Nota de los editores.

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6 de febrero de 2024

Tomo 1 - Enseñanza, capacidad, tiempo y país Escrito por Nichiren

el shramana del Japón
Con respecto al primer punto, la enseñanza consta de todos los sutras, reglas de disciplina monástica y tratados expuestos por Shakyamuni El Que Así Llega; estos abarcan cinco mil cuarenta y ocho volúmenes, distribuidos en cuatrocientas ochenta cajas de rollos. Las enseñanzas del budismo, después de circular por toda la India durante mil años, fueron introducidas en la China mil quince años después de la muerte del Buda. Todas las enseñanzas budistas fueron introducidas en la China durante el período de seiscientos sesenta y cuatro años iniciado ese año, décimo de la era Yung-p’ing (67 d. C.), signo cíclico hinoto-u, durante el reinado del emperador Ming de la dinastía Han posterior, y finalizado en el decimoctavo año de la era K’ai-yüan (730 d. C.), signo cíclico kanoe-uma, durante el reinado del emperador Hsüan-tsung, de la dinastía T’ang.

El contenido de dichos sutras, reglas de disciplina monástica y tratados puede dividirse en varias categorías —⁠enseñanzas del Hinayana y del Mahayanasutras provisionales y verdaderos, sutras exotéricos y esotéricos⁠— y por eso hay que distinguir cuidadosamente entre ellas. Estas clasificaciones no fueron creadas por maestros y estudiosos budistas de las épocas posteriores, sino que derivan de la mismísima prédica del Buda. Por lo tanto, deberían ser empleadas sin excepción por todos los seres vivos en los mundos de las diez direcciones. No podrá considerarse budista a quien no lo haga.

La costumbre de referirse a las enseñanzas de los Sutras agama como «Hinayana» deriva de los diversos sutras del Mahayana, de los períodos Correcto e Igual, de la Sabiduría, del Loto y del Nirvana. En el Sutra del loto, el Buda dice que, si hubiera predicado sólo las enseñanzas del Hinayana y no hubiese transmitido el Sutra del loto, habría sido culpable de avaricia y mezquindad. Además, el Sutra del nirvana señala que la lengua se les cubrirá de llagas a los que acepten sólo los sutras del Hinayana y declaren que el Buda se caracteriza por la transitoriedad.

En segundo lugar, está la cuestión de la capacidad. Quien intente propagar las enseñanzas del budismo deberá comprender la capacidad y la naturaleza básica de las personas a las que se dirige. El honorable Shariputra quiso instruir a un herrero enseñándole a meditar sobre las impurezas del cuerpo, y a un lavandero, enseñándole la meditación basada en el conteo de las respiraciones.1 Aunque estos discípulos pasaron noventa días practicando sus respectivas meditaciones, no adquirieron la menor comprensión de las enseñanzas del Buda. Por el contrario, concibieron ideas erradas y terminaron siendo icchantikas, o personas de incredulidad incorregible.

Por su parte, el Buda enseñó al herrero la meditación basada en el conteo de las respiraciones, y al lavandero, la meditación sobre las impurezas del cuerpo; como resultado de ello, ambos llegaron a una comprensión inmediata. Si ni siquiera Shariputra, conocido por ser el de mayor sabiduría entre todos los discípulos del Buda, pudo discernir la capacidad de las personas, ¡cuánto más les costará entender este principio a los maestros comunes del Último Día de la Ley! Los maestros comunes que no comprenden la capacidad de la población sólo deberían enseñar el Sutra del loto a aquellos que están bajo su guía.

Pregunta: ¿Qué piensa del pasaje del Sutra del loto que dice: «No prediquéis este sutra a personas sin sabiduría»?2

Respuesta: Cuando hablo de entender la capacidad, me refiero a la prédica que inicia una persona de sabiduría. Pero uno debería predicar sólo el Sutra del loto, incluso a aquellos que actúan contra la Ley, para que puedan entablar con él una «relación de tambor ponzoñoso». En tales casos, uno debería comportarse como el bodhisattva Jamás Despreciar.

Con todo, si a uno le consta que las personas con quienes habla poseen la capacidad de llegar a ser sabias, primero debería enseñarles el Hinayana, luego las enseñanzas del Mahayana provisional y, finalmente, el Mahayana verdadero. Pero si a uno le consta que las personas con las cuales está hablando son ignorantes y de capacidad inferior, primero debería enseñarles el Mahayana verdadero. De ese modo, ya sea que escojan creer en la enseñanza o actuar contra la Ley, de todas formas recibirán la semilla de la Budeidad.

