El budismo concede una importancia primordial a la victoria y la derrota, mientras que la autoridad secular se basa en el principio de la recompensa y el castigo. Por esa razón, el Buda es reverenciado como el Héroe del Mundo,1 en tanto que al monarca se lo describe como «el que reina según su voluntad». Se conoce a la India como la Tierra de la Luna2 y a nuestro país, como la Tierra del Sol. De los ochenta mil países que hay en Jambudvipa, la India es uno de los más grandes, y el Japón, uno de los más pequeños. Sin embargo, en cuanto a la trascendencia auspiciosa de sus nombres, la India ocupa el segundo lugar, y el Japón, el primero. El budismo nació en la Tierra de la Luna y residirá en la Tierra del Sol. De acuerdo con el curso natural de los acontecimientos, la luna asoma por el oeste3 y se desplaza hacia el este, mientras que el sol hace su recorrido de este a oeste. Esta verdad es tan inalterable como el hecho de que el imán atrae el hierro, o que la planta de marfil4 se nutre del fragor del trueno. ¿Quién se atrevería a afirmar lo contrario?
Examinemos cómo llegó el budismo al Japón. En un comienzo, nuestro país fue gobernado por siete reinados de deidades celestiales y, luego, por cinco reinados de deidades terrenales. A estos les sucedió la era de los soberanos humanos, cuyo primer monarca fue el emperador Jimmu. El trigésimo fue Kimmei, que reinó treinta y dos años. En aquella época, había un estado llamado Paekche,5 situado al oeste del Japón, que vivía bajo el protectorado del emperador japonés y cuyo gobernante era un rey llamado Syǒngmyǒng. Al despachar al Japón los gravámenes anuales, el decimotercer día —signo cíclico kanoto-tori— del décimo mes, durante el decimotercer año del reinado del emperador Kimmei (552) —signo cíclico mizunoe-saru—, junto con el tributo acostumbrado, el Rey envió una imagen del buda Shakyamuni de bronce bruñido, una serie de manuscritos budistas y, también, a un grupo de sacerdotes y de monjas. Deleitado, el Emperador consultó a sus ministros para saber si la nación debía o no venerar al Buda de las tierras occidentales.
El gran ministro Iname,6 del clan Soga, dijo lo siguiente:
—Todos los países del oeste veneran al Buda. ¿Por qué sólo el Japón habría de rechazarlo?
Sin embargo, el jefe de ministros Okoshi, del clan Mononobe, sumado a Nakatomi no Kamako7 y a otras personas, aconsejó al Emperador:
p.877—Tradicionalmente, el soberano que gobierna una nación lleva a cabo rituales las cuatro estaciones del año, en honor al cielo y a la tierra, a las deidades de la tierra y de la mies, y a muchas otras deidades. Si alteramos esa costumbre en favor de la deidad occidental, nuestras divinidades nativas se disgustarán.
Incapaz de tomar una decisión, el Emperador decretó que sólo el gran ministro Soga reverenciara al Buda, a modo de prueba, y que todos los demás se abstuvieran de hacerlo. Soga sintió una inmensa alegría al conocer el mandato imperial. Llevó la imagen del buda Shakyamuni a su residencia, situada en un lugar llamado Ohada,8 y allí la entronizó para sorpresa y escándalo del jefe de ministros Mononobe.
En esa misma época, hubo una terrible epidemia que se propagó en todo el Japón y exterminó a la mayoría de la población. Como parecía que el país entero iba a fenecer, el ministro en jefe Mononobe aprovechó la oportunidad para declarar ante el Emperador que la imagen del Buda debía ser destruida. El Emperador dio su consentimiento y ordenó que el budismo —religión foránea— fuese desterrado de inmediato. El ministro en jefe Mononobe, en nombre del soberano, confiscó la estatua, la arrojó al carbón en llamas y la destrozó a martillazos. Luego incendió el salón donde había estado la imagen del Buda y azotó a los sacerdotes y a las monjas. Entonces, pese a que el cielo estaba limpio de nubes, se levantó un fuerte viento, y comenzó a llover. El Palacio Imperial fue totalmente consumido por un incendio que se originó en el cielo.9 Los tres hombres —el Emperador, Mononobe y Soga— cayeron víctimas de la epidemia. Cada uno de ellos sufrió una agonía insoportable, como si los estuvieran mutilando o quemando vivos. Por fin, Mononobe murió, mientras que el Emperador y Soga a duras penas lograron recuperarse. Y a partir de ese momento pasaron diecinueve años sin que nadie abrazara la fe en el budismo.
