Nota de los editores.

- Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho

17 de febrero de 2024

Tomo 1 - La tortuga tuerta y el tronco flotante



En el capítulo «Prácticas pacíficas» del quinto volumen del Sutra del loto, se afirma: «Manjushri, con respecto a este Sutra del loto, a través de tierras incontables uno no puede oír su nombre siquiera».

El pasaje significa que nosotros, los seres vivos, al transmigrar a través de los seis senderos por los tres mundos, en ocasiones hemos nacido en el estado de los seres celestiales y, a veces, en el de los seres humanos; e incluso en los estados del infierno, de las entidades hambrientas y de los animales. Así, hemos nacido en una cantidad incalculable de tierras donde soportamos un sinfín de sufrimientos y, de tanto en tanto, disfrutamos de placeres; pero ni una sola vez nacimos en una tierra donde se hubiera propagado el Sutra del loto. O incluso si lo hicimos, no entonamos Nam-myoho-renge-kyo; nunca soñamos siquiera con entonarlo ni oímos a otros hacerlo.

Para ilustrar cuán extremadamente raro es hallar este sutra, el Buda lo comparó con la dificultad que encuentra una tortuga tuerta para hallar un tronco de sándalo a flote con un hueco en su interior. La esencia de dicha analogía es la siguiente: en el hondo lecho del océano, a ochenta mil yojanas de profundidad, habita una gran tortuga marina. Esta criatura no tiene miembros ni aletas; su abdomen es ardiente como el hierro al rojo vivo, pero su caparazón es helado como las Montañas Nevadas. Lo que ansía esta tortuga, día y noche, mañana y tarde, el único clamor que expresa a cada instante es enfriar su vientre y calentar su caparazón.

El sándalo rojo es un árbol sagrado, tan sagrado como los venerables entre los hombres. Todos los demás son vistos como árboles comunes o como personas necias. La madera de este sándalo tiene la facultad de enfriar el vientre de la tortuga. De modo que esta ansía con todas sus fuerzas subirse a un tronco de sándalo ahuecado y apoyar su vientre en la cavidad para refrescarlo, mientras expone al sol su caparazón para entibiarlo. Sin embargo, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, la tortuga sólo puede subir hasta la superficie del océano una vez cada mil años. Y aun así, le resulta difícil encontrar un tronco de sándalo, porque el océano es vasto, en tanto que la tortuga es pequeña, y no hay muchos troncos a la deriva. Tal vez halle algún madero, pero difícilmente sea de sándalo. Y, si llega a tener la buena fortuna de toparse con uno, este casi nunca tiene una concavidad del tamaño justo para acomodar su vientre. Si [el hueco es muy grande y] cae en el interior del tronco, no podrá exponer su caparazón al sol, y nadie podrá ayudarla a salir. Si el hueco es demasiado chico y la tortuga no puede encajar en él su abdomen, las olas la arrastrarán otra vez al fondo del océano.

p.1003Aun cuando, venciendo todo pronóstico, la tortuga encuentre a flote un tronco de sándalo con un hueco del tamaño justo, como es tuerta y ve de manera distorsionada, cree que el tronco deriva hacia el este, cuando en realidad es arrastrado hacia el oeste. Por eso, cuanto más nada para subirse, más se aleja de él. Cuando el madero va hacia el este, la tortuga lo ve yendo hacia el oeste; y de igual manera, confunde el sur con el norte. De modo que siempre termina alejándose del tronco y jamás logra acercarse.

Así, en estos términos, explicó el Buda la dificultad de una tortuga tuerta para encontrar a flote un tronco de sándalo con el hueco adecuado, aun al cabo de inmensurables, infinitos kalpas. Empleó esta analogía para ilustrar cuán extraordinario era encontrarse con el Sutra del loto. No obstante, uno debe comprender que, aunque descubra flotando el sándalo del Sutra del loto, más extraordinario aún es hallar el hueco de la Ley Mística del daimoku, tan difícil de entonar.

