Nichiren es el supremo devoto del Sutra del loto en el Japón. En toda esta tierra, sólo él ha vivido la estrofa de veinte versos del capítulo «Aliento a la devoción».1 En esta estrofa, los ochocientos mil millones de nayutas de bodhisattvas juraron propagar el Sutra del loto, pero ni uno sólo pudo cumplir su promesa. Los padres que dieron vida a este hombre extraordinario llamado Nichiren son las personas más afortunadas de todo el Japón. El hecho de que hayan sido mis padres y yo, su hijo, tiene que obedecer a profundas fuerzas kármicas. Si Nichiren es el enviado del Sutra del loto y de Shakyamuni El Que Así llega, sus padres también deben de compartir esta misma relación. Ellos son como el rey Adorno Maravilloso y la dama Virtud Pura, con sus hijos Acervo de Pureza y Ojos Puros. ¿Podría ser que los dos budas Shakyamuni y Muchos Tesoros hayan renacido como los padres de Nichiren? O, si no, ¿podría ser que ellos hayan estado entre los ochocientos mil millones de nayutas de bodhisattvas o los cuatro bodhisattvas liderados por Prácticas Superiores? Es algo que excede nuestra comprensión.
Los nombres son importantes en todas las cosas. Por eso, el gran maestro T’ien-t’ai decía que el «nombre» era el primero de los cinco grandes principios. El hecho de que yo me haya dado el nombre «Nichiren» (‘Sol Loto’) deriva de mi propia iluminación con respecto al vehículo de la Budeidad. Tengo profundas razones para expresar esto que digo, aunque a otros pueda parecerles que hablo así porque creo ser sabio. El sutra manifiesta: «Así como la luz del sol y de la luna disipa totalmente la penumbra y la oscuridad, así esta persona, a su paso por el mundo, puede erradicar la oscuridad de los seres vivos».2 Considere con detenimiento el significado de esta cita. «Esta persona, a su paso por el mundo» quiere decir que en los primeros quinientos años del Último Día de la Ley se producirá el advenimiento del bodhisattva Prácticas Superiores, quien alumbrará la oscuridad de la ignorancia y de los deseos mundanos con la luz de los cinco ideogramas de Nam-myoho-renge-kyo. De acuerdo con este pasaje, p.1039Nichiren, como enviado de este bodhisattva, ha exhortado al pueblo del Japón a aceptar y mantener el Sutra del loto. Su esfuerzo inclaudicable no flaquea jamás, ni siquiera en esta montaña.
El sutra sigue diciendo: «Cuando yo haya pasado a la extinción, deberéis aceptar y mantener este sutra. Quien lo haga accederá al Camino del Buda con toda certeza y sin ninguna duda».3 Por lo tanto, los que se conviertan en discípulos y seguidores laicos de Nichiren deberán comprender los profundos lazos kármicos que comparten con él y propagar el Sutra del loto de la misma manera que él lo hace. Ser conocido como devoto del Sutra del loto es un destino amargo, pero inevitable.
Fan K’uai, Chang Liang, Masakado y Sumitomo jamás fueron cobardes, porque el honor era lo que más les importaba y temían el escarnio. Pero la deshonra en esta vida no es nada: mucho más debería preocuparnos la que se manifestará en nuestra próxima existencia. Avance hacia el lugar de práctica del Sutra del loto teniendo presente el momento en que deberá enfrentar a los guardianes del infierno; ahí, a orillas del río de los tres cruces, será despojado de sus ropas por la demonio que arrebata las vestimentas y por el demonio que las cuelga. El Sutra del loto es el manto que lo protegerá de la deshonra después de esta vida. Dicha enseñanza afirma: «Es como un manto para el que va desnudo».4
Crea en el Gohonzon con todo su corazón, pues es la túnica que lo protegerá después de la muerte. Ninguna esposa privaría de ropa a su marido; ningún padre dejaría de condolerse al ver a su hijo temblar de frío. El buda Shakyamuni y el Sutra del loto son como nuestra esposa o nuestros padres. Usted me ha ayudado y, de esta manera, me ha salvado de la deshonra en esta vida; en agradecimiento, yo lo protegeré del escarnio en la siguiente. Lo que ayer hicimos a otros, hoy alguien nos lo hará. Las flores se convierten en frutos, y las desposadas, en suegras. Recite Nam-myoho-renge-kyo y mantenga siempre una fe activa.
No sé cómo agradecerle sus frecuentes cartas. Jakunichi-bo, por favor, transmita todas estas enseñanzas detalladamente a esa creyente.
Nichiren
En el decimosexto día del noveno mes.
Antecedentes
Esta carta fue escrita a un joven discípulo llamado Jakunichi-bo Nikke, hijo del señor feudal de Okitsu, que vivía en la provincia de Kazusa. Data del decimosexto día del noveno mes, y, aunque no figura el año, se piensa que fue redactada en 1279. A comienzos de la era Bun’ei (1264-1275), Jakunichi-bo y su familia habían adoptado como maestro a Nichiren Daishonin, quien se hallaba propagando sus enseñanzas en la región. Jakunichi-bo tomó los hábitos y fundó, luego, el templo Tanjo-ji, en Kominato, para conmemorar el sitio donde había nacido el Daishonin. También se cree que la carta pudo ser enviada, por intermedio de este sacerdote, a una creyente de la provincia de Kazusa.
En ella, el Daishonin revela el significado de su nombre, «Nichiren», dando a entender que se refiere al Buda que impartirá la iluminación a todos los seres humanos en el Último Día de la Ley. Declara que sus discípulos también deben esforzarse por transmitir la suprema enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo a toda la humanidad. Luego, explica que el demonio que, según la leyenda, nos despoja de nuestra vestimenta en el momento p.1040de la muerte, simboliza el abandono de todas nuestras imposturas y apegos superficiales, como la riqueza, el poder o el conocimiento.
Para finalizar, alienta a Jakunichi-bo y jura protegerlo en su próxima existencia, así como este se encuentra protegiendo al Daishonin en esos momentos. De tal modo, el Daishonin esboza la profunda naturaleza eterna e intemporal que caracteriza la relación entre maestro y discípulo.
Notas
1. La estrofa de veinte versos del capítulo «Aliento a la devoción» del Sutra del loto enuncia las clases de persecución que surgirán cuando se propague esta enseñanza en la temible época posterior a la muerte de Shakyamuni. Con posterioridad, Miao-lo de la China dio a estos perseguidores el nombre genérico de «tres enemigos poderosos». Véase dicho término en el Glosario.
2. Sutra del loto, cap. 21.
3. Ib.
4. Ib., cap. 23