Nota de los editores.

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7 de febrero de 2024

Tomo 1 - El maestro del Tripitaka Shan-wu-wei

El Sutra del loto es el corazón y la médula de las enseñanzas sagradas expuestas por el buda Shakyamuni durante el curso de su existencia; es el cimiento de las ochenta mil doctrinas budistas. Las diversas enseñanzas exotéricas y esotéricas —⁠como el Sutra Mahavairochana, el Sutra de la guirnalda de flores, los Sutras de la sabiduría y el Sutra de los profundos secretos⁠— fueron difundidas en la China, la India, los palacios de los reyes dragones y el mundo de los seres celestiales. Además, están las enseñanzas predicadas por los budas en las tierras de las diez direcciones, numerosas como los granos de arena del Ganges o como las partículas de polvo de la tierra. Uno no alcanzaría a registrarlas por escrito ni aunque empleara toda el agua de los océanos para fabricar tinta sumi y convirtiera todos los árboles y arbustos del gran sistema planetario en pinceles de escritura. Y sin embargo, cuando las estudio y pondero su contenido, veo que, de todos esos sutras, el Sutra del loto ocupa el lugar más elevado.

No obstante, en las diversas escuelas de la India y en los círculos budistas del Japón hubo muchos eruditos y maestros que no pudieron comprender la verdadera intención del Buda. Algunos de ellos declararon que el Sutra Mahavairochana era superior al Sutra del loto. Otros dijeron que este era inferior al Sutra Mahavairochana y, también, al Sutra de la guirnalda de flores, o que el Sutra del loto era inferior al Sutra del nirvana, a los Sutras de la sabiduría o al Sutra de los profundos secretos. Además, algunos afirmaron que cada escritura poseía su carácter distintivo y, por tal motivo, tenía aspectos superiores e inferiores. Otros manifestaron que el valor de un sutra particular dependía de que concordase o no con la capacidad de la gente; los sutras superiores eran los que se adecuaban al entendimiento de la población de su época, mientras que los inferiores carecían de esta cualidad. En este mismo tenor, algunas personas alegaron que, si la gente tenía la capacidad de entrar en el Camino mediante la enseñanza que afirmaba que todas las cosas poseían sustancia, en tal caso se debía condenar la enseñanza de que todas las cosas carecían de sustancia, y ensalzar sólo la doctrina anterior. Y recomendaron que este mismo principio se aplicara a todas las demás situaciones.

Como en esa época nadie refutó tales doctrinas, los gobernantes y funcionarios ignorantes comenzaron a creer en ellas con fervor, y a donar tierras de labranza para la manutención de quienes las predicaban, hasta que el número de seguidores de estas enseñanzas llegó a ser considerable. Y una vez que estas doctrinas se afianzaron en el tiempo, la población se convenció absolutamente de que eran correctas y ni siquiera en sueños pensó en cuestionarlas.

Pero luego, con el advenimiento del Último Día, apareció alguien más sabio que los eruditos y maestros seguidos por la gente de esa época.1 Esta persona comenzó a cuestionar, una por una, las doctrinas propugnadas por los primeros maestros y estudiosos, y a criticarlas señalando que diferían de las escrituras en las cuales se basaban. Apoyándose sólo en los sutras, esclareció que, a la hora de formular sus doctrinas, los eruditos y maestros no habían sabido distinguir entre los sutras expuestos en la primera etapa de la prédica del Buda y las enseñanzas predicadas después, o entre doctrinas superficiales y profundas. Denunciados de tal forma, los seguidores de estas doctrinas vieron que eran incapaces de defender las teorías erróneas postuladas por los fundadores de las diversas escuelas, y no supieron cómo responder. Algunos, ante la duda, declararon que los eruditos y maestros con seguridad debían de haber identificado pruebas documentales en los sutras y tratados, pero que ellos, al carecer de la sabiduría necesaria, no estaban capacitados para defender sus doctrinas con solvencia. Otros, también en la duda, admitieron que sus maestros habían sido sabios y hombres doctos de los tiempos pretéritos, pero no así ellos mismos, personas ignorantes de la última época. De tal forma, convencieron a gente virtuosa o influyente de que se aliara con ellos, y se opusieron de manera frontal a aquel que cuestionaba sus creencias.

Pero yo he desechado los prejuicios, tanto los contrarios a las opiniones ajenas como los que obraban en mi favor, e hice a un lado las nociones propuestas por los eruditos y maestros. En cambio, basándome exclusivamente en citas de los sutras, he llegado a comprender que el Sutra del loto merece ocupar el primer lugar. Si alguien dijera que otra enseñanza supera al Sutra del loto, hemos de suponer que es por alguna de estas dos razones: primero, porque ha sido engañado por pasajes de otras escrituras similares al Sutra del loto; o, segundo, ha sido embaucado con «sutras» inventados por terceros en épocas posteriores, y atribuidos al Buda en forma fraudulenta. Carentes de sabiduría para distinguir lo verdadero de lo falso, tal vez hayan aceptado esos textos pensando que eran palabras reales del Buda. Desde Hui-neng y su Sutra de la plataforma, o Shan-tao y su Sutra de la enseñanza sobre la meditación,2 hubo muchos falsos maestros en la India, la China y el Japón que no tuvieron reparos en inventar sus propios «sutras» y en predicarlos al mundo. Además, hubo muchos otros que pergeñaron supuestos pasajes de sutras o introdujeron sus propias palabras en el contenido de las escrituras.

Por desventura, hay gente ignorante que acepta estos textos espurios y los considera genuinos. Son como la persona ciega a quien le dicen que en el cielo nocturno hay estrellas más brillantes que el sol o la luna, y lo da por cierto. Cuando alguien argumenta que su maestro fue un sabio u hombre docto de la Antigüedad, mientras que Nichiren es un simple necio del Último Día, los ignorantes tienden a creerle.

Esta no es, de ninguna manera, la primera vez que surgen dudas así. Durante las dinastías chinas Ch’en y Sui (557-618), vivió un sacerdote de bajo rango llamado Chih-⁠i, quien llegó a ser mentor de los emperadores de ambas dinastías y honrado con el título de «gran maestro T’ien-t’ai Chih-che». Antes de cosechar reconocimiento, refutó las doctrinas de los diversos maestros y mentores del Tripitaka que habían vivido en la China en los quinientos años previos o antes aún, e incluso refutó a los eruditos que habían enseñado en la India durante un milenio. A raíz de ello, los hombres de sabiduría de la China meridional y septentrional se unieron en son de protesta como nubes en el cielo, y los sabios y doctos del este y el oeste se alzaron como una constelación de estrellas. Sobre él llovieron torrentes de críticas, y sus doctrinas fueron azotadas con la fuerza de un vendaval. Y, sin embargo, terminó refutando las doctrinas erróneas y unilaterales de los eruditos y maestros, y estableciendo las enseñanzas correctas de la escuela T’ien-t’ai.

De la misma forma, durante el reinado del emperador Kammu vivió en el Japón un humilde sacerdote llamado Saicho, que luego llegó a ser honrado como el «gran maestro Dengyo». Refutó las doctrinas expuestas por los maestros budistas de las diversas escuelas japonesas durante los más de doscientos años transcurridos desde [que el budismo ingresó en el país en] el reinado del emperador Kimmei. Al principio, fue blanco de la furia del pueblo, pero luego todos coincidieron en adoptarlo como maestro.

