He recibido el saco de arroz pulido, el saco de ñames y la cesta con algas de río que se tomó la molestia de enviarme a través de un mensajero.
El hombre posee dos clases de tesoros: uno es la ropa; el otro, el alimento. Un sutra señala: «Los seres animados dependen del alimento para vivir».1 Esta frase significa que los seres vivos subsisten en este mundo gracias a la comida y a la vestimenta. Los peces moran en el agua y la consideran su tesoro. Los árboles crecen en la tierra, y para ellos, esta es su bien más preciado. Los seres humanos sobreviven gracias a la comida y, por eso, la valoran.
Pero, de todos los tesoros, el mayor es la vida. Se dice que el valor de nuestro cuerpo y de nuestra existencia es superior, incluso, al de todas las riquezas de un gran sistema planetario.2 Ni siquiera los tesoros que colman el universo pueden reemplazar la vida; esta es como una lámpara, y el alimento, como el aceite. Cuando el combustible se acaba, la llama se extingue; del mismo modo, sin alimento, la vida deja de existir.
Para venerar a todas las deidades y budas, se agrega el término namu delante de sus nombres. Para explicar exactamente su significado, esta palabra, namu, proviene de la India; en la China y en el Japón, se la traduce como «consagrar la vida», lo cual quiere decir ofrendar nuestra existencia al Buda. De acuerdo con la situación personal de cada uno, hay quienes tienen cónyuges e hijos, parientes, tierras, oro y plata, mientras que otros carecen de toda riqueza. Pero, más allá de que uno tenga bienes o no, ningún tesoro puede superar el valor de la vida. Por eso, los sabios y venerables de la Antigüedad ofrendaban la suya al Buda y así ellos mismos manifestaban la Budeidad.
El niño Montañas Nevadas ofrendó su cuerpo a un demonio para recibir una enseñanza compuesta de ocho caracteres.3 El bodhisattva Rey de la Medicina se quemó los brazos como ofrenda al Sutra del loto. También en nuestro país, el príncipe Shotoku se arrancó la piel de la mano para copiar en ella el Sutra del loto, y el soberano conocido como emperador Tenji4 se quemó el dedo anular como ofrenda al buda Shakyamuni. Pero estas cosas son propias de sabios y de venerables, y a nosotros nos resultan imposibles de hacer.
Sin embargo, en lo que concierne al logro de la Budeidad, las personas comunes llegan a ser budas en la medida en que mantienen una «determinación seria y sincera». Cuando consideramos bien a qué se refiere exactamente esta determinación seria y sincera, vemos que consiste en la doctrina de observar nuestra vida.5 Y cuando nos preguntamos qué significa con exactitud la doctrina de observar p.1172nuestra vida, la respuesta es que ofrendar nuestra única vestimenta al Sutra del loto equivale a arrancarnos la piel; que, en épocas de hambruna, ofrecer al Buda el único alimento del que depende, ese día, nuestra supervivencia es ofrecerle nuestra vida. Los beneficios obtenidos de este modo no son, de ninguna manera, inferiores a los que logró el bodhisattva Rey de la Medicina cuando se quemó los brazos, o a los que consiguió el niño Montañas Nevadas cuando entregó su cuerpo a un demonio. Así pues, lo que resulta apropiado para los venerables es la ofrenda real [es decir, ofrendar literalmente la vida en bien de la Ley]. Lo apropiado para la gente común es la ofrenda por principio [la sincera entrega de lo que es importante para la propia vida]. A esta enseñanza se la llama el paramita de la ofrenda6 para la observación de nuestra vida, expuesto en el séptimo volumen de Gran concentración e introspección.
El verdadero Camino yace en los asuntos de este mundo. El Sutra de la luz dorada afirma: «Tener un profundo conocimiento de este mundo es, en sí, el budismo». El Sutra del nirvana dice: «Todas las escrituras y los escritos no budistas de la sociedad son, en sí mismos, enseñanzas budistas; no son doctrinas no budistas».
