Nota de los editores.

- Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho Rengue Kyo - Nam Myoho

17 de febrero de 2024

Tomo 1 - Respuesta a la madre de Ueno



He recibido las ofrendas que usted me envió para la ceremonia del cuadragésimo noveno día del fallecimiento de su hijo, el difunto Nanjo Shichiro Goro. De acuerdo con la lista, había dos sartas de monedas, una alforja de arroz pulido, otra de taros,1 cuajada de frijoles machacados, konnyaku,2 una cesta de caquis, cincuenta cidras y otros artículos. He recitado el Sutra del loto completo una vez, por el reposo de su hijo, y varias veces la parte en verso del capítulo «Duración de la vida»; además, he entonado el daimoku cientos y miles de veces.

La escritura que conocemos como Sutra del loto no tiene igual entre todas las enseñanzas sagradas predicadas por el Buda a lo largo de su vida. Y, tal como indica el sutra con la expresión «por budas»,3 sólo los budas pueden comprenderlo. No son capaces de escrutarlo aquellos que están en el nivel de la iluminación casi perfecta o en niveles inferiores, ni tampoco los mortales comunes. Por eso, el bodhisattva Nagarjuna sostuvo en su Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría que las personas que estaban en un nivel inferior al del Buda simplemente debían tener fe, para así lograr la Budeidad.

En el capítulo «Maestro de la Ley» del cuarto volumen del Sutra del loto, el Buda sostiene: «¡Rey de la Medicina, ahora te digo que he predicado diversos sutras y que, de todos ellos, el Sutra del loto es el primero!». El quinto volumen dice: «Manjushri, este Sutra del loto es el arca secreta de los budas, de Los Que Así Llegan. Ocupa el sitio más elevado entre los sutras».4 En el séptimo volumen leemos: «Del mismo modo, este Sutra del loto es el más prominente».5 También leemos: «Este [Sutra del loto] es el más resplandeciente [...]. Por eso, este sutra es el más honrado».6

Estos pasajes de las escrituras no representan, en absoluto, doctrinas concebidas por mí. Son las palabras veraces del Buda, y, por lo tanto, es imposible que contengan falsedades.

Si alguien nacido plebeyo sostuviera estar al mismo nivel que un samurái, sin duda sería censurado. ¡Cuánto más lo sería si afirmara ser igual al gobernante o, peor aún, superior a él! El castigo, lejos de limitarse a su propia persona, se extendería también a sus padres, esposa e hijos. Es como el caso de un gran incendio que devora las casas o como un gran árbol que, al caer, también derriba los árboles más pequeños que lo rodean.

Lo mismo sucede con las enseñanzas budistas. Las personas que creen en los diversos sutras expuestos durante los períodos Guirnalda de Flores, Agama, Correcto e Igual, y Sabiduría —⁠como el Sutra Mahavairochana o el Sutra Amida⁠— consideran que la mejor escritura es aquella en la cual han depositado su fe y p.1119no saben determinar el valor comparativo de los sutras. Por eso dicen: «Nuestro Sutra Amida es igual al Sutra del loto» o afirman: «Es superior». Los otros creyentes se congratulan al oír que su propio sutra recibe tantos elogios. Pero, por el contrario, están cometiendo una grave falta, y los maestros de esas doctrinas, sus discípulos y sus benefactores laicos se hundirán en los malos caminos como veloces saetas.

En cambio, quienes declaran que el Sutra del loto es superior a todos los demás sutras lo hacen con sobrada razón. De hecho, como sus declaraciones concuerdan con la palabra del sutra, disfrutarán de enormes beneficios.