La gente había criticado a T’ien-t’ai y a Dengyo diciendo: «Los fundadores de nuestras escuelas fueron eruditos pertenecientes a las cuatro categorías de venerables, y sabios y hombres doctos de los tiempos antiguos, mientras que usted es apenas un hombre ordinario y necio, nacido a finales del Día Medio de la Ley». Pero la cuestión no es si uno vive en el Día Primero, Medio o Último de la Ley; lo que hay que considerar es si uno se basa en el texto del sutra verdadero. Lo importante —⁠reitero⁠— no es quién predica una doctrina, sino que esa doctrina concuerde con la verdad.

Los creyentes no budistas criticaron al Buda diciendo: «Usted es un hombre necio, nacido a fines del kalpa de formación y a comienzos del kalpa de continuación,3 mientras que los maestros originales de nuestras doctrinas fueron hombres sabios de tiempos antiguos, así como también las dos deidades4 y los tres ascetas». Y sin embargo, pese a todo, las noventa y cinco escuelas no budistas fueron desechadas.

Cuando yo, Nichiren, consideré las ocho escuelas budistas, descubrí lo siguiente: Características del Dharma, Guirnalda de Flores y Tres Tratados —⁠basadas en sutras provisionales⁠— declaran que los sutras provisionales son iguales al sutra verdadero o, incluso, que este es inferior a aquellos. Es obvio que son errores originados en las palabras de los eruditos y maestros que fundaron dichas escuelas. Hay un caso especial: el de las escuelas Tesoro del Análisis del Dharma y Establecimiento de la Verdad,5 mientras que la escuela Preceptos representa el nivel más bajo de las enseñanzas del Hinayana.

Los eruditos superan a los maestros comunes, y el sutra del Mahayana verdadero supera los sutras del Mahayana provisional. El Sutra Mahavairochana de la escuela Palabra Verdadera no se compara con el Sutra de la guirnalda de flores, ni mucho menos con el Sutra del nirvana o el Sutra del loto. Y sin embargo, cuando el maestro del Tripitaka Shan-wu-wei juzgó los méritos relativos del Sutra de la guirnalda de flores, del Sutra del loto y del Sutra Mahavairochana, erró en su interpretación al declarar que, aunque el Sutra del loto y el Sutra Mahavairochana eran iguales en cuanto a sus principios, el último era superior en cuanto a la práctica. Desde ese momento, los seguidores de la escuela Palabra Verdadera han afirmado con soberbia que el Sutra del loto no podía siquiera compararse con el Sutra de la guirnalda de flores, y mucho menos con los de la escuela Palabra Verdadera; o que el Sutra del loto ni siquiera estaba a la altura del Sutra Mahavairochana, porque no mencionaba mudras ni mantras. También aseguran que muchos de los maestros y patriarcas de la escuela Tendai han reconocido la superioridad de la escuela Palabra Verdadera y dicen que la opinión popular, en esta misma línea de pensamiento, coincide en que esta escuela es superior.

Ya que tantas personas sostienen ideas equivocadas sobre este tema, me he puesto a estudiarlo con detenimiento. En otros escritos —⁠que espero usted consulte⁠— dejé asentadas mis conclusiones. Anhelo que las personas que buscan el Camino aprovechen muy bien sus días en esta existencia para aprender la verdad sobre esta cuestión y transmitirla a otros.

Que tantas personas sostengan creencias equivocadas no es algo que deba intimidarnos. Por otro lado, la verdad de una creencia no depende de que esta haya sido proclamada durante mucho o poco tiempo. Lo decisivo, en todo esto, es que se ajuste al texto de las escrituras y a la razón.

En el caso de la escuela Tierra Pura, los sacerdotes chinos T’an-luanTao-ch’o y Shan-tao cometieron numerosos errores y condujeron a muchísimas personas a adoptar ideas falsas. En el Japón, Honen adoptó las enseñanzas de estos hombres y no sólo llevó a todos a creer en el Nembutsu, sino que, además, intentó erradicar las demás escuelas del Imperio. Los tres mil sacerdotes del monte Hiei, y los del Kofuku-ji, el Todai-ji y los demás templos de Nara —⁠de hecho, los sacerdotes de las ocho escuelas⁠— trataron de detener esta iniciativa; a raíz de ello, los distintos emperadores promulgaron edictos y el sogunato impartió órdenes para impedir que esta enseñanza se diseminara en el país. Pero todo fue en vano. Por el contrario, floreció con más fuerza, y llegó un momento en que el Emperador, el Emperador retirado y toda la población terminaron creyendo en ella.

Yo, Nichiren, soy hijo de una humilde familia; nací en un pueblo costero situado en Kataumi, Tojo, provincia de Awa, y soy un súbdito desprovisto de toda virtud o autoridad. Me he preguntado qué podría hacer yo, si el repudio de los templos de Nara y del monte Hiei, sumado a las enérgicas prohibiciones de los emperadores, no lograron hasta ahora detener las enseñanzas del Nembutsu. Pero, tomando como espejo los pasajes de los sutras y usando como brújula las enseñanzas de T’ien-t’ai y de Dengyo, durante diecisiete años he venido fustigando aquellas doctrinas, desde el quinto año de la era Kencho (1253) hasta el año actual, séptimo de la era Bun’ei (1270). Y, como puede comprobarse a simple vista, la difusión del Nembutsu en el Japón ha cesado ostensiblemente. Aunque queden personas que siguen entonando el Nembutsu por fuera, según creo, en su fuero interno saben que esa enseñanza no los librará de las aflicciones del nacimiento y la muerte.

Por su parte, la escuela Zen también comete errores doctrinales. Basta con observar un solo hecho para inferir diez mil, así que puedo poner fin a los errores de la escuela Palabra Verdadera y de todas las demás corrientes cuando lo desee. La «sabiduría» de los maestros y otros monjes eminentes de la escuela Palabra Verdadera en la actualidad no se compara con la de un buey o un caballo; su «luz» es menor que la de una luciérnaga. Esperar algo de ellos es como poner arco y flechas en manos de un difunto, o como interrogar a alguien que habla en sueños. Sus manos forman el gesto de los mudras, su boca repite los mantras, pero su corazón no entiende los principios del budismo. De hecho, su mente arrogante adquiere la altura de una montaña, y la codicia de su corazón es más honda que el mar. Y todas estas opiniones erradas que antes mencioné se deben a la confusión que reina en ellos sobre la superioridad relativa de los muchos sutras y tratados, y a que ninguno ha corregido los errores iniciales introducidos por los fundadores de dichas escuelas.

Desde luego, la gente sabia debería aplicarse al estudio de las ochenta mil doctrinas budistas y familiarizarse con las doce divisiones de las escrituras. Pero las personas ignorantes que viven en esta época nuestra, tan malvada y confusa —⁠el Último Día⁠—, deberían descartar el «camino difícil de practicar» y el «camino fácil de practicar» del que tanto hablan los seguidores del Nembutsu, y consagrarse únicamente a entonar Nam-myoho-renge-kyo, el daimoku del Sutra del loto.