El trigésimo primer emperador, Bidatsu, fue el segundo hijo de Kimmei. Reinó catorce años con ayuda de ministros de la Izquierda y de la Derecha. Uno de ellos, Yuge no Moriya,10 era hijo del jefe de ministros Mononobe no Okoshi, a quien sucedía en el cargo. El otro, hijo del gran ministro Soga no Iname, se llamaba Soga no Umako [y también ejercía la posición ocupada por su progenitor]. Durante el reinado de este emperador Bidatsu se produjo el nacimiento del príncipe Shotoku, hijo del emperador Yomei y sobrino de Bidatsu. Un día, el segundo mes del año, cuando el Príncipe tenía dos años de edad, se volvió hacia el este, extendió el dedo anular y exclamó: «¡Salve, Buda!»; en ese momento, las cenizas del Buda se materializaron en su palma. Esa fue la primera vez que alguien invocó el nombre del buda Shakyamuni en el Japón.
Cuando el Príncipe tenía apenas ocho años, proclamó:
—Aquellos que en la última época honren la imagen del venerable del oeste, el buda Shakyamuni, podrán prevenir las calamidades y recibir beneficios. Quienes lo desprecien, atraerán el desastre y acortarán su vida.
Al escuchar esas palabras, el jefe de ministros Mononobe no Moriya y otros más exclamaron, llenos de indignación:
—Los Soga han estado venerando a la deidad de una tierra extranjera, en desacato al decreto imperial.
Las epidemias siguieron diseminándose sin cesar y casi acabaron con toda la población. Mononobe no Moriya informó de tales hechos al Emperador, y este, entonces, publicó un decreto que establecía: «Soga no Umako ha estado abrazando el budismo. La práctica de esa religión debe cesar».
p.878Moriya, dispuesto a obedecer el mandato imperial, se dirigió al templo junto con Nakatomi no Katsumi.11 Una vez allí, demolieron el salón y la pagoda; quemaron y destruyeron la imagen del Buda e incendiaron el templo. Además, les arrancaron los hábitos a los sacerdotes y a las monjas, y les propinaron azotes. Después de ese incidente, tanto el Emperador como Moriya y Umako cayeron enfermos a raíz de una epidemia. Los tres dijeron sentirse como si se estuvieran quemando vivos o los estuvieran descuartizando. Por añadidura, el cuerpo se les llenó de ampollas de viruela. Umako, en medio de su angustia, exclamó:
—Aun así, debemos venerar los tres tesoros.
Entonces, el Emperador decretó que sólo Umako quedaba autorizado a hacerlo y prohibió a todos los demás seguir su ejemplo. Lleno de júbilo, Umako hizo construir un monasterio y allí se consagró a venerar los tres tesoros.
El emperador [Bidatsu] murió, por fin, el decimoquinto día del octavo mes, cuando el príncipe Shotoku tenía catorce años. Yomei, hijo de Kimmei y padre de Shotoku, pasó a ser trigésimo segundo emperador y reinó durante dos años. El cuarto mes del segundo año de su reinado (587), signo cíclico hinoto-hitsuji, el soberano cayó enfermo a causa de una epidemia. A raíz de ello, expresó su deseo de abrazar los tres tesoros. Soga no Umako insistió en que se respetara el deseo del Emperador y, en última instancia, convocó al Palacio Imperial a un sacerdote llamado Toyokuni.12 Mononobe no Moriya y otras personas montaron en cólera y, en su furia, juraron que harían caer una maldición sobre el Emperador. Finalmente, este falleció.