En tercer lugar, hay que considerar el tiempo. Todo el que aspire a propagar las enseñanzas budistas deberá cerciorarse de comprender la época. Por ejemplo, si un agricultor sembrara sus campos en otoño e invierno, aunque la semilla, la tierra y el esfuerzo del labrador fuesen los de siempre, el resultado no le sería de provecho alguno y acabaría dando pérdidas. Si el campesino trabajara de este modo una superficie pequeña, sufriría una pérdida menor, pero si plantara así hectáreas y hectáreas, su perjuicio sería inmenso. En cambio, si ara y siembra en primavera y verano, ya sea que los campos sean excelentes, ordinarios o poco fértiles, cada uno dará sin falta su cosecha correspondiente.

La prédica de las enseñanzas budistas es muy semejante. Si uno propaga la enseñanza sin comprender la naturaleza de la época, no cosechará beneficio alguno; por el contrario, caerá en los malos caminos. Cuando el buda Shakyamuni hizo su advenimiento a este mundo, su determinación fue enseñar el Sutra del loto. Pero aun cuando la capacidad de sus interlocutores hubiese sido la correcta, el tiempo todavía no era propicio. Por lo tanto, debió dejar pasar más de cuarenta años sin exponer el Sutra del loto, en donde él mismo se ocupó de decir que «el tiempo de predicar aún no había llegado».3

El milenio conocido como Primer Día de la Ley, cuando hay muchos que acatan los preceptos y pocos que los transgreden, comienza un día después de la muerte del Buda. El día posterior al término de este Primer Día de la Ley, comienza el milenio conocido como el Día Medio de la Ley, cuando hay muchos que transgreden las reglas y pocas personas sin preceptos. Y un día después de terminado este período, comienza la era de diez mil años conocida como Último Día de la Ley, cuando hay pocas personas que violan las normas y muchas que no reconocen precepto alguno.

Durante el Primer Día de la Ley, uno debería alejar a los que infringen los preceptos o a quienes no reconocen precepto alguno, y sólo dar ofrendas a aquellos que los observan correctamente. Durante el Día Medio de la Ley, uno debería apartar a los que no tienen preceptos y dar ofrendas sólo a quienes los transgreden. Y durante el Último Día de la Ley, uno debería ofrendar a las personas sin preceptos y tratarlas como si fuesen budas.

Sin embargo, lo que no hay que hacer jamás, ni en el Primer Día de la Ley ni en los días Medio y Último, es dar ofrendas a quienes actúan contra el Sutra del loto, tanto si observan los preceptos como si los violan o carecen de ellos. Pues si se da ofrendas a los que denigran el Sutra del loto, la tierra invariablemente será escenario de las tres calamidades y los siete desastres, y las personas que otorguen dichas dádivas caerán con seguridad en la gran fortaleza del infierno del sufrimiento incesante.

Cuando el devoto del Sutra del loto denuncia los sutras provisionales, es como un gobernante, un padre o un maestro que corrige a un vasallo, un hijo o un discípulo. Pero cuando los practicantes de los sutras provisionales denuncian al Sutra del loto, son como vasallos, hijos o discípulos que intentan castigar a su amo, padre o mentor.

Hasta hoy, han transcurrido doscientos diez años o más desde que comenzó el Último Día de la Ley. Habría que considerar seriamente si esta época es apropiada para los sutras provisionales y las enseñanzas del Nembutsu, o si es el tiempo propicio para propagar el Sutra del loto.

En cuarto lugar, debemos considerar el país. Uno siempre debe tener en cuenta en qué tipo de país está propagando las enseñanzas budistas. Hay países fríos y cálidos, naciones pobres y ricas, estados centrales y periféricos, dominios grandes y pequeños, lugares proclives al latrocinio y a la matanza de seres vivos, y territorios conocidos por su absoluta falta de devoción filial. Además, hay países dedicados por completo a las enseñanzas del Hinayana, y otros plenamente consagrados a las del Mahayana, y también hay algunos donde se practican tanto estas como aquellas. Por lo tanto, en el caso del Japón, debemos determinar en forma precisa si es un país sólo apto para el Hinayana, si lo es para el Mahayana en forma exclusiva o si es adecuado tanto para uno como para otro.