Cuando asoma el Sol en el cielo oriental, su intensa luz ilumina todo el firmamento sobre el gran continente meridional de Jambudvipa. Pero el débil fulgor de una luciérnaga jamás puede alumbrar una nación entera. El que lleva sujeta a su túnica una joya que concede los deseos, puede hacer realidad lo que anhele. Pero una piedra común o un pedazo de escombro no brindarán tesoro alguno. El Nembutsu y otras prácticas, puestos frente al daimoku del Sutra del loto, son como piedras y escombros comparados con una gema de valor, o como el destello de una luciérnaga ante el resplandor del Sol.

¿Cómo podemos nosotros, personas de burda visión, distinguir el verdadero color de las cosas con la débil luz de una luciérnaga? Lo cierto es que los sutras inferiores y provisionales del Nembutsu y de Palabra Verdadera no son enseñanzas capaces de guiar a la Budeidad a los hombres comunes.

Nuestro maestro, Shakyamuni El Que Así Llega, expuso ochenta mil doctrinas sagradas a lo largo de su vida de prédica. Fue el primer Buda que apareció en este, nuestro mundo saha, que hasta entonces no había sabido de ningún otro buda; y fue él quien abrió los ojos de todos los seres vivos. De él recibieron instrucción los demás budas y bodhisattvas de oriente y de occidente, y de las tierras de las diez direcciones.

El período anterior a su advenimiento fue como la época previa a la aparición de los soberanos y emperadores6 de la antigua China, cuando los seres humanos no sabían quiénes eran sus padres y vivían como bestias. Antes del emperador Yao, la gente no reconocía los deberes que debía cumplir en las cuatro estaciones, y era tan ignorante como los bueyes o los caballos.

Antes de que el buda Shakyamuni adviniera a este mundo, no existían las órdenes de sacerdotes o monjas; sólo había dos categorías de personas: hombres y mujeres. Pero ahora hay monjes y monjas que, al ser instructores de la escuela Palabra Verdadera, han decidido tomar como objeto de devoción a Mahavairochana El Que Así Llega y relegar a una posición inferior a Shakyamuni El Que Así Llega. O que al profesar la fe en el Nembutsu, honran exclusivamente al buda Amida y descartan a Shakyamuni El Que Así Llega. Estos monjes y monjas deberían estar honrando su deuda de gratitud con el buda Shakyamuni pero no lo hacen, por culpa de las enseñanzas erróneas transmitidas por los fundadores de esas escuelas.

Hay tres razones por las cuales Shakyamuni El Que Así Llega, más que ningún otro buda, tiene relación con todos los seres vivos de este mundo saha. En primer lugar, es el Honrado por el Mundo, soberano de todos los seres vivos de este mundo saha. El buda Amida no es monarca de este mundo; en tal sentido, el buda Shakyamuni es como el gobernante del país en que vivimos. Ante todo, honramos al regente de nuestra propia tierra, y sólo después rendimos tributo a las autoridades de otros países. La Diosa del Sol y el gran bodhisattva Hachiman son los soberanos originarios de nuestra nación, manifestaciones provisionales del buda Shakyamuni que aparecieron con forma de deidades nativas. El que vuelve las espaldas a estas deidades no puede llegar a ser gobernante de este país. Así pues, la Diosa del Sol se encuentra encarnada en un espejo sagrado conocido como naishidokoro,7 y el gran bodhisattva Hachiman recibe a emisarios imperiales portadores de informes y encargados de recibir su oráculo. Shakyamuni, el Gran Iluminado Honrado por el Mundo, es nuestro augusto soberano. Es él quien debe ser venerado como objeto de devoción.

La segunda razón es que Shakyamuni El Que Así llega es el padre y la madre de todos los seres vivos de este mundo saha. Es correcto que, ante todo, brindemos amor filial a nuestros padres, y sólo luego respetemos de igual modo a los progenitores de otras personas. Tenemos como ejemplo al rey Wu de la antigua dinastía Chou, que talló en madera una imagen de su difunto padre y la montó en un carruaje, nombrándola general al frente de las tropas en combate. El cielo, conmovido por su actitud, lo protegió y, de ese modo, el rey Wu pudo vencer a su enemigo Chou, rey de Yin.

El antiguo soberano Shun rompió en llanto, afligido porque su padre se había quedado ciego, pero cuando le acarició los ojos con sus manos humedecidas por las lágrimas, el padre recobró la vista.8 El buda Shakyamuni hace lo mismo con nosotros, los seres vivos: al abrir nuestros ojos abre «el portal de la sabiduría del Buda»9 inherente a cada persona. Ningún otro buda había hecho hasta entonces algo igual.

La tercera razón es que Shakyamuni El Que Así Llega es el maestro original de todos los seres vivos de este mundo saha. Nació en la India central, hijo del rey Shuddhodana, durante el noveno kalpa de declinación en el actual Kalpa Sabio, cuando la vida de los seres humanos duraba cien años. A los diecinueve, abandonó la vida familiar y a los treinta logró la iluminación. Y a partir de entonces pasó los cincuenta años restantes de su vida exponiendo las enseñanzas sagradas. A los ochenta, falleció dejando sus reliquias10 como medio de salvación para todos los seres vivos de los días Primero, Medio y Último de la Ley. Por otra parte, Amida El Que Así Llega, el buda Maestro de la MedicinaMahavairochana y los demás son budas de otros mundos; no son Honrados por el Mundo de esta, nuestra tierra.

Este mundo saha es el más bajo de todos los mundos de las diez direcciones; su lugar se compara con el que ocupa una cárcel dentro de una nación. Todas las personas de los mundos de las diez direcciones que han cometido alguna de las diez malas acciones o de las cinco faltas capitales, o la gravísima ofensa de denigrar la enseñanza correcta, u otros crímenes terribles por cuya causa han sido expulsados de esas tierras por los budas y Los Que Así Llegan, fueron reunidas aquí, en esta tierra saha, por Shakyamuni El Que Así Llega. Tales personas, que cayeron en los tres malos caminos o en la gran fortaleza del infierno del sufrimiento incesante, y que, a su tiempo, debieron sufrir por sus faltas, han renacido en el estado de los seres humanos o celestiales. Pero como todavía conservan resabios de su mala conducta previa, son proclives a cometer fácilmente más causas negativas, ya sea actuando contra la enseñanza correcta o hablando de las personas sabias con desprecio. Así, por ejemplo, aunque Shariputra había logrado el estado de arhat, en ocasiones se entregaba a la ira. Pese a que Pilindavatsa11 se había liberado de las ilusiones del pensamiento y del deseo, exhibía una mentalidad arrogante; aunque Nanda había renunciado a todo apego sexual, seguía acariciando el pensamiento de dormir con una mujer. Hasta estos discípulos del Buda, que habían eliminado las ilusiones, seguían conservando resabios. ¡Cuánto más ha de ocurrirnos a las personas comunes! Y sin embargo, Shakyamuni El Que Así Llega entró en este mundo saha con el título «El Que Puede Resistir». Se lo llama así porque no condena a las personas a causa de sus actos contra la Ley, sino que se muestra tolerante con ellas.

Tales, entonces, son las cualidades especiales [que posee el buda Shakyamuni, y] de las que otros budas carecen.