Cuando el gran maestro Miao-lo comparó estos pasajes con el del sexto volumen del Sutra del loto que afirma: «No existe ningún asunto de la vida o del trabajo que contradiga la realidad verdadera en ningún sentido»,7 reveló su significado y señaló que, aunque los primeros dos sutras eran profundos, su sentido era aún superficial y no se aproximaba al del Sutra del loto, porque aquellos relacionaban los asuntos seculares en función del budismo, mientras que este último sutra explicaba que las cuestiones mundanas eran, en sí mismas, el budismo en su totalidad.
En esencia, los sutras predicados antes que el Sutra del loto dicen que todos los fenómenos derivan de nuestra vida. Como ejemplo, explican que la vida es como la gran tierra, mientras que los fenómenos son como las hierbas y plantas que crecen en ella. Pero el Sutra del loto no expone lo mismo: afirma que la vida es la gran tierra, y que la gran tierra es, en sí, las plantas y las hierbas. Los primeros sutras enseñan que la claridad de nuestra vida es como la luna, y que la pureza de esa vida es como una flor. Pero el Sutra del loto no dice lo mismo: sostiene que la luna es la vida, y que la flor, en sí, también lo es. A partir de esto, debe comprender que este arroz pulido no es arroz, sino la vida misma.
Antecedentes
En la carta faltan el nombre del destinatario y la fecha en que fue escrita. El título, La ofrenda de arroz, deriva del primer fragmento, donde Nichiren Daishonin agradece los obsequios recibidos. También alude al tema principal del escrito, que es el espíritu de ofrenda propio del budismo. Aunque los venerables de la Antigüedad practicaban la «ofrenda real», ya que daban la vida por el budismo, la gente común de la época actual practica las «ofrendas por principio», entregando aquello que da sustento o valor a su vida. En última instancia, dice el Daishonin, lo que convierte nuestras ofrendas en actos significativos es la «determinación seria y sincera». Por lo tanto, para él ese arroz pulido que ha recibido equivale a la vida en sí.
Las condiciones en el monte Minobu eran durísimas; a menudo, el Daishonin y sus discípulos carecían de alimentos y de provisiones indispensables. Por suerte, había un grupo de fieles seguidores laicos que lo ayudaba a cubrir sus necesidades.
p.1173Notas
1. Se desconoce la fuente.
2. Hay un pasaje parecido que aparece en el Comentario sobre el «Sutra de la red de Brahma», que a su vez es una cita del Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría.
3. El relato del niño Montañas Nevadas, que ofrendó su cuerpo a un demonio, aparece en el Sutra del nirvana. «Una enseñanza compuesta de ocho caracteres» se refiere a la última frase del siguiente fragmento: «Todo es mutable; nada es constante. Esta es la ley del nacimiento y la muerte. Extinguiendo el ciclo del nacimiento y la muerte, uno ingresa en la alegría del nirvana».
4. La crónica donde se cuenta que el príncipe Shotoku (574-622) se arrancó la piel de la mano aparece en Comentario personal sobre cuestiones referidas al príncipe Shotoku. El relato del episodio en que el emperador Tenji (626-671), trigésimo octavo en la línea imperial, se quemó el dedo anular, aparece en Breve historia del Japón.
5. En este caso, se ha traducido como «vida» el término japonés kokoro, que se refiere al ser esencial de un sujeto. Al respecto, véanse las Notas sobre la traducción.
6. El paramita de la ofrenda es uno de los seis paramitas —o prácticas— que observan los bodhisattvas del budismo Mahayana.
7. Este pasaje en realidad aparece en la obra de T’ien-t’ai Profundo significado del «Sutra del loto», como comentario al siguiente fragmento del capítulo «Los beneficios del Maestro de la Ley» del Sutra del loto: «Las doctrinas que ellos prediquen durante esa época se ajustarán a la esencia de los principios y jamás contradirán la realidad verdadera. Y cuando expongan algún texto del mundo secular o hablen sobre asuntos de gobierno u ocupaciones que sostienen la vida, en todos los casos lo harán de acuerdo con la Ley correcta».