El quinto mes de ese año, Moriya y su clan se atrincheraron en la residencia que aquel poseía en Shibukawa y reunieron un gran número de tropas en el lugar. El príncipe Shotoku y Umako avanzaron sobre la posición enemiga y presentaron batalla. Durante los meses quinto, sexto y séptimo, se produjeron, en total, cuatro enfrentamientos. El Príncipe fue derrotado en los tres primeros. Antes de que se librara el cuarto combate, él oró y juró que construiría un stupa para preservar las cenizas de Shakyamuni El Que Así Llega y que edificaría el templo Shitenno-ji para los cuatro reyes celestiales. Umako, a su vez, prometió que erigiría un templo y entronizaría la imagen del buda Shakyamuni que había sido enviada desde Paekche.
Cuando comenzó la lucha, Moriya le gritó al Príncipe:
—No soy yo, sino la deidad de mis ancestros, la gran deidad13 entronizada en Futsu, quien dispara esta flecha.
La flecha llegó muy lejos y se clavó en la armadura del Príncipe.
—No soy yo quien lanza esta flecha —exclamó este—, sino los cuatro reyes celestiales.
Luego hizo que un cortesano llamado Tomi no Ichihi disparara la saeta. Esta cruzó una gran distancia y se clavó en el pecho de Moriya. Entonces, Hata no Kawakatsu14 se precipitó hacia él y lo decapitó. El incidente ocurrió durante el intervalo entre la muerte de Yomei y la ascensión de Sushun al trono.
Después de que Sushun fuese proclamado trigésimo tercer Emperador, el príncipe Shotoku construyó el templo Shitenno-ji, donde guardó las cenizas de Shakyamuni El Que Así Llega. Umako erigió un templo llamado Gango-ji, donde honró la imagen del buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas, que había sido enviada desde Paekche. Aquí debo señalar, de paso, que la estatua de Amida El Que Así Llega, proclamada objeto de devoción original del templo Zenko-ji,15 es el fraude más inconcebible que hoy nos toca presenciar. Pues los tres p.879emperadores —como así también los miembros del clan Mononobe— perecieron, justamente, a causa de su oposición al buda Shakyamuni. El príncipe Shotoku mandó hacer una imagen del buda Shakyamuni y la entronizó en el Gango-ji. Ese es el objeto de devoción que se encuentra ahora en el templo Tachibana-dera.16 Se trata de la primera estatua del buda Shakyamuni que se haya hecho en el Japón.
En la China, el séptimo año de Yung-p’ing (64 d. C.), el emperador Ming, segundo soberano de la dinastía Han posterior, soñó con un hombre de oro.17 A raíz de ello, despachó de inmediato dieciocho emisarios a la India —entre ellos, los eruditos Ts’ai Yin y Wang Tsun— para que trajeran las enseñanzas del budismo. Como resultado, el décimo año de Yung-p’ing, signo cíclico hinoto-u, dos venerables de la India central llamados Kashyapa Matanga y Chu Fa-lan llegaron a la China, donde se los trató con la mayor estima y consideración. Pero entonces reaccionaron con profundo malestar los miles de seguidores del confucianismo y del taoísmo, escuelas que hasta ese momento habían presidido todos los ritos imperiales, y todos ellos elevaron sus quejas al Emperador. El decimocuarto año de Yung-p’ing, este ordenó que se realizara un debate abierto el decimoquinto día del primer mes. Con gran regocijo, los taoístas erigieron un altar dedicado a cien deidades chinas, objetos de su devoción. Por su parte, los dos venerables de la India llevaron consigo, como objetos de devoción, las cenizas del Buda, una pintura con la imagen del buda Shakyamuni y cinco sutras.18
Como era habitual en los rituales efectuados ante el Emperador, los taoístas llevaron las escrituras de su escuela, así como los Tres registros, los Cinco cánones y los escritos de los dos venerables19 y los Tres Reyes; apilaron algunas de esas obras sobre leños y les prendieron fuego. En todas las ceremonias como esa realizadas con anterioridad, los libros siempre habían resistido las llamas sin quemarse; pero esa vez, ardieron y quedaron reducidos a cenizas. Otras obras, sumergidas en agua, siempre habían flotado; pero en esa ocasión se hundieron hasta el fondo. Los taoístas invocaron la aparición de demonios, sin resultado alguno. Humillados hasta lo indecible, Ch’u Shan-hsin, Fei Shu-ts’ai y otros más murieron de la vergüenza. Cuando los dos venerables indios predicaron el budismo, las cenizas del Buda ascendieron al cielo e irradiaron desde lo alto una luz tan resplandeciente que eclipsó al sol. Asimismo, la imagen pintada del Buda emitió un haz de luz desde el entrecejo. Más de seiscientos taoístas, entre ellos, Lü Hui-t’ung,20 al final capitularon e ingresaron en el clero budista. En los treinta días posteriores a la confrontación, se erigieron diez templos budistas.
