano ocupa el trono gracias a su pueblo, el cual, a su vez, vive bajo la protección de aquel. Las ropas nos protegen de los cambios de temperatura, y el alimento nos nutre, así como el aceite mantiene ardiendo el fuego o el agua sostiene con vida a los peces. Las aves anidan en lo alto de los árboles por miedo a que los hombres les hagan daño, pero cuando bajan a alimentarse quedan capturadas en las trampas. Los peces que viven en aguas profundas temen que estas sean muy bajas y, por eso, cavan hoyos para ocultarse; pero tentados por la carnada terminan mordiendo el anzuelo. De los muchos tesoros que posee el hombre, ninguno vale tanto como la comida y la bebida, la vestimenta y los medicamentos.
No tengo tan buena salud como otros, y además, vivo en este remoto bosque de montaña. Este año fue especialmente difícil, a causa de las epidemias y hambrunas desatadas en la primavera y el verano, que se agravaron durante el otoño e invierno. Mi enfermedad volvió a empeorar, pero usted tuvo a bien enviarme diversos remedios y una túnica acolchada. Gracias a sus medicamentos, mejoré en forma notable; ya me he recuperado y me siento mucho mejor que antes. En el Tratado sobre los niveles de la práctica del yoga, escrito por el bodhisattva Maitreya, y en el Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría, del bodhisattva Nagarjuna, se señala que si una enfermedad es producto del karma inmutable, hasta el mejor remedio terminará actuando como un veneno, pero si uno cree en el Sutra del loto, el veneno se convertirá en medicina. Aun sin ser digno, yo propago el Sutra del loto; por eso los demonios celestiales se empeñan en privarme de alimento. Consciente de ello, no tengo de qué quejarme, pero creo que esta vez sólo he podido sobrevivir porque el buda Shakyamuni se manifestó a través de su cuerpo para ayudarme.
Pero pasemos a otro tema. La última vez me preocupé enormemente por su viaje de regreso; fue una inmensa alegría saber que había llegado a salvo a Kamakura. Era tan grande mi ansiedad, que a todos los que llegaban de esa ciudad les pedía noticias suyas. Uno dijo que lo había encontrado en Yumoto; otro, que había estado con usted más lejos, en Kozu; por fin, cuando un tercero me contó que lo había visto en Kamakura, mi alivio fue incontenible. A partir de ahora, será p.997mejor que no venga a verme a menos que sea absolutamente necesario. Cuando tenga algo urgente que decirme, envíe a un mensajero. En verdad, su último viaje fue una gran preocupación para mí: los enemigos siempre tratan de hacernos olvidar el peligro para poder atacar. Si tiene que desplazarse, no escatime en gastos de transporte y asegúrese de conseguir un buen caballo. Viaje acompañado de sus mejores hombres para que puedan defenderlo de cualquier ataque imprevisto, y elija un caballo que pueda galopar con facilidad bajo el peso de la armadura.
En el octavo volumen de Gran concentración e introspección y en el octavo volumen de Comentario sobre «Gran concentración e introspección» se lee: «Cuanto más firme es la fe, mayor es la protección de los dioses». Esto significa que la protección de las deidades depende de nuestra fuerza interior. El Sutra del loto es una excelente espada, pero su poder depende de quien la esgrima.
De todos aquellos que propagan este sutra en el Último Día de la Ley, ¿quién podría compararse con Shariputra, Mahakashyapa, Percibir los Sonidos del Mundo, Sonido Maravilloso, Manjushri y Rey de la Medicina? Para liberarse de los seis caminos, las personas de los dos vehículos [como Shariputra] habían destruido todas las ilusiones del pensamiento y del deseo. Los bodhisattvas [como Percibir los Sonidos del Mundo] habían erradicado cuarenta y uno de los cuarenta y dos niveles de ignorancia, y eran como la luna en vísperas del plenilunio, en la decimocuarta noche. Sin embargo, el buda Shakyamuni no quiso encomendarle a ninguno de ellos la tarea de la propagación y, en cambio, se la confió a los Bodhisattvas de la Tierra, porque eran estos quienes habían fortalecido su determinación de manera completa y absoluta.
El general Li Kuang fue un poderoso guerrero que perdió a su madre devorada por un tigre. Un día, convencido de que estaba frente al animal, disparó una flecha contra lo que, en realidad, era una roca. La flecha se incrustó hasta sus plumas en el centro de la piedra. Pero cuando el hombre reparó en su error y quiso repetir la hazaña, ya no pudo volver a perforar el peñasco. Desde entonces, pasó a ser conocido como el general Tigre de Piedra. Este relato bien puede aplicarse a usted: aunque sus enemigos lo han acechado en emboscadas, su fe resuelta en el Sutra del loto le ha permitido eludir grandes peligros, incluso antes de que estos se manifestaran. Téngalo presente y fortalezca su fe más que nunca. Es imposible decir todo lo que quiero en una sola carta.
Con mi profundo respeto,
Nichiren
En el vigésimo segundo día del décimo mes intercalar, primer año de Koan (1278), signo cíclico tsuchinoe-tora.
Respuesta a Shijo Saemon
Antecedentes
Esta carta fue escrita en Minobu, el décimo mes intercalar de 1278, y enviada a Shijo Nakatsukasa Saburo Saemon, más conocido como Shijo Kingo, un seguidor muy versado en artes marciales y en la práctica de la medicina. Durante casi toda la primera mitad de 1278, Nichiren Daishonin sufrió diarreas crónicas que se sumaron a su debilitamiento. Evidentemente, Kingo le envió diversas medicinas que lo ayudaron a aliviar la enfermedad.
En el otoño de 1277, una virulenta epidemia había azotado el territorio del país, y el señor feudal de Shijo Kingo se contaba entre sus víctimas. Aunque este p.998sentía un profundo rechazo por las enseñanzas de Nichiren Daishonin, recurrió a Shijo Kingo en busca de ayuda. El señor Ema se sintió muy agradecido por el tratamiento que Kingo le impartió y lo recompensó asignándole un feudo tres veces mayor que el que administraba hasta ese momento. Sin embargo, en esta carta, el Daishonin le advierte a Kingo que se mantenga siempre en guardia y que, durante sus viajes, tome especiales recaudos para protegerse de cualquier ataque.