Hay una obra llamada Sutra de los infinitos significados que sirve de prólogo al Sutra del loto. Es como una vanguardia de generales que, para sofocar cualquier disturbio, preceden el desfile de un gran rey. Este Sutra de los infinitos significados afirma: «En estos más de cuarenta años, todavía no he revelado la verdad». Esas palabras son los grandes arcos que los generales cargan consigo para repeler a los enemigos del rey con sus flechas, o las espadas con que los aniquilan. Son una proclama real, filosa como un sable, lanzada a los miembros de la escuela Guirnalda de Flores, que sólo leen el sutra homónimo; a los sacerdotes de la escuela Preceptos, con sus Sutras agama; a los creyentes del Nembutsu, con su Sutra de la meditación, y a los maestros de la escuela Palabra Verdadera, con su Sutra Mahavairochana. Con ella los condenan por no seguir el Sutra del loto y los obligan a rendirse. Son como Yoshiie cuando atacó a Sadato, o como Yoritomo cuando destruyó las tropas de Kiyomori. La frase «En estos más de cuarenta años...» del Sutra de los infinitos significados es la espada y la cuerda del sabio rey Inamovible, o el arco y las flechas del sabio rey Colmado de Ansias.

Cuando el difunto Nanjo Goro emprendió su travesía cruzando las montañas de la muerte y el río de los tres cruces, esa frase del Sutra de los infinitos significados —⁠«En estos más de cuarenta años, todavía no he revelado la verdad»⁠— fue el ejército que lo escoltó y repelió a los bandidos de los deseos mundanos y a los piratas de las faltas pasadas, para permitirle viajar a salvo hasta la tierra pura del Pico del Águila.

El capítulo «Medios hábiles», en el primer volumen del Sutra del loto, establece: «El Honrado por el Mundo lleva largo tiempo exponiendo sus doctrinas, y ahora es momento de que revele la verdad». También dice: «Descartando honestamente los medios hábiles, predicaré sólo el Camino insuperable». En el quinto volumen leemos: «Sólo la gema espléndida que lleva en su rodete»,7 «Esta joya única sólo existe en la coronilla del Rey» y «como hizo el poderoso soberano cuando, finalmente, tomó la gema centellante que llevaba tanto tiempo guardada y la entregó».

La importancia de estos pasajes es la siguiente: a este país del Japón llegó una inmensa colección de escrituras, formada por siete mil trescientos noventa y nueve volúmenes; cada una de esas muchas escrituras es seguidora y vasalla del Sutra del loto. Lo mismo sucede con los hombres y las mujeres de este país, que forman una población de cuatro millones novecientos noventa y cuatro mil ochocientos veintiocho habitantes, pero todos y cada uno de ellos son súbditos de un solo hombre: el gobernante de la nación.

En cuanto a la trascendencia de tales escrituras, permítame ofrecer una analogía que hasta una mujer inculta podría comprender de inmediato. Supongamos que alguien decidiera construir una gran pagoda. Además de la madera que requerirá la edificación en sí, tendrá que juntar una abundante cantidad de tablones p.1120más pequeños, que empleará para levantar un andamio de tres a seis metros de altura. Una vez erigido el andamio, ya podrá disponer de la madera inicial para construir la pagoda. Concluida la labor, el constructor retira el andamio, lo destruye y deja la pagoda en su sitio.

Pues bien, el andamio representa todos los demás sutras, y la gran pagoda, el Sutra del loto. Cuando el Buda predicó los otros sutras, en realidad armó un andamio que necesitaba para exponer el Sutra del loto.

Tal como describe el sutra cuando dice: «Descartando honestamente los medios hábiles», las personas que depositan su fe en el Sutra del loto primero deben descartar y abandonar la invocación Namu-Amida-butsu, basada en el Sutra Amida y en otras escrituras; lo mismo deben hacer con las enseñanzas de la escuela Palabra Verdadera, basadas en el Sutra Mahavairochana y en otros textos, y con los doscientos cincuenta preceptos de la escuela Preceptos, basados en los Sutras agama y en otras enseñanzas; y abrazar sólo el Sutra del loto. El andamio es de suma importancia cuando uno se prepara para construir una gran pagoda. Pero una vez que el edificio está terminado, lo que hay que hacer con el andamio es desarmarlo y deshacerse de él. Ese es el significado del pasaje que indica «descartando honestamente los medios hábiles».

El andamio es necesario para erigir la pagoda, pero a nadie se le ocurriría, en ningún caso, desechar la pagoda y venerar la tarima. Así y todo, la gente que hoy busca el Camino se pasa la vida entera recitando sólo Namu-Amida-butsu y ni una vez entona Nam-myoho-renge-kyo. Es como si descartaran la pagoda para venerar el andamio. Son el vivo ejemplo del refrán que dice «Sabios por fuera, necios por dentro».