El océano representa el mar de los sufrimientos del nacimiento y la muerte, y la tortuga nos representa a nosotros, los seres vivos. La falta de miembros indica que poseemos sólo incipientes raíces de bien. El calor de su abdomen representa los ocho infiernos ardientes del odio y del rencor, y el frío de su caparazón, los ocho infiernos helados de la codicia y la ambición. El hecho de que permanezca mil años en el fondo del océano significa que caemos en los tres malos caminos y nos cuesta mucho abandonarlos. Y su irrupción en la superficie una vez cada mil años ilustra cuán difícil es nacer como ser humano desde los malos caminos, una vez en incalculables kalpas, en la misma época en que el buda Shakyamuni hizo su aparición en este mundo.

Otros troncos a la deriva, como el de pino o de ciprés, son fáciles de encontrar; pero cuesta mucho hallar uno de sándalo. Esto ilustra que es fácil conocer todos los demás sutras, pero difícil, encontrar el Sutra del loto. A la tortuga, aun pudiendo dar con un madero de sándalo flotante, le es difícil encontrar uno con la concavidad exacta. Eso significa que, aunque uno halle el Sutra del loto, le será difícil entonar los cinco caracteres de Nam-myoho-renge-kyo, que son su esencia.

La tortuga confunde el este con el oeste, y el norte, con el sur. De igual manera, aunque alardeamos de nuestros conocimientos y actuamos como si fuéramos sabios, somos personas comunes que consideramos inferiores las enseñanzas superiores; y superiores, las que son inferiores. Decimos que enseñanzas carentes de todo poder tienen la capacidad de conducir a las personas a la iluminación, y declaramos que son apropiadas enseñanzas inadecuadas para la capacidad de las personas. Así, pensamos que la enseñanza de la escuela Palabra Verdadera es superior, y que el Sutra del loto es inferior; que la primera se ajusta a la capacidad de la gente, y el segundo, no.

Evalúe atentamente lo que acabo de referirle. El Buda hizo su advenimiento en la India y, a lo largo de su vida, predicó diversas enseñanzas sagradas. En su cuadragésimo tercer año de prédica, comenzó a exponer el Sutra del loto. Durante ocho años a partir de entonces, todos sus discípulos abrazaron el Sutra del loto, que es como una joya que concede todos los deseos. Pero entre el Japón y la India había doscientos mil ris de montañas y de mares, así que no hubo posibilidad de que los habitantes de este país escucharan siquiera el nombre del Sutra del loto.

Mil doscientos años o más después de la muerte del buda Shakyamuni, el Sutra del loto se difundió en la China, pero no en el Japón, donde sólo llegó mil quinientos años o más después de la p.1004muerte del Buda, desde el reino coreano de Paekche, durante el reinado del emperador Kimmei, trigésimo soberano del Japón. Por otro lado, en los setecientos años transcurridos desde que el príncipe Jogu mandó traer el budismo desde la China por primera vez, el Sutra del loto y todos los demás sutras alcanzaron amplia difusión, de modo que desde el soberano hasta el último de los plebeyos, todas las personas receptivas han podido abrazar la totalidad del Sutra del loto, o bien un volumen, o bien un capítulo, para saldar la deuda contraída con sus progenitores. Por esa razón, creen estar abrazando de verdad el Sutra del loto. Pero como nunca entonaron Nam-myoho-renge-kyo en voz alta, aunque parecen creer en el Sutra del loto, en realidad están muy lejos de tener fe en él.

Es como si la tortuga tuerta, habiendo encontrado el madero de sándalo sagrado, tan difícil de hallar, no apoyara el abdomen en el hueco. Si no consiguiera hacerlo, de nada le habría servido encontrar el tronco, y se precipitaría de inmediato al fondo del océano.

