Nota de los editores.

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11 de febrero de 2024

Tomo 1 - La unión entre marido y mujer



En lo que respecta a las falsas doctrinas que arrancan los ojos y engañan la mente de toda la población japonesa, en última instancia ninguna es tan errada como la que postulan los maestros de la escuela Palabra Verdadera. Pero, por ahora, dejemos a un lado esta cuestión.

Aunque las diez semejanzas1 parezcan ilustrar el mérito comparativo del Sutra del loto frente a todos los demás sutras, esa no fue la verdadera intención con que el Buda las expuso. Su propósito fue comparar a los devotos de todas las demás enseñanzas con el devoto del Sutra del loto, y demostrar que este último es como el sol y la luna, mientras que los seguidores de los demás sutras son como estrellas o antorchas.

¿Cómo lo sabemos? Porque después de la octava semejanza2 aparece una cita esencial que dice: «Del mismo modo, el que puede aceptar y practicar este sutra es superior a todos los seres vivos». Este pasaje de veintidós ideogramas es el corazón de todo el sutra, el ojo de todos los seres vivos. Y significa que el devoto del Sutra del loto es como el sol y la luna, como el gran rey Brahma o como el Buda, mientras que los devotos del Sutra Mahavairochana son como estrellas, como arroyos o ríos, o como simples mortales.

Por esta razón, el Buda considera que cualquier persona de este mundo que abrace el Sutra del loto —⁠hombre o mujer, sacerdote o monja⁠— sin duda prevalecerá sobre todos los seres vivos. Y por eso, Brahma y Shakra, con toda seguridad, la reverenciarán. Cuando pienso de esta forma, mi alegría supera todo lo imaginable.

Por otro lado, al ponderar este pasaje del sutra día y noche, y al leerlo mañana y tarde, comprendo que el devoto al que hace referencia no es cualquier practicante del Sutra del loto. Como en la frase «el que puede aceptar y practicar este sutra» la expresión «el que puede» se refiere, en forma literal, a todo ser humano, yo había pensado que se podía aplicar a cualquier persona de este mundo —⁠sacerdote o monja, laico o laica⁠— que creyese en el Sutra del loto. Sin embargo, no es así, pues en una frase posterior en que el Buda vuelve a mencionar a esta persona, dice: «Si hay una mujer...».

Cuando yo, Nichiren, leo todas las demás enseñanzas excepto el Sutra del loto, no siento el menor deseo de ser mujer. Un sutra repudia a las mujeres por ser mensajeras del infierno. Otro las describe como enormes serpientes. Otro las compara con árboles retorcidos y contrahechos. E incluso hay uno que las describe como personas que han quemado las semillas de la Budeidad.

Esto no es privativo de las enseñanzas budistas; los escritos no budistas también desprecian a las mujeres. Jung Ch’i-ch’i,3 p.486por ejemplo, ensalza los tres placeres, uno de los cuales es no haber nacido como mujer en este mundo. Asimismo, existe la creencia generalizada de que las tres mujeres4 han sido origen de catástrofes. Sólo en el Sutra del loto leemos que la mujer que abraza este sutra supera a las demás mujeres y prevalece, incluso, sobre todos los hombres.

En última instancia, aunque todos la calumnien, para una mujer no existe mayor felicidad que ser amada por el hombre a quien ella brinda su corazón. Que los demás la odien, si eso quieren. ¿Qué puede eso importarle, si cuenta con el aprecio del buda Shakyamuni, el buda Muchos Tesoros y los budas de las diez direcciones, así como de BrahmaShakra y las deidades del Sol y de la Luna? Mientras sea elogiada por el Sutra del loto, ¿por qué habría de sentirse desdichada?

Me cuenta que ha llegado a la infortunada edad de treinta y tres años,5 motivo por el cual me envía sus ofrendas. Las he puesto ante el buda Shakyamuni, el Sutra del loto y la deidad del Sol, y les he informado de su sinceridad. El cuerpo humano tiene un hombro izquierdo y otro derecho, sobre los cuales viven dos deidades —⁠llamadas Mismo Nombre y Mismo Nacimiento⁠—, a quienes BrahmaShakra y las funciones celestiales del Sol y de la Luna les han encomendado proteger a cada persona. Desde el momento en que ingresamos en el vientre de nuestra madre hasta el fin de nuestra existencia, estas deidades nos acompañan como si fuesen nuestra sombra o nuestros ojos. Si cometemos una mala acción o realizamos un acto de bien, ellos lo informan todo a las deidades celestiales sin omitir siquiera detalles tan ínfimos como una gota de rocío o una mota de polvo. Esto aparece en el Sutra de la guirnalda de flores y es citado por el gran maestro T’ien-t’ai en el octavo volumen de Gran concentración e introspección.