El difunto Shichiro Goro no era como el resto de la población japonesa actual. Aun a temprana edad, ya seguía las huellas de ese hombre sagaz que fue su padre. No tenía ni siquiera veinte años cuando decidió entonar Nam-myoho-renge-kyo y se convirtió de ese modo en un buda. A eso se refiere el sutra cuando dice: «Si hay personas que escuchan la Ley, ni una sola dejará de lograr la iluminación».8 Cuando usted, que tanto lo amaba, sienta congoja por su ausencia, entone Nam-myoho-renge-kyo y ore para renacer en el mismo lugar, junto al fallecido Shichiro Goro y a su difunto esposo Nanjo.

Todas las semillas de una misma especie son iguales entre sí y se diferencian de las semillas de otras plantas. Si ustedes han hecho germinar en su corazón las mismas semillas de Myoho-renge-kyo, podrán renacer juntos en la misma tierra de Myoho-renge-kyo. ¡Qué inmensa será la alegría de los tres, cuando se reencuentren frente a frente!

Cuando abrimos el Sutra del loto y leemos sus enseñanzas, encontramos esta frase: «El Que Así Llega los cubrirá con su túnica, y también serán protegidos y tenidos en cuenta por los budas que en este momento se encuentran en otras regiones».9

Esta cita significa que los budas de las diez direcciones acudirán en multitud y colmarán las tierras que se extienden al este, el oeste, el norte y el sur, en las ocho direcciones, llenarán el gran sistema planetario y los cuatrocientos mil millones de nayutas de tierras. Se sentarán alineados, como estrellas en el firmamento o como hileras de arroz y de cáñamo en los campos, y cuidarán y protegerán a los devotos del Sutra del loto, así como los ministros y súbditos cuidan y protegen al heredero de un gran soberano.

Es un inmenso honor ser custodiado por los cuatro reyes celestiales y sus vasallos. Pero si a los cuatro reyes celestiales se le suma la protección de todas p.1121las estrellas y constelaciones, de todas las deidades del Sol y de la Luna, y todos los Shakras y los Brahmas, uno podrá vivir con absoluta confianza. Además, los devotos del Sutra del loto serán protegidos por todos los practicantes de los dos vehículos, por todos los bodhisattvas, por el bodhisattva Maitreya, desde la corte interior del cielo de Tushita; por el bodhisattva Acervo de la Tierra, desde el monte Kharadiya; por el bodhisattva Percibir los Sonidos del Mundo, desde el monte Potalaka, y por el bodhisattva Manjushri, desde el monte Claro y Fresco, todos ellos acompañados de sus muchos seguidores; así que uno podrá vivir con total tranquilidad. Como si no bastara con ello, también acudirán por propia voluntad ShakyamuniMuchos Tesoros y los budas de las diez direcciones, para cuidar de uno a cada hora del día y de la noche. Es un honor que las palabras no podrían llegar a describir.

Este es el espléndido sutra en el que creyó el difunto Shichiro Goro y que le permitió lograr la Budeidad. Hoy, a cuarenta y nueve días de su fallecimiento, tenga la certeza de que todos los budas se han reunido alrededor de él en la tierra pura del Pico del Águila, que lo han sentado en sus manos, le han palmeado tiernamente la cabeza, lo han abrazado llenos de alborozo y le han dado una afectuosa bienvenida, con el mismo deleite que uno siente ante la aparición de la Luna o la floración de los primeros capullos. Cuando consideramos por qué los budas de las diez direcciones y de las tres existencias protegen con tanta firmeza el Sutra del loto, llegamos a la conclusión de que es algo natural. Porque el Sutra del loto es el padre y la madre de los budas de las tres existencias y de las diez direcciones; es su nodriza y su señor.