El buda Amida y los otros diversos budas decidieron hacer votos misericordiosos; por eso han aparecido en este mundo saha aun cuando eso los avergonzaba.12 El buda Amida proclamó sus cuarenta y ocho juramentos, y el buda Maestro de la Medicina, sus doce grandes juramentos. Lo mismo hicieron Percibir los Sonidos del Mundo y otros bodhisattvas oriundos de otras tierras.

Si consideramos a los budas desde la igualdad invariable de su iluminación, no encontramos diferencias entre ellos. Pero cuando los observamos desde las disparidades siempre presentes en sus prédicas, lo que vemos es que cada uno tiene su propio reino en los mundos de las diez direcciones, y que distinguen entre personas con quienes ya han tenido alguna clase de relación y otras con quienes no guardan ningún tipo de vínculo.

Cada uno de los dieciséis hijos del buda Excelencia de la Gran Sabiduría Universal estableció su residencia en una tierra distinta de las diez direcciones, y allí condujo a la salvación a sus propios discípulos. Shakyamuni El Que Así Llega fue uno de esos dieciséis hijos, y apareció en este mundo saha. Nosotros, los hombres y mujeres comunes, también nacimos en la misma tierra que él. Por lo tanto, de ningún modo debemos apartarnos de las enseñanzas de Shakyamuni El Que Así Llega. Pero la gente no logra entenderlo. Si examinaran la cuestión detenidamente, comprenderían que no deberían alejarse de la mano protectora de Shakyamuni El Que Así Llega [pues, como afirma el Sutra del loto:] él es «la única persona que puede rescatar y proteger a los demás».13

Por tal razón, si todos los seres vivos de este mundo saha detestan los sufrimientos del nacimiento y la muerte, y desean tener un objeto de devoción al cual dirigir su respeto, ante todo deben hacer imágenes del buda Shakyamuni, pintadas o talladas en madera, y tomarlas como objeto de devoción. Luego, si aún les quedan energías, que busquen además imágenes de Amida y de otros budas.

Sin embargo, cuando los hombres de este mundo, poco avezados al Camino sagrado,14 deciden tallar o pintar imágenes de algún buda, en vez de dar prioridad a Shakyamuni prefieren a otros. Esto no concuerda con las intenciones de estos otros budas ni con el propósito de Shakyamuni El Que Así llega, y tampoco se adecua al decoro secular.

Cuando el gran rey Udayana talló una imagen de sándalo rojo, no eligió a otro buda; de la misma manera, la pintura ofrecida al rey Mil Stupas15 fue de Shakyamuni El Que Así Llega. Pero los hombres de la época actual se basan en los diversos sutras del Mahayana, y como creen que el sutra en que confían es superior a todos los otros, relegan al buda Shakyamuni a un lugar secundario.

Los maestros de la escuela Palabra Verdadera, convencidos de que el Sutra Mahavairochana supera todos los demás sutras, consideran que Mahavairochana El Que Así Llega, descrito allí como el Buda supremo, es aquel con quien mantienen un vínculo especial. Por su parte, los sacerdotes del Nembutsu, que depositan toda su fe en el Sutra de la meditación, consideran que es el buda Amida quien posee una relación especial con este, nuestro mundo saha.

Debido a que las personas de nuestra época, en particular, han creído erróneamente que las doctrinas de Shan-tao y de Honen eran correctas y han adoptado como guía los tres sutras de la Tierra Pura, ocho o nueve de cada diez templos erigidos han entronizado al buda Amida como principal objeto de devoción. Y en las moradas de los sacerdotes y creyentes laicos, en hogares de a docenas, cientos o miles, el salón de las imágenes adosado a las residencias está consagrado al buda Amida. Más aún, de las mil o diez mil pinturas e imágenes de budas que hoy se encuentran en una propiedad, la gran mayoría son del buda Amida.

Sin embargo, personas supuestamente esclarecidas en tales cuestiones ven que esto ocurre y no lo juzgan desafortunado. Al contrario, opinan que dichos asuntos concuerdan con sus propias ideas y, en consecuencia, los comentan con alabanza y admiración. Por paradójico que esto pueda resultar, son las personas malvadas, sin entendimiento alguno sobre los principios de causa y efecto y sin propensión a venerar a ningún buda, las que parecen están libres de error con respecto al budismo.

Shakyamuni, el Honrado por el Mundo —⁠que es nuestro padre y nuestra madre y está dotado de las tres virtudes de soberano, maestro y padre⁠— es quien nos alienta a las personas rechazadas por todos los demás budas, diciendo: «Soy la única persona que puede rescatar y proteger a los demás». La deuda de gratitud que hemos contraído con él es más profunda que el océano, más grande que la tierra, más inmensa que el firmamento. Aunque tuviésemos que arrancarnos los ojos de las órbitas y depositarlos ante él como ofrenda apilando más ojos que las estrellas del cielo; aunque debiésemos arrancarnos la piel y desplegarla de a cientos de miles de decenas de miles, hasta que las pieles cubriesen la bóveda celeste; aunque tuviéramos que darle nuestras lágrimas como ofrendas de agua y entregarle flores durante miles, decenas de miles y millones de kalpas; aunque debiéramos obsequiarle nuestra carne y nuestra sangre durante kalpas innumerables, hasta que la carne formara montañas y la sangre desbordara como los océanos, así y todo, jamás lograríamos saldar ni una fracción de la deuda que mantenemos con este Buda.

Pero los estudiosos de nuestra época se aferran a sus ideas distorsionadas. Así y todo, sepan que si vuelven las espaldas a este principio, aunque sean eruditos y hayan dominado las ochenta mil doctrinas budistas, aunque hayan grabado en su memoria las doce divisiones de las escrituras y observen estrictamente todos los preceptos del Hinayana y del Mahayana, no podrán evitar caer en los caminos del mal.

Como ejemplo de esto que digo, observemos al maestro del Tripitaka Shan-wu-wei, fundador de la escuela Palabra Verdadera en la China. Fue hijo del rey Simiente del Buda,16 monarca del reino indio de Udyana. El buda Shakyamuni abandonó el palacio de su padre a los diecinueve años para abrazar la vida religiosa. Pero este maestro del Tripitaka abdicó el trono a los trece años y, a partir de entonces, viajó por los setenta estados indios recorriendo noventa mil ris a pie y familiarizándose con los muchos sutras, tratados y escuelas del budismo. En un reino situado al norte de la India, se detuvo al pie del stupa erigido por el rey Granos de Oro,17 alzó los ojos al cielo y se puso a orar, tras lo cual apareció suspendido en el aire el mandala del Reino de la Matriz, y en su centro, sentado, Mahavairochana El Que Así Llega.

Shan-wu-wei, movido por su compasión, decidió propagar el conocimiento de esta enseñanza a las regiones remotas. Entonces se marchó a la China, donde transmitió sus doctrinas secretas al emperador Hsüan-tsung. Durante una gran sequía oró para que lloviera y, al término de tres días, la lluvia llegó. Este maestro del Tripitaka conocía exhaustivamente los ideogramas sementinos18 que representaban a los mil doscientos y más honorables, con sus formas augustas y sus samayas.19 Hoy, todos los seguidores de la escuela Palabra Verdadera pertenecientes al To-ji y a los demás templos japoneses de esta escuela se consideran discípulos del maestro del Tripitaka Shan-wu-wei.