En estos más de setecientos años, el Sutra del loto se ha propagado ampliamente en nuestro país; y quienes lo leen, lo enseñan, le hacen ofrendas o lo abrazan son numerosos como el arroz y el cáñamo que hay en los sembradíos, o los juncos y las plantas de bambú. Sin embargo, ninguno de ellos entona Nam-myoho-renge-kyo como invoca, en cambio, el nombre del buda Amida; ninguno de ellos exhorta a los demás a entonarlo. La práctica de leer los demás sutras o de invocar el nombre de otros budas es como si la tortuga encontrara un tronco de madera ordinaria. Ninguna otra madera, fuera del sándalo, podrá enfriar jamás el vientre de la tortuga. Ninguna otra luz, excepto la del sol, podrá calentar el caparazón del animal. Las demás enseñanzas complacen la vista y alegran el corazón, pero no brindan beneficio alguno. Son como plantas que florecen pero no dan fruto, o como palabras que jamás llegan a ponerse en práctica.

Soy el único que ha entonado Nam-myoho-renge-kyo por primera vez en el Japón. En los más de veinte años transcurridos desde el verano del quinto año de la era de Kencho (1253),1 sólo yo he venido practicando Nam-myoho-renge-kyo día y noche, mañana y tarde, aun cuando los que invocan el Nembutsu suman diez millones. No tengo el respaldo de ninguna autoridad, mientras que los aliados del Nembutsu tienen poder y alcurnia. Sin embargo, cuando un león ruge, todas las demás bestias enmudecen, y cuando un perro ve la sombra de un tigre, se paraliza de terror. Al ascender el sol por el cielo oriental, la luz de todas las estrellas se desvanece por completo.

La invocación del nombre de Amida ha ejercido influencia en los lugares donde el Sutra del loto no se ha difundido. Pero, cuando se eleve la entonación de Nam-myoho-renge-kyo, el Nembutsu será como un perro que se acobarda ante un león, o como la luz de las estrellas que desaparece ante el sol. El daimoku y el Nembutsu son tan diferentes entre sí como un halcón y un faisán. Por esa razón, las cuatro clases de budistas me envidian, y todos los habitantes, nobles o plebeyos, me odian. El país está lleno de gente que me acusa sin motivo, y colmado de perversos por doquier; en suma, la gente elige lo inferior y detesta lo superior. Es como si uno sostuviera que un perro es más valiente que un león, o que las estrellas son más brillantes que el sol. Esto explica que en todos lados me hayan hecho mala fama de hombre con ideas distorsionadas y que, por esa razón, haya sido acusado falsamente, vilipendiado, atacado con palos y espadas, y exiliado una y otra vez. Todas esas persecuciones coinciden a la perfección con el p.1005pasaje del quinto volumen del Sutra del loto.2 Por eso derramo lágrimas, y la dicha colma todo mi ser.

En este lugar, la escasa ropa no alcanza para cubrirme el cuerpo, y las provisiones no bastan para sobrevivir. Subsisto como Su Wu, forzado a comer nieve en la tierra de los bárbaros del norte, o como Po I, que se mantenía con vida comiendo helechos en el monte Shou-yang. ¿Quiénes más que mis padres se tomarían la molestia de venir a visitarme a un lugar así? Si no fuera por la protección de los tres tesoros, ¿cómo podría sobrevivir un solo día o siquiera un instante? Me resulta prodigioso que usted envíe mensajeros con tanta frecuencia hasta este sitio, cuando ni siquiera nos hemos conocido en persona. El cuarto volumen del Sutra del loto establece que el buda Shakyamuni adoptará la forma de una persona común para hacer ofrendas al devoto del Sutra del loto.3 ¿Será posible que el buda Shakyamuni se haya valido de su cuerpo? ¿O será que se han manifestado las raíces del bien creadas por usted en el pasado?

Una mujer conocida como la hija del Rey Dragón logró la Budeidad a través de la fe en el Sutra del loto; por lo tanto, juró proteger a las mujeres que abrazaran este sutra en la última época. ¿Será que usted está emparentada con ella? ¡Qué admirable!