En quinto lugar, está la secuencia de la propagación. En un país donde nunca se han dado a conocer las enseñanzas budistas, obviamente no habrá nadie familiarizado con el budismo. Pero donde este ya ha sido difundido, con seguridad habrá gente que crea en sus enseñanzas. Por ende, antes de iniciar la propagación en este tipo de países, primero debemos establecer qué doctrinas budistas ya han sido expuestas en ese lugar.

Si ya se han difundido las enseñanzas del Hinayana y del Mahayana provisional, uno debería propagar el Mahayana verdadero por todos los medios. Pero donde ya se conoce el Mahayana verdadero, no debería propagarse ni el Hinayana ni el Mahayana provisional. Para recoger oro o gemas, hay que apartar las piedras y los escombros, pero nunca descartar oro o gemas para recoger ripio y guijarros.

Si cuando uno propaga las enseñanzas budistas tiene en cuenta los cinco principios descritos antes, seguramente podrá ser maestro de todo el país del Japón. Entender que el Sutra del loto es el rey de los sutras, el mejor de todos, es tener una comprensión correcta de la enseñanza.

Y sin embargo, Fa-yün, del templo Kuang-che-ssu, y Hui-kuan, del templo Tao-ch’ang-ssu, sostuvieron que el Sutra del nirvana era superior al Sutra del lotoCh’eng-kuan, del monte Ch’ing-liang, y Kobo, del monte Koya, afirmaron que el Sutra de la guirnalda de flores y el Sutra Mahavairochana eran superiores al Sutra del lotoChi-tsang, del templo Chia-hsiang-ssu, y el sacerdote K’uei-chi, del templo Tz’u-en-ssu, alegaron que el Sutra de la sabiduría y el Sutra de los profundos secretos eran superiores al Sutra del loto. Sólo un hombre, el gran maestro Chih-che del monte T’ien-t’ai, aseveró que el Sutra del loto era superior a todas las otras enseñanzas y advirtió que debía refutarse a todo aquel que sostuviera que había algún otro sutra superior al del Loto; dijo que, al que persistiera en esta falsa noción, la lengua se le cubriría de llagas en el transcurso de esa existencia, y que después de la muerte caería en el infierno Avichi. Puede decirse que la persona capaz de distinguir lo correcto de lo errado, dentro de esta gran diversidad de opiniones, tiene una comprensión acertada de la enseñanza.

De los mil o diez mil estudiosos de la época actual, seguramente todos y cada uno están confundidos con respecto a este punto. En tal caso, han de ser muy pocos los que comprendan la enseñanza de manera correcta. Si no hubiera ni uno sólo que tuviese una comprensión acertada, tampoco habría ni uno soló que leyese el Sutra del loto. Si no hubiera ni uno que leyera el Sutra del loto, no habría nadie en condiciones de ser maestro de la nación. Y si no hubiera nadie que pudiese ser maestro del país, en tal caso cada uno de los habitantes del Japón adolecería de confusión con respecto a las clasificaciones de todo el conjunto de los sutras, que los divide en Hinayana y Mahayanaenseñanzas provisionales y verdaderas; sutras exotéricos y esotéricos. Ni una sola persona podría, entonces, eludir los sufrimientos del nacimiento y la muerte y, por fin, todos acabarían actuando contra la Ley. Los que, a causa de sus actos contra la Ley, cayesen en el infierno Avichi serían numerosos como las partículas de polvo de la tierra, y aquellos que, por creer en la Ley, pudiesen liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte serían menos que la tierra que cabe sobre una uña. ¡Qué perspectiva temible!

Durante los cuatrocientos años o más transcurridos desde los tiempos del emperador Kammu, todos los pobladores del Japón han sido capaces de lograr la iluminación sólo mediante el Sutra del loto. Son como las personas con capacidad adecuada para la enseñanza pura y perfecta que, durante ocho años, escucharon la prédica del Sutra del loto sobre el Pico del Águila. (La confirmación de esto puede hallarse en los registros del gran maestro T’ien-t’ai, el príncipe Shotoku, el reverendo Ganjin, el gran maestro Kompon [Dengyo], el reverendo Annen y Eshin.)4 Entender esto es comprender la capacidad de la gente.