Pero cuando el maestro del Tripitaka falleció en forma repentina, en ese mismo momento aparecieron numerosos guardianes del infierno, lo ataron con siete cuerdas de hierro y lo condujeron al palacio de Yama, el amo del infierno. Fue un acontecimiento de lo más extraño.

¿Por qué falta merecía ser reprendido de esa manera? En la existencia que acababa de vivir, tal vez pudo haber cometido alguna de las diez malas acciones, pero, con toda seguridad, no fue culpable de las cinco faltas capitales. Y en cuanto a sus existencias pasadas, dado que había renacido como gobernante de un gran reino, tuvo que haber observado los diez buenos preceptos con rigor, y servido a quinientos budas de manera leal.20 ¿Qué falta, entonces, pudo haber cometido?

Además, a los trece años renunció voluntariamente al trono real y adoptó la vida religiosa. Su afán de lograr la iluminación era insuperable en todo el territorio de Jambudvipa. Sin duda, esta virtud tiene que haber neutralizado cualquier falta leve o grave que pudiera haber cometido en esta existencia o en vidas anteriores. Además, efectuó un estudio exhaustivo de los cuantiosos sutras, tratados y escuelas que, en esa época, se propagaban en la India, y es posible que este hecho también haya atenuado cualquier mala acción de su parte.

Sumado a todo esto, las doctrinas esotéricas de la escuela Palabra Verdadera son diferentes de las demás enseñanzas del budismo. Ellas declaran que si uno hace un solo mudra con las manos o pronuncia un solo mantra con la boca, erradicará, con seguridad, hasta las faltas más graves acumuladas en las tres existencias: el pasado, el presente y el futuro. Asimismo, afirman que todas las faltas e impedimentos kármicos que uno haya creado durante el término de innumerables kotis de kalpas se extinguirán en el momento en que uno contemple los mandalas esotéricos. ¡Cuánto más cierto habrá de ser esto, por lo tanto, en el caso del maestro del Tripitaka Shan-wu-wei, que memorizó todos los mudras y mantras pertenecientes a los mil doscientos y más honorables; que entendió la práctica de la contemplación para lograr la Budeidad con la forma que uno posee, tan claramente como si la tuviera reflejada en un espejo, y se convirtió en el mismísimo Mahavairochana, Rey de la Iluminación, cuando se sometió a la ceremonia de unción ante los mandalas del Reino de Diamante y del Reino de la Matriz! ¿Por qué, entonces, debería un hombre así verse citado ante el rey Yama y expuesto a su condena?

Yo, Nichiren, había resuelto abrazar la enseñanza más excelsa de todas las que integraban las dos divisiones del budismo —⁠exotérico y esotérico⁠—, la que con mayor facilidad nos permitiera liberarnos de las aflicciones del nacimiento y la muerte. Con ese afán, he estudiado las doctrinas esotéricas de la escuela Palabra Verdadera en forma amplia, y he investigado esta cuestión de Shan-wu-wei. Pero nadie pudo responderme en forma cabal la pregunta antes planteada. Si este hombre no pudo escapar de los malos caminos, ¿cómo podrían evitarlos, en nuestra época, cualquiera de los maestros de la escuela Palabra Verdadera, o los sacerdotes y creyentes laicos que apenas ejecutaron un solo mudra o entonaron un solo mantra?

Habiendo examinado la cuestión en detalle, llegué a la conclusión de que hubo dos errores por los cuales Shan-wu-wei fue convocado ante el rey Yama para ser amonestado.

Ante todo, el Sutra Mahavairochana, lejos de ser inferior al Sutra del loto, no tiene punto de comparación siquiera con el Sutra del nirvana, el Sutra de la guirnalda de flores o los Sutras de la sabiduría. No obstante, Shan-wu-wei sostuvo que era superior al Sutra del loto, con lo cual cometió el error de denigrar la enseñanza correcta.

En segundo término, pese a que Mahavairochana El Que Así Llega es una manifestación corpórea del buda ShakyamuniShan-wu-wei propugnó la idea distorsionada de que aquel era superior al buda Shakyamuni, amo de las enseñanzas. La falta que representan estos actos es tan grave, que ninguna persona que los cometa puede evitar caer en los malos caminos, aun cuando practique la enseñanza de los mil doscientos y más honorables durante un período de kalpas innumerables.

Shan-wu-wei cometió estos errores, cuya retribución es tan difícil de eludir, y por eso de nada le sirvió practicar los mudras y mantras de los muchos honorables. Y sin embargo, pudo escapar de las cuerdas de hierro que lo mantenían sujeto cuando recitó las palabras del capítulo «Parábolas y semejanzas», del segundo volumen del Sutra del loto, que dicen: «Pero ahora, estos tres mundos son mis dominios, y los seres vivos que habitan allí son, todos, mis hijos [es decir, hijos de Shakyamuni]. Este lugar está plagado de dolores y de pruebas. Soy la única persona que puede rescatar y proteger a los demás».

Sea como fuere, todos los maestros de la escuela Palabra Verdadera que surgieron después de Shan-wu-wei afirmaron que el Sutra Mahavairochana era superior a los otros sutras y que superaba, incluso, al Sutra del loto. Asimismo, hubo otras personas que declararon que el Sutra del loto era inferior al Sutra de la guirnalda de flores. Aunque estos grupos difieren entre sí en sus aseveraciones, se asemejan en que todos han cometido la falta de denigrar la enseñanza correcta.

El maestro del Tripitaka Shan-wu-wei sostuvo la noción prejuiciosa de que tanto el Sutra del loto como el Sutra Mahavairochana debían ser tenidos en gran respeto, ya que ambos coincidían en los profundos principios que corporificaban, pero que el Sutra del loto era inferior al Sutra Mahavairochana porque no mencionaba nada sobre los mudras y mantras. Por su parte, los maestros de la escuela Palabra Verdadera que advinieron después de él opinaron que, con respecto a los importantes principios expresados, el Sutra del loto era inferior al Sutra Mahavairochana, para no hablar siquiera de la cuestión de los mudras y mantras. Así pues, fueron mucho más lejos en sus actos contra la enseñanza correcta, acopiando falta sobre falta. Es imposible creer que puedan eludir durante mucho tiempo la censura del rey Yama y el confinamiento en los tormentos del infierno. De hecho, en forma inmediata se abatirán sobre ellos las llamas del infierno Avichi.

El Sutra Mahavairochana original no contiene ninguna mención sobre el profundo principio de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital. Este principio se encuentra exclusivamente en el Sutra del loto. Pero el maestro del Tripitaka Shan-wu-wei hurtó y usurpó esta profunda enseñanza que el gran maestro T’ien-t’ai había expuesto basado en su lectura del Sutra del loto, y la introdujo en su propia interpretación del Sutra Mahavairochana. Luego, afirmó que los mudras y mantras del Sutra Mahavairochana —⁠que en principio habían sido expuestos sólo como realce y atavío del Sutra del loto⁠— eran los mismísimos elementos que marcaban la superioridad de aquél sobre este último. Shan-wu-wei no hacía sino exponer una noción distorsionada cuando señaló que el Sutra del loto y el Sutra Mahavairochana eran iguales en sus principios; y también se equivocó al afirmar que el Sutra Mahavairochana era superior en virtud de sus mantras y mudras.