Las ranas se alimentan oyendo croar a su madre; las que no pueden oír su voz, no crecen. El insecto kalakula se alimenta del viento, y si este no sopla, el insecto no logra crecer. Los peces necesitan criarse en el agua, y las aves dependen de los árboles para construir sus nidos. Del mismo modo, para los budas, el Sutra del loto es fuente de vida, sustento y morada. Y así como los peces viven en el agua, los budas viven en este sutra. Así como las aves moran en los árboles, los budas moran en este sutra. Así como el reflejo de la luna se aloja en el agua, los budas se alojan en este sutra. Comprenda, por favor, que no puede haber budas en una tierra donde no existe el Sutra del loto.

En tiempos remotos, hubo un rey llamado Rinda, que gobernó el continente meridional de Jambudvipa. ¿Qué necesitaba este Rey para mantenerse con vida? Escuchar el relincho de caballos blancos; ese era su alimento. Cada vez que el Rey oía relinchar a los caballos blancos, su aspecto rejuvenecía y su tez cobraba luminosidad; su espíritu irradiaba vigor y sus fuerzas físicas se mantenían intactas; por eso podía ejercer el gobierno en forma ecuánime. Así pues, el país ponía mucho afán en la cría de innumerables caballos blancos. En tal sentido, el monarca se asemejaba al soberano de Wei,10 que poseía grullas en cantidad, o al emperador Te-tsung, que amaba las luciérnagas. Pero los caballos blancos sólo relinchaban cuando oían el canto de los cisnes blancos, de modo que en el reino también había grandes bandadas de estas aves.

En determinado momento, por una u otra razón, desaparecieron todos los cisnes blancos, y los caballos blancos dejaron de relinchar. El Rey, privado de sustento, comenzó a decaer, como esas flores abiertas que se marchitan con el rocío o como la luna llena velada por las nubes. Cuando se hizo evidente que el Rey no tardaría en morir, todos los habitantes del reino —⁠la consorte real, el príncipe heredero, los altos ministros y el conjunto p.1122de la población⁠— palidecieron y, como un niño arrancado de su madre, exclamaron enjugándose las lágrimas con las mangas de las túnicas: «¿Qué haremos ahora, qué haremos...?».

En ese país había numerosos seguidores de enseñanzas no budistas, personas como los creyentes del Zen y del Nembutsu, los maestros de Palabra Verdadera y los sacerdotes de Preceptos de la época en que vivimos. Y además, había discípulos del Buda, como los miembros de la escuela del Loto en la actualidad. Los dos grupos vivían enfrentados, incompatibles como el fuego y el agua, hostiles como los pueblos de Hu y de Yüeh.11

Entonces, el soberano publicó la siguiente proclama: «Si los practicantes no budistas logran que los caballos relinchen, aboliré las enseñanzas budistas y depositaré toda mi fe en las doctrinas no budistas, las honraré como las deidades celestiales rinden tributo a Shakra. Pero si son los discípulos del Buda los que consiguen hacer que relinchen, dejaré sin cabeza a todos los no budistas, expropiaré sus viviendas y se las daré a los discípulos del Buda».

Los no budistas palidecieron de miedo, y los discípulos del Buda no ocultaron su aflicción. Pero como nada de eso iba a solucionar el asunto, los no budistas decidieron actuar en primer lugar. Llevaron a cabo sus prácticas durante siete días, pero no apareció ni un solo cisne blanco y, por ende, los caballos no dieron asomos de relinchar.

Luego, fue el turno de los discípulos del Buda, a quienes se dio un plazo de siete días para orar. Entre ellos, había un joven monje llamado Ashvaghosha o Relincho de Caballo, quien, armado de fe en el Sutra del loto —⁠objeto de devoción de todos los budas⁠—, oró durante siete días. En respuesta a sus oraciones, fueron llegando cisnes blancos al lugar, que se posaron en la plataforma donde el monje realizaba su práctica. Una de las aves se lanzó a cantar y, en respuesta, un caballo dejó oír su relincho. De inmediato, el Rey se levantó de su lecho de enfermo; y todas las personas que lo acompañaban, comenzando por la consorte real, se dirigieron a Ashvaghosha y se inclinaron ante él en reverencia.