Sin embargo, los estudiosos budistas de nuestro tiempo dicen que el pueblo del Japón tiene capacidad apropiada sólo para recitar el nombre del buda Amida, el Nembutsu. Son como Shariputra en el episodio que he mencionado antes, quien por evaluar mal la capacidad de aquellos que tenía bajo su guía, por fin acabó convirtiéndolos en icchantikas.

Habiendo transcurrido dos mil doscientos diez años desde la muerte de Shakyamuni El Que Así Llega, ahora que estamos en el último de los cinco períodos de quinientos años posteriores a su fallecimiento, para el Japón ha llegado la hora de iniciar la amplia propagación de Myoho-renge-kyo. Entender esto es tener una correcta comprensión del tiempo.

No obstante, hay estudiosos budistas en este país que hoy desechan el Sutra del loto y se consagran sólo a la práctica de entonar el nombre del buda Amida. Hay otros que enseñan los preceptos del Hinayana y hablan con menosprecio de los sacerdotes [ordenados en los preceptos del Mahayana] del monte Hiei. Y otros exponen lo que ellos definen como una transmisión separada por fuera de los sutras, y desprecian la doctrina correcta del Sutra del loto. Con toda certeza, puede decirse que estas personas se equivocan en su comprensión de los tiempos. Son como el monje Intención Superior —⁠que calumnió al bodhisattva Raíz de la Alegría⁠— o como el estudioso Gunaprabha —⁠que trató despectivamente al bodhisattva Maitreya⁠—,5 quienes por actuar así generaron en su vida los terribles sufrimientos del infierno Avichi.

El Japón es un país que tiene una relación exclusiva con el Sutra del loto, así como el estado de Shravasti, en la India, se relacionó únicamente con las enseñanzas del Mahayana. En la India, hubo territorios consagrados sólo al Hinayana, otros dedicados por completo al Mahayana, y dominios vinculados a ambos. El Japón es un país consagrado al Mahayana con exclusividad y, de todas las enseñanzas que este abarca, sólo debería dedicarse al Sutra del loto. (La declaración anterior está sustentada en el Tratado sobre los niveles de la práctica del yoga, en los escritos de Seng-chao y en los registros del príncipe Shotoku, el gran maestro Dengyo y Annen.)6 Comprender esto es comprender la naturaleza del país.

Y sin embargo, hay eruditos budistas en nuestra época actual que se dirigen al pueblo del Japón y le enseñan sólo los preceptos del Hinayana, o que intentan convertir a todos los habitantes en seguidores del Nembutsu. Es como «colocar alimentos contaminados en un recipiente tachonado de joyas». (Esta analogía del recipiente alhajado ha sido tomada del Ensayo sobre la protección del país, del gran maestro Dengyo.)

Durante los doscientos cuarenta años y más transcurridos desde el momento en que el budismo fue introducido en el Japón procedente del reino coreano de Paekche, durante el reinado del emperador Kimmei, hasta el reinado del emperador Kammu, en el país sólo se divulgaron las enseñanzas del Hinayana y del Mahayana provisional. Aunque el Sutra del loto existía ya en el Japón, su significado aún no había sido claramente estipulado. Una situación semejante se había producido años antes en la China, donde el significado del Sutra del loto sólo se esclareció cuando este ya llevaba trescientos años en el territorio.

En tiempos del emperador Kammu, el gran maestro Dengyo refutó las enseñanzas del Hinayana y del Mahayana provisional, y estableció la verdadera trascendencia del Sutra del loto. A partir de ese momento, las opiniones opuestas dejaron de prevalecer, y todos, con un pensamiento puro y sincero, depositaron su fe en el Sutra del loto. Aun los estudiosos de las seis escuelas anteriores [de Nara], formados en las doctrinas del Hinayana y en enseñanzas del Mahayana como el Sutra de la guirnalda de flores, el Sutra de la sabiduría, el Sutra de los profundos secretos y los Sutras agama, consideraron al Sutra del loto como la autoridad indiscutible. No hace falta decir que esto mismo hicieron, en mayor medida aún, los eruditos de las escuelas Tendai y Palabra Verdadera, y desde luego, los creyentes laicos, que no tenían ningún conocimiento especial sobre el tema. En su relación con el Sutra del loto, el país fue como las montañas K’un-lun, donde no hay una sola piedra sin valor, o como la isla montañosa de P’eng-lai, donde no se conocen los venenos.