Es como el caso del hombre necio y de baja alcurnia que considera sus seis órganos sensoriales como posesión personal, cuando, en realidad, pertenecen a su amo.21 Sólo que esta equivocación lo conduce a toda clase de conductas erróneas. Deberíamos tener en cuenta este ejemplo a la hora de interpretar los sutras, porque las doctrinas establecidas en enseñanzas inferiores sólo sirven como realce del sutra verdaderamente superior.

Yo, Nichiren, fui residente del [templo Seicho-ji, en el] monte Kiyosumi, aldea de Tojo, provincia de Awa. Desde mi tierna infancia, oré al bodhisattva Arca Sideral con el deseo de llegar a ser la persona más sabia de todo el Japón. Ante mis ojos, el bodhisattva se transformó en un sacerdote venerable y me concedió una joya de sabiduría, refulgente como el lucero matinal. De resultas de ello, sin duda, pude adquirir un dominio general de las principales enseñanzas pertenecientes a las ocho escuelas más antiguas del budismo japonés, así como a las escuelas Zen y Nembutsu.

Durante los dieciséis o diecisiete años transcurridos desde el quinto año (1253) de la era Kencho, aproximadamente, hasta el actual séptimo año de la era Bun’ei (1270), formulé diversas críticas a las escuelas Zen y Nembutsu. Esto hizo que los eruditos de dichas corrientes se agitaran como avispones y se agolparan como nubes, aunque, a decir verdad, es posible demoler sus argumentos con una o dos palabras.

Hasta los estudiosos de las escuelas Tendai y Palabra Verdadera, habiendo perdido de vista los principios trazados por sus propias escuelas sobre las enseñanzas que se debía adoptar y las que correspondía desechar, terminaron opinando en forma idéntica a sus pares de las escuelas Zen o Nembutsu. Como sus seguidores laicos favorecían tales ideas, han concluido que era mejor brindar apoyo a esas corrientes y a sus nociones erradas, declarando que las escuelas Tendai y Palabra Verdadera eran iguales al Nembutsu y al Zen. A raíz de ello, se han sumado a los otros con el propósito de refutarme. Pero aunque den la impresión de rebatirme, en realidad sólo están destruyendo sus propias enseñanzas de la escuela Tendai y Palabra Verdadera. ¡Lo que hacen es algo realmente vergonzoso; sí, vergonzoso!

Que yo haya podido discernir de esta forma los errores de los muchos sutras, tratados y escuelas responde al beneficio del bodhisattva Arca Sideral, y es algo que debo a mi anterior maestro Dozen-bo.

Se dice que hasta una tortuga sabe cómo saldar sus deudas de gratitud;22 ¡cuánto más deberíamos saberlo los seres humanos! Para saldar mi deuda con Dozen-bo, mi maestro de antaño, quise propagar las enseñanzas del Buda sobre el monte Kiyosumi y guiar a mi mentor hacia la iluminación. Pero él es un hombre asaz ignorante y, encima de ello, cree en el Nembutsu, por lo cual no he visto la forma de hacerle eludir los tres malos caminos. Para peor, tampoco es la clase de hombre proclive a escuchar instrucciones.

Así y todo, durante el primer año de la era Bun’ei (1264), el decimocuarto día del undécimo mes, me reuní con él en el albergue sacerdotal de Hanabusa, Saijo. En esa oportunidad, me refirió: «No tengo sabiduría ni esperanza de ser promovido a un puesto jerárquico. Soy un anciano sin ambición de fama, y no puedo nombrar a ningún sacerdote eminente del Nembutsu de quien yo haya sido discípulo. Pero como esta práctica ha cobrado tal difusión durante nuestro tiempo, hago lo que tantas personas, y repito las palabras Namu-Amida-butsu. Además, aunque no fue mi idea inicial, tuve ocasión de confeccionar cinco imágenes del buda Amida. Tal vez esto se deba a alguna costumbre kármica que establecí en existencias pasadas. ¿Supones que, a raíz de estas faltas, caeré en el infierno

En ese momento, por cierto, no tenía la menor intención de entrar en disputas con él. Pero hacía más de diez años que mi maestro y yo no nos veíamos, a causa del pasado incidente con el sacerdote laico Tojo Saemon Renchi,23 y esto, en cierta forma, imponía una distancia entre ambos que nos hacía sentir extraños. Por un lado, pensé que lo cortés y lo correcto sería razonar con él en términos moderados y contener mis palabras. Pero, por otro, en lo que respecta al nacimiento y a la muerte, ni el joven ni el anciano saben con certeza cuál será su destino; esto me hizo pensar que tal vez fuese mi última oportunidad de encontrarme con él. Ya había advertido al sacerdote Dogi-bo Gisho,24 hermano mayor de Dozen-bo, que si no cambiaba sus ideas se condenaría a caer en el infierno del sufrimiento incesante; dicen que su muerte fue mucho peor que todo lo que él había imaginado. Entonces, de sólo pensar que mi maestro Dozen-bo pudiese correr la misma suerte, me embargó la piedad y decidí hablarle en términos enfáticos.

Le expliqué que esas cinco imágenes que había hecho del buda Amida lo condenaban a caer cinco veces en el infierno del sufrimiento incesante. Y la razón —⁠le dije⁠— era que el Sutra del loto —⁠que el Buda predicó «descartando honestamente los medios hábiles»⁠—25 sostiene que Shakyamuni El Que Así Llega es nuestro padre, mientras que el buda Amida es nuestro tío. Cualquiera que haya hecho cinco imágenes de su tío para depositar ofrendas ante ellas, sin haber encargado una sola imagen de su propio padre, ¿podría ser respetado como hijo devoto? Hasta los cazadores montaraces o los pescadores, incapaces de distinguir el Levante del Poniente o de realizar una sola acción piadosa, cometen menos faltas que alguien así.

Hoy en día, los que buscan el Camino sin duda esperan tener una vida mejor en su próxima existencia. Y sin embargo, desechan el Sutra del loto y al buda Shakyamuni, pero no cesan ni un instante de venerar al buda Amida y de invocar su nombre. ¿Qué clase de conducta es esta? Aunque a los ojos de la gente se muestren como seres piadosos, no veo de qué forma conseguirán eludir su condena por rechazar a su propio padre y mostrar devoción a un extraño. Por otra parte, un individuo de extrema maldad jamás habría jurado ser fiel a ninguna enseñanza budista y, por tal motivo, tampoco habría cometido la falta de rechazar al buda Shakyamuni. En consecuencia, dadas las circunstancias propicias, sería perfectamente imaginable que alguien así llegase a confiar en Shakyamuni.

No creo que los seguidores de las enseñanzas erróneas de Shan-taoHonen y los eruditos budistas de nuestro tiempo —⁠que toman al buda Amida como objeto de devoción y se dedican por completo a la práctica de invocar su nombre⁠— puedan renunciar a sus ideas erradas y ser fieles al buda Shakyamuni y al Sutra del loto, ni siquiera al cabo de existencia tras existencia durante kalpas incontables. Por eso el Sutra del nirvana, predicado en el bosquecillo de árboles sal justo antes de la muerte del buda Shakyamuni, afirma que surgirán personas temibles, cuyas faltas serán más graves aún que las diez malas acciones o que las cinco faltas capitalesicchantikas, o personas de incredulidad incorregible, e individuos que denigrarán la enseñanza correcta. También leemos que tales personas se hallarán entre los hombres sabios que observan los doscientos cincuenta preceptos, ataviados con las tres túnicas del clero budista y llevando escudillas de mendicante.