Sin embargo, T’ien-t’ai sostiene que si la fe de una mujer es débil, aunque abrace el Sutra del loto será abandonada.6 Por ejemplo, cuando un general ejerce el mando con temor, sus soldados se acobardan. Cuando un arco es débil, la cuerda se afloja. Cuando el viento es tenue, las olas no cobran altura. Todo esto concuerda con los principios de la naturaleza.

Ahora bien, [su esposo] Saemon7 cree en el Sutra del loto y es un practicante sin parangón entre los seguidores budistas laicos del Japón. Por estar casada con un hombre así, usted también es la mujer más destacada de la nación. Como vive en bien del Sutra del loto, seguramente el Buda la considera igual a la hija del Rey Dragón. El ideograma con que se escribe la palabra «mujer» lleva implícito el significado de «depender». La glicina depende del pino, y la mujer depende del hombre. Adopte a Saemon como maestro y deje que él la guíe por el camino de la fe en el Sutra del loto.

La desventura de sus treinta y tres años se convertirá en la felicidad de sus treinta y tres años. A esto se refiere el pasaje «Los siete desastres desaparecerán al instante, y los siete beneficios se manifestarán de inmediato».8 Rejuvenecerá, y su buena fortuna irá en aumento.


Respetuosamente,


Nichiren


En el vigésimo séptimo día del primer mes.

 

Respuesta a la esposa de Shijo Kingo


Antecedentes


El primer mes del duodécimo año de Bun’ei (1275), Nichigen-nyo, esposa de Shijo Kingo, le informó al Daishonin que acababa de cumplir treinta y tres años, edad que la tradición p.487consideraba desafortunada para las mujeres, y que por eso le enviaba diversas ofrendas. Esta carta, escrita el vigésimo séptimo día del mismo mes, es la contestación del Daishonin. En respuesta a la aprensión de Nichigen-nyo, le asegura que una mujer que abraza el Sutra del loto supera a todas las personas, y que, si su fe es fuerte, sin duda será protegida por los budas y las funciones universales.

El Daishonin elogia a Shijo Kingo diciendo que es el más notable de todos los creyentes budistas laicos, y que su esposa, Nichigen-nyo, es también la mujer más prominente del Japón. La frase «La glicina depende del pino, y la mujer depende del hombre» refleja la estructura de la sociedad japonesa en el período medieval, cuando la suerte de una mujer estaba sujeta, en gran medida, a la de su esposo. No obstante, en esta carta, el Daishonin insta a Nichigen-nyo a seguir a su esposo en la fe. Esta fe compartida entre marido y mujer constituye la «unión» mencionada en el título de la carta, y forma la base ideal del matrimonio.


Notas


1. Diez comparaciones que figuran en el capítulo «Rey de la Medicina» del Sutra del loto para ilustrar la supremacía de esta enseñanza sobre todos los demás sutras.

2. La octava semejanza afirma que los discípulos que escuchan la voz y han alcanzado los cuatro niveles de iluminación (es decir, el nivel del que vence la corriente, el del que regresa una vez, el del que no regresa y el del arhat), y los discípulos que toman conciencia de la causa ocupan el primer lugar entre las personas comunes; del mismo modo, el Sutra del loto es la enseñanza más prominente de todas, hayan sido expuestas por budas, por bodhisattvas o por los que escuchan la voz.

3. Jung Ch’i-ch’i (s. d.) fue un hombre que vivió durante el período de la Primavera y el Otoño (770-403 a. C.). Según el Lieh Tzu, le dijo a Confucio que había conocido tres placeres en este mundo: el primero era haber nacido como ser humano; el segundo, haber nacido hombre; y el tercero, haber podido disfrutar de una larga existencia.

4. Mo Hsi, Ta Chi y Pao Ssu fueron mujeres de la China antigua que representaron el arquetipo de la mujer malvada. Fueron, respectivamente, las preferidas del rey Chieh, de la dinastía Hsia; del rey Chou, de la dinastía Yin; y del rey Yu, de la dinastía Chou; y condujeron a sus esposos a una vida disipada y corrupta.

5. La idea de las edades desafortunadas proviene de la antigua filosofía china del yin y el yang. También se consideran de mal augurio para la mujer los diecinueve y los treinta y siete años.

6. En Gran concentración e introspección se lee: «Las deidades Mismo Nombre y Mismo Nacimiento protegen a las personas. Cuando la fe es firme, la protección que ellas brindan es inmensa». El Daishonin interpreta esta frase y la aplica a la esposa de Shijo Kingo.

7. Saemon era el título oficial de Shijo Kingo.

8. Sutra de los reyes benevolentes. El término «siete beneficios» se refiere a evitar o erradicar los siete desastres. Véase, en el Glosario,«siete desastres».