Sin embargo, durante los cincuenta años o más transcurridos desde la era Kennin (1201-1204), los sacerdotes Dainichi y Budda7 difundieron las enseñanzas de la escuela Zen, desechando todos los sutras y postulando una doctrina que se transmite fuera de las escrituras. Y Honen y Ryukan fundaron la escuela Tierra Pura, contradiciendo lasenseñanzas del Mahayana verdadero y propugnando doctrinas provisionales. Lo que estos hombres han hecho es como desechar gemas para recolectar piedras, o abandonar la tierra firme para tratar de escalar el aire: ignoran por completo el orden en que deberían propagarse las diversas doctrinas. El Buda advirtió sobre este tipo de personas cuando dijo que era preferible toparse con un elefante enfurecido a relacionarse con un mal amigo.8

En el capítulo «Aliento a la devoción» del Sutra del loto, se dice que, en el último período de quinientos años, o unos dos mil años después de la muerte del Buda, habrá tres clases de enemigos del Sutra del loto. Nuestra época actual corresponde a este último período de quinientos años. Y cuando yo, Nichiren, pondero la verdad de estas palabras del Buda, comprendo que esas tres clases de enemigos son algo plenamente real. Si les permito mantenerse ocultos, no podré considerarme un devoto del Sutra del loto. Pero si provoco su aparición, es casi seguro que ello me costará la vida.

El cuarto volumen del Sutra del loto dice: «Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso durante la vida de El Que Así Llega, ¡cuánto peor será después de su muerte!».9 En el quinto volumen se lee: «[El Sutra del loto] generará mucha hostilidad en el mundo y será difícil creer en él».10 El mismo volumen también expresa: «No nos preocupa el cuerpo o la existencia; sólo vivimos pendientes del Camino insuperable».11 Y el sexto volumen indica: «Sin vacilar aunque ello les costara la vida».12

El noveno volumen del Sutra del nirvana señala: «Por ejemplo, es como un enviado real experto en la conversación y diestro en el empleo de medios hábiles, que, despachado a otras tierras para cumplir una misión, finalmente no calla ninguna de las palabras de su soberano, aunque ello le cueste la vida. Las personas sabias actúan igual. Sin escatimar la vida, en medio de las personas comunes, los sabios deben proclamar, sin falta, la preciada enseñanza de El Que Así Llega de los sutras correctos e iguales del gran vehículo». El gran maestro Chang-an comenta esta frase así: «La expresión “[Un enviado real] finalmente no calla ninguna de las palabras de su soberano, aunque ello le cueste la vida” significa que nuestro cuerpo es insignificante, pero la Ley es suprema. Uno debería dar la vida con tal de propagar la Ley».13

Cuando examino tales pasajes, sé que, si no provoco la aparición de estos tres enemigos del Sutra del loto, no podré considerarme un devoto del sutra. Sólo podré ser su devoto si hago que se manifiesten. Pero, si actúo así, casi con certeza acabaré perdiendo la vida. Seré como el honorable Aryasimha o como el bodhisattva Aryadeva.


Nichiren


En el décimo día del segundo mes.


Antecedentes


En el séptimo mes de 1260, Nichiren Daishonin presentó el tratado Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra al ex regente Hojo Tokiyori, quien seguía siendo el miembro más influyente del clan gobernante Hojo, pese a estar retirado de la función pública.

Un grupo de creyentes de la escuela Tierra Pura, enfurecido por las críticas formuladas en dicho tratado a esta corriente religiosa, atacó la vivienda del Daishonin en Nagoe, Kamakura. La finalidad del atentado era deshacerse de él, pero el Daishonin logró escapar a duras penas y huyó a la residencia de Toki Jonin, en la provincia cercana de Shimosa. Cuando, en la primavera de 1261, Nichiren Daishonin volvió a la zona para 
reanudar sus actividades de propagación, el gobierno lo arrestó y, sin investigación alguna, ordenó su exilio a Ito, península de Izu. Allí permaneció desde el duodécimo día del quinto mes, hasta que fue perdonado y pudo regresar a Kamakura, en el vigésimo segundo día del segundo mes de 1263. Esta obra dice, por toda fecha, «el décimo día del segundo mes», pero suele presumirse que fue escrita en el segundo año de Kocho (1262), cuando el Daishonin aún se encontraba desterrado en Izu.