De ese modo, el buda Shakyamuni se comporta con estricta justicia al administrar recompensas y castigos. Como lo he expresado antes, debido a que los tres emperadores y los dos súbditos21 se convirtieron en enemigos de Shakyamuni El Que Así Llega, todos ellos perdieron la vida y cayeron en los malos caminos en su existencia siguiente.
Nuestra época no es diferente de aquella. Los taoístas Ch’u y Fei de la China, y Moriya del Japón, al depositar su fe en las deidades mayores y menores de sus respectivos países, se volvieron enemigos del buda Shakyamuni. Pero, puesto que tales deidades eran a su vez seguidoras del Buda, esos practicantes fueron conducidos a la ruina. Esta época es exactamente como la de ellos. La imagen proveniente de Paekche que he mencionado antes es la del buda Shakyamuni. No obstante, los sacerdotes de las demás escuelas han engañado al pueblo japonés diciendo que es la de Amida. En otras palabras, han p.880reemplazado a Shakyamuni por otro buda. Existe una diferencia entre los taoístas y Moriya, por un lado, y nuestros sacerdotes contemporáneos, por el otro. Y es que los primeros preferían las deidades al Buda, mientras que los últimos reemplazaron a un buda por otro. Sin embargo, ambos grupos se asemejan en que abandonaron al buda Shakyamuni. Por ende, no existe la menor duda de que nuestro país caerá en la ruina. Esta enseñanza nunca había sido revelada hasta ahora. Manténgala en estricta reserva.
Si alguno de mis seguidores se muestra débil en la fe y se opone a lo que yo, Nichiren, digo, deberá enfrentar el mismo destino que sufrió la familia Soga. Le diré la razón. Si el budismo pudo establecerse en el Japón, fue gracias a los esfuerzos de padre e hijo, Soga no Iname y Umako. Podrían haber ocupado la misma posición que tenían Brahma y Shakra en la época en que Shakyamuni El Que Así Llega advino a este mundo. Por haber llevado a la ruina a Mononobe no Okoshi y a su hijo Moriya, se convirtieron en el único clan influyente del país. Se encumbraron socialmente, controlaron la nación, y sus familias disfrutaron de gran prosperidad. Pero la arrogancia de Umako creció hasta tal punto que mandó asesinar al emperador Sushun y a numerosos príncipes. Y su nieto Iruka,22 encima, hizo que sus sirvientes dieran muerte a veintitrés de los hijos del príncipe Shotoku. Ante ese hecho, la emperatriz Kogyoku, siguiendo el consejo de Nakatomi no Kamako, hizo tallar una estatua del buda Shakyamuni y oró a ella con todo fervor. Y entonces Iruka, su padre y toda la familia Soga murieron de inmediato.
Saque usted sus propias conclusiones de todo lo que le he dicho. Aquellos de mis seguidores que no mantengan la fe hasta el final sufrirán una retribución aun más severa. Pero ni aun entonces deberían albergar rencor hacia mí. Recuerde lo que les sucedió a Sho-bo, a Noto-bo23 y a otros.