Y así fueron llegando los cisnes blancos; primero acudió uno, luego fueron dos, tres, diez, cien y mil, hasta que las aves poblaron el reino. Y así, también, se multiplicaron los relinchos: primero se dejó oír un caballo; luego, dos; después cien hasta que, por fin, mil caballos blancos tornaron a relinchar sin descanso. El sonido transformó al instante el rostro del Rey, que volvió a ser el de un hombre de treinta años. Su mente fue otra vez clara y brillante como el sol, y su gobierno volvió a ser recto y justo. Entonces, del cielo cayó una lluvia de amrita, el pueblo acató con respeto las órdenes del monarca, como ante la fuerza del viento, y el reino prosperó durante eras incontables.

Esta historia guarda semejanza con los budas. El buda Muchos Tesoros permanece en la extinción mientras el Sutra del loto no se da a conocer; sin embargo, hace su aparición en las épocas en que la gente recita este sutra. Y lo mismo sucede con el buda Shakyamuni y con los budas de las diez direcciones.

Puesto que el Sutra del loto tiene ese poder extraordinario, jamás podría ocurrir que la Diosa del Sol, el gran bodhisattva Hachiman o el gran bodhisattva Fuji Sengen12 abandonaran a la persona que lo practica. ¡Es algo tan alentador!

Por otra parte, el país que se oponga a este sutra sufrirá en forma inevitable los siete desastres, por muy sinceramente que oren sus habitantes. Tenga la certeza de que será dominado y destruido por otra nación, así como un barco es abatido por una tormenta en medio del océano, p.1123o como el pasto y los árboles se marchitan en épocas de grandes sequías.

De la misma manera, hoy, en el Japón, el pueblo ofrece toda clase de plegarias, pero desprecia a Nichiren y a sus seguidores, que son devotos del Sutra del loto; por eso, ninguna de sus oraciones resulta eficaz, y a la inversa, estamos siendo atacados por las huestes del gran Imperio mongol. El país ya está al borde de la destrucción; observe atentamente lo que sucederá a partir de ahora. Las cosas no pueden continuar así. Sepa, de una vez por todas, que la única causa de todo esto es la enemistad que siente el pueblo hacia el Sutra del loto.

Han pasado cuarenta y nueve días desde que falleció su hijo Shichiro Goro. Aunque la transitoriedad es inherente a todas las cosas, la muerte siempre nos resulta difícil de aceptar, incluso para el que recibe la noticia de un fallecimiento ajeno. ¡Cuánto más profunda, entonces, ha de ser la congoja de la madre o la esposa del difunto! Creo poder comprender sus sentimientos, aunque sólo sea en parte.

Los padres siempre adoran a sus hijos, sean jóvenes o adultos; los aman incluso si son feos o tienen algún defecto físico. Pero el hijo suyo era un varón, dotado de virtudes por donde se lo mirara, y de corazón inclinado a la bondad.

Imagino lo inmensa que habrá sido su congoja cuando la muerte le arrebató a su esposo, el difunto Ueno, quien se hallaba en lo mejor de la vida. De no haber llevado a ese hijo en el vientre, sé que habría ido tras él, a través del agua y del fuego. Sin embargo, cuando el niño nació a salvo, usted se sintió incapaz de entregarlo al cuidado de otra persona para poder quitarse la vida. Fue así como se armó de coraje y dedicó los catorce o quince años siguientes a darle una buena crianza.

¿Cómo sobrellevar, ahora, esto que le toca vivir? Sin duda, usted pensaba que, en el futuro, tendría dos hijos varones con quienes contar. Y, sin embargo, este año, el quinto día del noveno mes, ese hijo menor desapareció de su vista como la luna que se esconde entre las nubes o los capullos que el viento arrastra a su paso. Y a fuerza de preguntarse si estaría soñando, o de pensar cuánto tiempo más duraría esa pesadilla, de pronto comprendió que el sueño era realidad y que ya habían pasado cuarenta y nueve días. Pero entonces, si es verdad, ¿cómo hará para soportarlo? La flor abierta permanece en el árbol, pero el capullo que estaba por abrirse ha caído de la rama. La madre anciana sobrevive, pero el joven hijo ha dicho adiós. ¡Qué despiadado es el fugaz devenir de este mundo!