Le expliqué todo esto detalladamente a Dozen-bo cuando se produjo aquel encuentro, aunque no pareció que hubiese entendido de manera cabal. Tampoco las demás personas presentes en esa ocasión dieron la impresión de comprender. Con todo, más tarde fui informado de que Dozen-bo llegó a abrazar la fe en el Sutra del loto. Concluí que, habiendo renunciado a sus viejas ideas distorsionadas, pudo llegar a vivir como un hombre de sólidas creencias, pensamiento que me colmó de felicidad. Cuando, luego, supe que también había hecho una imagen del buda Shakyamuni, no hallé palabras con qué expresar mi emoción. Quizá parezca que, en aquel encuentro que mantuvimos, me dirigí a él con excesiva dureza. Pero, en realidad, me limité a explicarle las cosas tal como las expone el Sutra del loto y, sin duda, por este motivo luego pudo actuar como lo hizo. Se dice que el buen consejo es áspero al oído, así como la medicina eficaz tiene amargo sabor.

Yo, Nichiren, he saldado la deuda de gratitud contraída con mi mentor, y estoy convencido de que tanto los budas como las deidades aprobarán mi proceder. Me gustaría pedir que se informe a Dozen-bo de todo lo que aquí relaté.

Aunque uno recurra a palabras severas, si ellas ayudan a la persona a quien van dirigidas, merecen ser consideradas palabras veraces y bondadosas. En forma análoga, aunque uno utilice expresiones amables, si causan perjuicio a su destinatario en realidad son palabras engañosas y lesivas.

Las doctrinas budistas predicadas por los eruditos de esta época son vistas por el común de la gente como palabras consideradas y ciertas, aunque, en verdad, son perjudiciales y engañosas. Lo digo porque se apartan del Sutra del loto, que constituye el auténtico propósito del Buda.

Por otro lado, cuando proclamo que los practicantes del Nembutsu caerán en el infierno del sufrimiento incesante o que las escuelas Zen y Palabra Verdadera están erradas, algunos podrán pensar que me expreso con dureza, pero en realidad mis palabras son bondadosas y veraces. Como ejemplo, podría señalar que si Dozen-bo pudo abrazar el Sutra del loto y hacer una imagen del buda Shakyamuni fue porque hablé con él de manera tajante. Y lo mismo se aplica a todo el pueblo del Japón. Hace diez años o más, prácticamente todos recitaban el Nembutsu. Pero hoy, verán que de cada diez personas, una o dos entonan sólo Nam-myoho-renge-kyo, mientras que dos o tres lo recitan en forma simultánea al Nembutsu. Y aun entre aquellos que recitan sólo el Nembutsu, hay quienes han comenzado a dudar y en su fuero interno creen en el Sutra del loto; algunos, incluso, han empezado a pintar o a tallar imágenes del buda Shakyamuni. Todo esto, también, ha sido producto de que yo hablara con palabras severas.

Esta reacción es como los fragantes árboles de sándalo que crecen en los hediondos bosques de erandas, o como los capullos de loto que se abren en el fango. Cuando proclamo que los seguidores del Nembutsu caerán en el infierno del sufrimiento incesante, los «hombres sabios» de nuestra época —⁠en realidad, no más sabios que bueyes o caballos⁠— tal vez se aventuren a atacar mis doctrinas. Pero, en verdad, son como perros carroñeros que ladran a un león rey, o como simios insensatos que se ríen de la deidad Shakra.


Nichiren


En el séptimo año de Bun’ei (1270).

 

Gijo-bo y Joken-bo


Antecedentes


Nichiren Daishonin escribió esta carta en Kamakura, en 1270, y la envió a Joken-bo y a Gijo-bo, dos sacerdotes que habían sido sus superiores en el templo Seicho-ji de la provincia de Awa, donde el Daishonin había iniciado su práctica del budismo. Aunque no se sabe con exactitud por qué redactó este escrito, probablemente lo haya hecho para expresar su alegría al saber que Dozen-bo —⁠como menciona al final de la carta⁠— había adoptado la fe en el Sutra del loto y había tallado una estatua del buda Shakyamuni [inspirado en este sentimiento]. A juzgar por las observaciones del Daishonin, podemos inferir que, aunque Dozen-bo no abandonó por completo sus creencias en el Nembutsu, comenzó a venerar al buda Shakyamuni y al Sutra del loto en el transcurso de 1270.

El Seicho-ji era, en principio, un templo perteneciente a la escuela Tendai, pero luego cayó bajo la influencia de las escuelas Palabra Verdadera y Tierra PuraDozen-bo, uno de los sacerdotes de mayor jerarquía en el Seicho-ji, había sido maestro de Nichiren Daishonin. Por tal motivo, este sentía una profunda deuda de gratitud hacia su viejo mentor. Posiblemente, el Daishonin haya querido agradecer que Dozen-bo hubiera comenzado a abrazar las enseñanzas del Sutra del loto.

En sentido amplio, esta carta consta de cinco partes. En la primera de ellas, Nichiren Daishonin proclama que, de los numerosos sutras budistas, el Sutra del loto constituye la enseñanza suprema, que concuerda en forma exacta con la verdadera intención del Buda. No obstante, la mayoría de los eruditos y maestros de la India, la China y el Japón menospreciaban el Sutra del loto y, en cambio, postulaban doctrinas erróneas que contradecían la intención del Buda. El Daishonin, siguiendo el ejemplo de grandes maestros como T’ien-t’ai y Dengyo, refuta sus doctrinas equivocadas basándose ya no en las opiniones de las distintas personas, sino directamente en los sutras.

En la segunda parte, señala los errores de las principales escuelas budistas del Japón; en particular, Palabra Verdadera y Tierra Pura. Puede que se haya centrado en estas dos, no sólo porque postulaban los errores más graves, sino porque Dozen-bo había profesado la fe en ambas doctrinas. El Daishonin, luego, define el daimoku de Nam-myoho-renge-kyo como la práctica para el logro universal de la Budeidad en el Último Día de la Ley. En la tercera parte, identifica a Shakyamuni como el buda kármicamente relacionado con todas las personas que viven en este mundo saha o terrenal, y explica que Shakyamuni posee las tres virtudes de soberano, maestro y padre, benéficas para todos los seres humanos. Por lo tanto, afirma, todos los habitantes del mundo saha deben reconocer la deuda de gratitud que tienen con Shakyamuni.

En la cuarta parte, a la cual debe su título este escrito, el Daishonin se refiere a Shan-wu-wei, el primero que llevó de la India a la China las enseñanzas esotéricas de la escuela Palabra Verdadera. La historia de Shan-wu-wei sirve para demostrar que hasta una persona sabia, que ha llegado a dominar todas las enseñanzas budistas, caerá en los malos caminos si desprecia a Shakyamuni y denigra el Sutra del loto. Cita el ejemplo de Shan-wu-wei para criticar, en forma indirecta, al templo Seicho-ji, que había caído bajo la influencia de la escuela Palabra Verdadera. En la quinta sección, expresa su agradecimiento al bodhisattva Arca Sideral, objeto de devoción original del templo Seicho-ji, y a su maestro Dozen-bo, y manifiesta su alegría de saber que este último había abrazado el Sutra del loto. Por fin, recalca la importancia de entablar un diálogo franco con aquellos que se han dejado confundir por enseñanzas que distorsionan la intención del Buda.