En el texto, reafirma la rectitud de su enseñanza desde el punto de vista de cinco principios o criterios referidos a la difusión religiosa: la enseñanza, la capacidad de la población, el tiempo, el país y la secuencia de propagación. También confirma su propia misión, partiendo de las predicciones del Sutra del loto referidas a quien será su devoto en el Último Día de la Ley; allí se dice que esta persona sufrirá persecuciones a manos de los tres enemigos poderosos.

Los eruditos budistas del pasado habían establecido diversos criterios que uno debía comprender y considerar, a la hora de propagar el budismo. Nichiren Daishonin organizó tales criterios en un sistema integral y estableció estos «cinco principios para la propagación» como parámetros para evaluar comparativamente las diversas enseñanzas budistas. En esta carta, explica las cinco guías mostrando, desde el punto de vista de cada una, por qué el Sutra del loto es la enseñanza suprema. Aunque el texto sólo se refiere en forma explícita al Sutra del loto, en función de otros escritos del Daishonin podemos interpretar que está aludiendo a la esencia del sutra, Nam-myoho-renge-kyo, así como a la práctica y al espíritu que ella implica.


Notas


1. Esta historia aparece en el Sutra del nirvana. Se mencionan las cinco meditaciones para detener las perturbaciones de la mente y eliminar las ilusiones. Son: la meditación sobre las impurezas del cuerpo; la meditación sobre el amor compasivo; la meditación sobre el origen dependiente; la meditación sobre el discernimiento correcto del mundo fenoménico y la meditación basada en el conteo de las respiraciones. La primera implica concentrarse en la impureza del cuerpo, para cortar los apegos a él. La última es un método de sosiego mental que consiste en contar las inspiraciones y exhalaciones.

2. Sutra del loto, cap. 3.

3. Ib., cap. 2.

4. Este pasaje se da como nota en el texto. Los «registros» pueden referirse a las descripciones contenidas en Palabras y frases del «Sutra del loto», de T’ien-t’ai; en Biografía del príncipe Shotoku; en Vida del gran sacerdote de la China T’ang que viajó a Oriente; en el Ensayo sobre la protección del país y en Principios sobresalientes del «Sutra del loto», de Dengyo; en Comentario extenso sobre los preceptos del bodhisattva Universalmente Otorgado, de Annen, y en Fundamentos de la enseñanza del vehículo único, de Eshin.

5. El monje Intención Superior vivió en el Último Día de la Ley del buda Rey del Sonido del León. Calumnió al bodhisattva Raíz de la Alegría, que enseñaba la doctrina del verdadero aspecto de la realidad y, por lo tanto, según se dice, cayó en el infierno. El erudito Gunaprabha primero estudió el Mahayana, pero se convirtió al Hinayana luego de leer el Gran comentario sobre el Abhidharma. Según la Crónica de las regiones occidentales, ascendió al cielo de Tushita para resolver sus dudas acerca del Hinayana y del Mahayana. Allí, se encontró con el bodhisattva Maitreya, pero no lo respetó porque este no era un monje ordenado. Así pues, debido a su arrogancia no pudo aprender de Maitreya.

6. Tratado sobre los niveles de la práctica del yoga es una obra que se le atribuye a Maitreya o a Asanga. Los «escritos de Seng-chao» se refieren al Epílogo a la traducción del «Sutra del loto»Seng-chao (384-414) fue uno de los principales discípulos de Kumarajiva. Los registros de ShotokuDengyo y Annen probablemente indiquen las mismas fuentes citadas en la nota 4.

7. En general, se entiende que la expresión «sacerdote Budda» se refiere a Butchi-bo Kakuan, discípulo de Dainichi (s. f.), que difundió las enseñanzas del Zen en el Japón antes que Eisai (1141-1215), fundador de la escuela Rinzai de budismo ZenDainichi, también llamado Nonin, dio a su institución el nombre de escuela Bodhidharma japonesa.

8. Sutra del nirvana.

9. Sutra del loto, cap. 10.

10. Ib., cap. 14.

11. Ib., cap. 13.

12. Ib., cap. 16.

13. Comentario sobre el «Sutra del nirvana».