Ahora debe tomar distancia de este mundo implacable, apartarse de él y encomendarse al Sutra del loto, en el cual depositó su fe el fallecido Shichiro Goro, para así alcanzar rápidamente la tierra pura, indestructible e inmortal, del Pico del Águila. El padre de su difunto hijo reside en el Pico del Águila, pero su madre se ha quedado en el mundo saha. Imagino cómo debe de sentirse Shichiro Goro, en el intervalo entre ustedes dos.

Quisiera decirle mucho más, pero terminaré aquí.


Con mi profundo respeto,


Nichiren


En el vigésimo cuarto día del décimo mes.

 

Respuesta a la madre de Ueno


Antecedentes


Esta carta fue escrita en Minobu el décimo mes del tercer año de Koan (1280) a la monja laica de Ueno, madre de Nanjo Tokimitsu. Nichiren Daishonin menciona las ofrendas que ella le p.1124había enviado en ocasión del servicio recordatorio correspondiente al cuadragésimo noveno día de la muerte de su hijo menor, Shichiro Goro, y le brinda aliento por su duelo.

La monja laica de Ueno era hija de Matsuno Rokuro Saemon y esposa de Nanjo Hyoe Shichiro, administrador de la aldea de Ueno, en el distrito Fuji, provincia de Suruga. Su esposo había fallecido en 1265, cuando ella estaba encinta de su hijo menor, Shichiro Goro.

El decimoquinto día del sexto mes, en 1280, Shichiro Goro viajó a Minobu junto con su hermano mayor, Tokimitsu, para encontrarse con el Daishonin, quien depositó grandes esperanzas en el joven. Sin embargo, de manera inesperada, Shichiro Goro falleció tres meses después, el quinto día del noveno mes, a los dieciséis años. En cuanto lo supo, el Daishonin escribió una conmovedora carta de condolencias a la monja laica de Ueno y a Nanjo Tokimitsu.

Este escrito también se denomina Sobre la existencia intermedia. Con esa expresión se describe el intervalo entre la muerte y el posterior renacimiento, lapso que, según las creencias de esa época, duraba cuarenta y nueve días. Por eso, la gente solía llevar a cabo servicios recordatorios en esa fecha.

Para asegurar a la monja laica de Ueno que su hijo había alcanzado la Budeidad, el Daishonin se explaya sobre el gran beneficio que uno obtiene abrazando el Sutra del loto y asevera que el devoto del sutra recibirá la protección de Shakyamuni, de Muchos Tesoros y de todos los demás budas.


Notas


1. Especie de ñame comestible de origen asiático.

2. Alimento gelatinoso preparado con la raíz de la planta konnyaku. Se le atribuyen propiedades desintoxicantes.

3. Sutra del loto, cap. 2. La frase ha sido extraída del pasaje: «El verdadero aspecto de todos los fenómenos sólo puede ser comprendido y compartido por budas».

4. Ib., cap. 14.

5. Ib., cap. 23.

6. Ib.

7. Ib., cap. 14. Las citas siguientes también pertenecen al mismo capítulo. Se refieren a la parábola de la gema invalorable en el rodete. Un rey recompensa a sus soldados por el coraje que demuestran en el campo de batalla, otorgándoles tierras, casas y joyas; pero no está dispuesto a desprenderse de la valiosísima gema que lleva oculta en su rodete. Sin embargo, al final se la da a su guerrero más valeroso. La gema representa el Sutra del loto, que el Buda mantiene oculto mientras expone las enseñanzas provisionales.

8. Ib., cap. 2.

9. Ib., cap. 10.

10. «Soberano de Wei» se refiere al duque Yi del estado chino de Wei (r. 668-660 a. C.). Te-tsung (742-805) fue el noveno emperador de la dinastía T’ang.

11. Aquí «Hu» se refiere a las tribus que vivían al norte de la China, y «Yüeh», a las que moraban al sur.

12. Fuji Sengen era una deidad venerada en santuarios de la región de Fuji y de otras zonas.