Sea precavido en extremo y, por el momento, no acepte firmar compromisos escritos de ninguna naturaleza. El fuego podrá crepitar con ardor, pero tarde o temprano se apaga. El agua, a la inversa, da la impresión de fluir con lentitud, pero su corriente no desaparece con facilidad. Como usted es un hombre irascible y de comportamiento fogoso, sin falta se expondrá al engaño de los demás. Si deja que su amo lo envuelva con hábiles palabras, estoy seguro de que él terminará imponiéndole su voluntad, tal como el agua extingue el fuego. El hierro sin templar se derrite enseguida entre las llamas, como hielo en agua caliente. Pero una espada que ha sido bien forjada puede resistir incluso el calor de una hoguera. Al advertirle a usted de este modo, lo que intento es forjar su fe.
El budismo es razón; la razón triunfará sobre su amo. Aunque usted ame a su esposa entrañablemente y ansíe no tener que alejarse nunca de ella, cuando usted muera no habrá forma de evitar la separación. Por mucho que aprecie sus propiedades, cuando usted fallezca irán a parar a manos de otros. Durante todos estos años, ha tenido prosperidad de sobra; no deje, entonces, que las cuestiones materiales interfieran en su determinación. Como le recomendé en otra oportunidad, sea un millón de veces más cauteloso que antes.
Ni siquiera de niño, yo, Nichiren, oré por cuestiones mundanas; mi único propósito puro y sincero fue llegar a ser un buda. Sin embargo, últimamente he estado orando por usted sin cesar al Sutra del loto, al buda Shakyamuni y a la deidad del Sol, pues tengo la íntima convicción de que usted es una persona capaz de heredar el espíritu del Sutra del loto. Tenga sumo cuidado de no entrar en conflicto con los demás. No se reúna p.881con nadie si no es en su propia casa. Ninguno de los guardianes nocturnos24 es completamente de fiar; pero, si tenemos en cuenta que les han confiscado sus viviendas a causa del Sutra del loto, en circunstancias normales debería tratarlos de manera amistosa. Ellos, en ese caso, harían sus rondas nocturnas con redoblado esmero, deseosos de protegerlo. Si las personas que lo apoyan cometen algún pequeño error, actúe como si no hubiera visto u oído nada.
Aun cuando su amo muestre interés en escuchar las enseñanzas del budismo, no se regocije demasiado ni se precipite a visitarlo. Responda, con mesura, que no está seguro de poder complacerlo y que consultará con algunos de mis discípulos al respecto. Si su rostro delata un gran entusiasmo y usted se deja manipular por ese deseo de conocer las enseñanzas, lo echará todo a perder inevitablemente, tal como el fuego consume lo que toca o la lluvia cae desde el cielo.
Si ve una oportunidad propicia, haga llegar a su amo la petición25 que redacté en nombre de usted. Con toda seguridad, dará que hablar, ya que menciona asuntos de la mayor importancia.
Respetuosamente,
Nichiren
Para Shijo Kingo
Antecedentes
El tercer año de Kenji (1277), cuando fue escrita esta carta, la vida de Shijo Kingo corría grave peligro, pues el samurái había despertado la ira de su amo, el señor feudal Ema. El antagonismo del señor Ema hacia Kingo se remontaba al debate de Kuwagayatsu, celebrado el sexto mes de 1277. Conscientes de la discordia entre ambos, los colegas de Kingo esperaban la menor oportunidad para eliminarlo. En respuesta a un informe de su discípulo sobre el aprieto en que se hallaba, Nichiren Daishonin escribió una petición al señor Ema en nombre de Shijo Kingo, donde explicaba a aquel lo sucedido en el debate de Kuwagayatsu y exponía, también, la superioridad relativa de ciertas enseñanzas budistas sobre otras.