Nichiren


En el vigésimo sexto día del tercer mes, segundo año de Koan (1279), signo cíclico tsuchinoto-u.

 

Respuesta a la esposa del difunto Matsuno


Antecedentes


Esta carta, escrita en Minobu, fue dirigida a la esposa del difunto sacerdote laico Matsuno Rokuro Saemon, que vivía en la aldea de Matsuno, situada en el distrito Ihara de la provincia de Suruga. La hija del matrimonio se había casado con Nanjo Hyoe Shichiro y había tenido nueve hijos; entre ellos, Nanjo Tokimitsu. Se presume que el sacerdote laico y su esposa se convirtieron al budismo del Daishonin a través de su parentesco con la familia Nanjo. Matsuno Rokuro Saemon murió en 1278, un año antes de que se escribiera esta carta.

En esa época, los desastres eran frecuentes; sobre todo, las hambrunas, que persistieron durante el otoño y el invierno de 1278, sumiendo al pueblo en un estado de padecimiento extremo. Pese a esa adversidad, la viuda de Matsuno realizaba frecuentes ofrendas al Daishonin. Al parecer, nunca lo había conocido en persona; pero nunca dejó de enviarle obsequios, ni aun tras la muerte de su esposo. En agradecimiento por su fe sincera, el Daishonin dice: «¿Será posible que el buda Shakyamuni se haya valido de su cuerpo? ¿O será que se han manifestado las raíces del bien creadas por usted en el pasado?».

En este escrito, Nichiren Daishonin cita un pasaje del capítulo «Prácticas pacíficas» del Sutra del loto que manifiesta cuán difícil es tomar contacto con este sutra. Luego relata la historia de la tortuga tuerta. Analiza el relato en detalle y explica la dificultad que tiene una tortuga tuerta para encontrar un tronco de sándalo a flote, con un hueco del tamaño justo para guarecerse perfectamente en él. A través de la historia, el Daishonin muestra cuán difícil es encontrar el Sutra del loto y cuánto más aún, hallar la Ley de Nam-myoho-renge-kyo, esencia del sutra.

Luego, se refiere a la transmisión del Sutra del loto de la India a la China, y luego, al Japón. Aunque muchas personas en el Japón dicen abrazar el Sutra del loto, él afirma: «Ninguno de ellos entona Nam-myoho-renge-kyo [...]; ninguno de ellos p.1006exhorta a los demás a entonarlo». Así pues, aunque la gente piense que cree en el Sutra del loto, en realidad, no lo abraza de la manera correcta.

La parte final de la carta habla de la lucha tenaz del Daishonin durante más de veinte años, desde la primera vez que entonó Nam-myoho-renge-kyo. Y explica que él, personalmente, ha sufrido todas las persecuciones que según el Sutra del loto enfrentaría su devoto en el Último Día. Pocas fueron las personas que intentaron comprender las enseñanzas del Daishonin, pero muchos, en cambio, quienes lo hostigaron de mil maneras. Esa oposición, sin embargo, sólo sirvió para fortalecer su convicción de que él era realmente el devoto del Sutra del loto, cuyas actividades estaban predichas en el capítulo «Aliento a la devoción». La carta concluye con palabras de alabanza a la esposa de Matsuno, por su loable sinceridad.


Notas


1. Nichiren Daishonin entonó Nam-myoho-renge-kyo por primera vez en el templo Seicho-ji, en la provincia de Awa, el vigésimo octavo día del cuarto mes de 1253, cuando estableció públicamente su enseñanza. De acuerdo con el calendario lunar, el cuarto mes es el primer mes del verano.

2. El «pasaje del quinto volumen del Sutra del loto» indica, aquí, una frase de la parte en verso del capítulo «Aliento a la devoción», donde se predice que los devotos del Sutra del loto enfrentarán a los tres enemigos poderosos.

3. La referencia se basa en una frase del capítulo «Maestro de la Ley».