Notas


1. Aquí el Daishonin se refiere a sí mismo.

2. El Sutra de la enseñanza sobre la meditación es una obra sobre la práctica de la meditación enfocada en el buda Amida y los beneficios que genera. Aunque el título contiene la palabra sutra, la obra no lo es.

3. Los «fines del kalpa de formación» y los «comienzos del kalpa de continuación» se refieren al tránsito entre las primeras dos etapas del ciclo de cuatro etapas —⁠los cuatro kalpas de formación, continuación, declinación y desintegración⁠— que experimentan los mundos. Durante estas primeras dos etapas, se forman los planetas, aparecen los seres vivos y se desarrolla su existencia.

4. Shiva y Vishnu.

5. Los principios de la escuela Tesoro del Análisis del Dharma se estudiaban en forma conjunta con los de la escuela Características del Dharma, y los de Establecimiento de la Verdad se estudiaban en forma conjunta con los de Tres Tratados; es posible, entonces, que el Daishonin no las haya considerado corrientes religiosas independientes.

6. La expresión «soberanos y emperadores» se refiere a los Tres Soberanos —⁠Fu Hsi, Shen Nung y Huang Ti⁠—, monarcas legendarios que, según se cree, fundaron gobiernos ejemplares, y a los Cinco Emperadores —⁠Shao Hao, Chuan Hsü, Ti Kao, T’ang Yao y Yü Shun⁠—, quienes habrían gobernado después de aquellos.

7. Originariamente, palacio donde se hallaba entronizado el espejo, uno de los tres tesoros sagrados de la Corte Imperial, custodiado por damas de honor llamadas naishi. Tiempo después, el término naishidokoro fue aplicado al espejo sagrado en sí.

8. Shun fue uno de los Cinco Emperadores. Aunque su padre plebeyo lo trató con crueldad y prefirió a su medio hermano menor Hsiang, Shun siempre respetó a su padre con amor filial. En la obra Bosque de gemas en el jardín de la Ley, se cuenta que Shun restituyó a su padre el don de la vista.

9. Sutra del loto, cap. 2.

10. Aquí, se alude a las reliquias del cuerpo del Dharma; es decir, las enseñanzas que expuso el buda Shakyamuni.

11. Pilindavatsa fue uno de los discípulos del Buda, hijo de una familia de brahmanes de Shravasti, en la India. Era arrogante y despreciaba a los demás; se destacaba por dominar la práctica de la magia, pero cuando conoció a Shakyamuni perdió dicha facultad y, entonces, decidió convertirse en discípulo del Buda. En el capítulo octavo del Sutra del loto, Shakyamuni predice que logrará la iluminación en el futuro.

12. Por ejemplo, el buda Amida vive en la Tierra Pura de la Perfecta Felicidad, situada en la región del Oeste, a unos cien mil millones de mundos de distancia; el buda Maestro de la Medicina vive en la región del Este, en el Mundo de la Esmeralda Pura. Como sugieren dichos nombres, los seres vivos de estas tierras experimentan sólo placer; en consecuencia, allí no hay nadie a quien salvar del sufrimiento. Por tal razón, dice el Daishonin, los budas de esos mundos, aunque se sienten avergonzados de presentarse en otra tierra de Buda, vienen a este mundo saha colmado de sufrimientos para cumplir su juramento compasivo.

13. Sutra del loto, cap. 3.

14. «Camino sagrado» se refiere a una de las cinco clases de prácticas para los bodhisattvas mencionadas en el Sutra del nirvana. Aquí la expresión se refiere a las acciones emprendidas para dominar los tres tipos de conocimiento: los preceptos, la meditación y la sabiduría.

15. Probable alusión al rey Rudrayana de la antigua India, mencionado en Reglas monásticas de la escuela Sarvastivada. Según esta obra, Rudrayana dio cinco tesoros a Bimbisara, rey de Magadha, pero este no tenía riquezas que ofrecerle a cambio, y se sintió desconcertado. Siguió entonces la sugerencia de su ministro supremo y mandó pintar una imagen del buda Shakyamuni, la cual entregó al rey Rudrayana con la advertencia de que era el más valioso de todos los tesoros del mundo. Este al principio se enfureció, pero cuando comprendió que era una imagen del Buda, decidió abrazar la fe y se convirtió al budismo.

16. Rey de Udyana que vivió alrededor del siglo vii y fue descendiente del rey Amritodana, tío de Shakyamuni.

17. Rey que construyó un gran stupa en Gandhara. No se sabe mucho acerca de él. Se dice que, a comienzos del siglo viiiShan-wu-wei oró al pie de este stupa y logró comprender instantáneamente el Sutra Mahavairochana. Algunas fuentes sugieren que, en este pasaje, el rey Granos de Oro en realidad se refiere al rey Kanishka.

18. Los «ideogramas sementinos» eran caracteres escritos en siddham, un estilo de ortografía sánscrita, empleados como símbolos para representar a los diversos budas y bodhisattvas en la enseñanza esotérica.

19. Aquí, el término «samayas» se refiere a los mudras (gestos sagrados con las manos) realizados por las diversas figuras representadas en los mandalas, y a los objetos que estas sostienen. El término también se emplea para denotar los juramentos que estos seres han hecho.

20. De acuerdo con el Sutra de los reyes benevolentes, los reyes nacen en esta posición como recompensa kármica por haber prestado servicio a quinientos budas en sus existencias anteriores.

21. En el Japón feudal, se consideraba que un vasallo tenía una deuda tan grande con su señor feudal por brindarle este su único medio de subsistencia, que aquel debía dedicar la vida entera a retribuirle a su amo con servicio y lealtad. Los seis órganos sensoriales son los ojos, oídos, nariz, lengua, piel y mente; es decir, las facultades mentales y físicas del ser humano. Es otra forma de decir que la vida de un vasallo pertenecía a su amo, y que todas sus facultades debían ser puestas al servicio de su señor.

22. La historia aparece en Colección de relatos y poemas, y en otras fuentes. Cuando el joven Mao Pao, quien luego llegaría a ser general de la dinastía Chin, caminaba por el río Yangtze, vio a un pescador que había capturado una tortuga y se disponía a matarla. Conmovido, dio sus ropas al pescador a cambio de la tortuga para salvar la vida al animal. Tiempo después, Mao Pao fue atacado por sus enemigos. Cuando huía en retirada, en dirección al río Yangtze, apareció la tortuga a quien había salvado y lo transportó sobre su caparazón hasta la orilla opuesta.

23. Tojo Kagenobu, administrador de la aldea de Tojo, provincia de Awa. Ferviente devoto del Nembutsu, Tojo había atentado contra la vida del Daishonin cuando este refutó el Nembutsu y proclamó la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo, en 1253.

24. Dogi-bo Gisho, sacerdote del templo Seicho-ji; se cree que fue hermano mayor de Dozen-bo, o bien un prelado de mayor antigüedad en el sacerdocio. Se opuso a la enseñanza del Daishonin.

25. Sutra del loto, cap. 2.