En la presente carta, el Daishonin esclarece la diferencia entre el budismo y el gobierno. La recompensa y el castigo son los medios de que se sirve la autoridad para lograr sus objetivos, mientras que, en el mundo budista, esta manipulación no existe. El budismo, basado en la Ley absoluta, postula la victoria o la derrota; en otras palabras, la felicidad o infelicidad, según las personas lo abracen o se opongan a él. En la última parte de la carta, el Daishonin aconseja con firmeza a Kingo que tome especiales recaudos para evitar cualquier ataque de sus enemigos.
Notas
1. «Héroe del Mundo» es otro nombre o dignidad con que se designa al Buda, debido a que enfrenta valerosamente todos los sufrimientos y conduce a todas las personas a la iluminación. El capítulo «La parábola de la ciudad fantasma» del Sutra del loto expresa: «Incomparable Héroe del Mundo, vos, que os adornáis de cientos de beneficios, habéis alcanzado la sabiduría insuperable».
2. Tierra de la Luna (en chino: Yüeh-chih): Nombre que se daba a la India en la China y el Japón. A fines del siglo iii a. C., una tribu de Asia central llamada Yüeh-chih imperó sobre una parte de la India. Desde que el budismo fue introducido en la China a través de ese territorio, los chinos, al parecer, comenzaron a considerar que la tierra de Yüeh-chih (Tribu de la Luna) equivalía a la India.
3. «La luna asoma por el oeste» se refiere al hecho de que la luna nueva se observa primero en el oeste, justo después del ocaso. Por cierto, la luna se levanta por el este y se pone por el oeste, cada día, al igual que el sol y las estrellas; pero, debido a su movimiento orbital, parece desplazarse de manera ligeramente retrógrada cada día, de oeste a este.
p.8824. La «planta de marfil» es una especie de plátano, llamado así porque posee pétalos muy grandes, del color del marfil. En el Sutra del nirvana, se afirma que dicha planta se nutre del sonido del trueno.
5. Uno de los tres reinos de la península de Corea. Prosperó desde mediados del siglo iv hasta la mitad del siglo vii. Aunque el Daishonin indica que Paekche mantenía vínculos de subordinación con el Japón, estudios modernos, a partir de una documentación histórica más amplia que la que existía en la época del Daishonin, sostienen que ambas naciones mantenían lazos de cooperación y de intercambio. Debe acreditársele a Paekche el haber transmitido el budismo al Japón; además, brindó a este país gran parte del impulso que le permitió adoptar con éxito la civilización del continente asiático.
6. Referencia a Soga no Iname (m. 570), oficial de la Corte que se embarcó en una lucha por el poder contra el ministro en jefe Mononobe no Okoshi, líder de la facción conservadora de la Corte. Las hijas de Iname fueron consortes del emperador Kimmei, y una de ellas dio a luz al emperador Yomei, padre del príncipe Shotoku.
7. Nakatomi no Kamako: Figura que supuestamente tuvo gran relevancia en el clan Nakatomi. No se poseen datos sobre él. (Se trata de una persona diferente de la mencionada en la nota 22.)
8. Ohada —pronunciación local del topónimo oficial Oharida—era un lugar situado en la aldea de Asuka, en Nara.
9. El Palacio Imperial fue abatido por un rayo.
10. «Yuge no Moriya» es Mononobe no Moriya (m. 587), oficial de la Corte opositor al budismo. Se lo conocía también como Mononobe no Yuge no Moriya, porque el clan al que pertenecía su madre era el clan Yuge.
11. Nakatomi no Katsumi (m. 587) fue un líder militar del período Yamato, opositor al budismo. Murió a manos de Tomi no Ichihi, súbdito del príncipe Shotoku.
12. Toyokuni (s. f.) fue un sacerdote naturalizado, proveniente del reino coreano de Paekche.
13. La expresión «gran deidad» indica en este caso a Futsu no Mitama no Okami, deidad del Santuario de Isonokami, situado en Futsu, Nara; fue venerada por la familia Mononobe, que la consideraba la divinidad tutelar de su clan.
14. Hata no Kawakatsu (s. f.) fue un cortesano que gozó de la confianza del príncipe Shotoku. Se dice que, después de la muerte del Príncipe, aquel erigió el templo Hachioka-dera (también conocido como Koryu-ji) para honrar su memoria.
15. El Zenko-ji era un templo adscrito a las escuelas Tendai y Tierra Pura, situado en lo que en la actualidad es la prefectura de Nagano. Según los documentos de dicho templo, la estatua entronizada originalmente allí fue la que el rey Syǒngmyǒng había enviado al emperador Kimmei. El documento consigna que la imagen fue transportada a Nagano por Honda Zenko y entronizada en 642 en un templo que luego sería el Zenko-ji. Sin embargo, en Crónicas del Japón se sostiene que la imagen enviada por el Rey era la de Shakyamuni. Es posible que, con el surgimiento de la escuela Tierra Pura, la estatua original hubiera sido reemplazada por otra del buda Amida.
16. Templo situado en Asuka, Nara, supuestamente construido por el príncipe Shotoku. En la actualidad, pertenece a la escuela Tendai.
17. Referencia a lo acaecido al emperador Ming (28-75), que, según la tradición, soñó con un hombre de oro que levitaba sobre el jardín. Al despertar, el soberano preguntó a sus ministros qué significaba ese sueño. Uno de ellos dijo haberse enterado del nacimiento de un venerable en la región occidental, durante el reinado del rey Chao, de la dinastía Chou, y afirmó que ese venerable había recibido el nombre de «Buda». El Emperador, entonces, envió dieciocho emisarios a la región occidental en busca de las enseñanzas del Buda. A solicitud de dichos emisarios, dos monjes budistas indios viajaron a la China en 67 d. C. portando escrituras e imágenes sobre sus caballos blancos.
18. Sutras traducidos al chino por Chu Fa-lan y Kashyapa Matanga; entre ellos, el Sutra de las cuarenta y dos secciones.
19. Aquí el término «dos venerables» alude a dos de los Cinco Emperadores: T’ang Yao y Yü Shun.
20. Lü Hui-t’ung fue un creyente taoísta de la dinastía Han posterior. De acuerdo con el Registro del linaje del Buda y de los patriarcas, él y otros taoístas se convirtieron al budismo en el año 71, cuando fueron derrotados en un debate, en presencia del emperador Ming.
21. Los «tres emperadores» son Kimmei, Bidatsu y Yomei; los «dos súbditos» son Mononobe no Moriya y Nakatomi no Katsumi.
22. Soga no Iruka (m. 645) fue un oficial de la Corte del período Yamato. En la era de la emperatriz Kogyoku (r. 642-645), tomó las p.883riendas del gobierno y perpetró incontables atrocidades. En 643, obligó a suicidarse al príncipe Yamashiro no Oe, hijo del príncipe Shotoku. A partir de entonces, tuvo libertad para manejar los asuntos de estado a su voluntad. Murió a manos de Naka no Oe, quien luego llegaría a ser el emperador Tenji, y de Nakatomi no Kamako (Fujiwara no Kamatari); tras la muerte de Soga no Iruka, el padre de este, Emishi, incendió su propia casa y pereció entre las llamas.
23. Sho-bo y Noto-bo fueron discípulos de Nichiren Daishonin que luego abandonaron la fe. Se supone que Sho-bo comenzó a dudar del Daishonin en la época del exilio a Izu, en 1261; tiempo después, se sumó a sus detractores. En cuanto a Noto-bo, es probable que haya abandonado la fe alrededor de 1271.
24. Se piensa que los guardianes nocturnos eran escoltas de Shijo Kingo que vivían en la residencia de este. Las propiedades de esos hombres habían sido confiscadas a causa de su fe en las enseñanzas del Daishonin.
25. La «petición» aquí mencionada se refiere a La carta de petición de Yorimoto, escrita por el Daishonin al señor feudal Ema, el vigésimo quinto día del sexto mes, en 1277, en nombre de Shijo Kingo. En dicha carta, explica la falsedad de las acusaciones presentadas contra su discípulo. Finalmente, Kingo conservó la carta pero no la envió a su amo.