Nota de los editores.

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17 de febrero de 2024

Tomo 1 - El tesoro de la devoción filial


Me han dejado muy apesadumbrado las noticias que escuché sobre la esposa del sacerdote laico de Ko.1 Por favor, dígale que pienso en ella con gran afecto.

He recibido sus diversos obsequios de mil quinientas monedas, ovas, algas y arroz disecado, y he informado respetuosamente de todo ello al Sutra del loto.

El Sutra del loto dice: «Si hay personas que escuchan la Ley, ni una sola dejará de lograr la iluminación».2 Si bien este pasaje sólo consta de diez caracteres, leer aunque sea una sola frase del Sutra del loto es leer sin omisión todas las enseñanzas sagradas que El Que Así Llega Shakyamuni predicó a lo largo de su vida. Por lo tanto, el gran maestro Miao-lo afirma: «Si, a la hora de propagar el Sutra del loto, uno debe interpretar aun una sola de sus doctrinas, tiene que hacerlo teniendo en cuenta todas las enseñanzas que el Buda predicó durante su vida y dominarlas desde el comienzo hasta el final».3

Con «comienzo», se refiere al Sutra de la guirnalda de flores, y con «final», al Sutra del nirvana. El Sutra de la guirnalda de flores fue expuesto en la época en que el Buda acababa de entrar por primera vez en el Camino, cuando grandes bodhisattvas como Sabiduría del Dharma y Bosque de Méritos, entre otros, predicaron ante el Buda en respuesta al pedido de un bodhisattva llamado Luna de Liberación. Ignoro con qué forma se conocerá este sutra en la India, en el palacio del Rey Dragón,4 o en el cielo de Tushita; pero al Japón ha llegado en una versión de sesenta volúmenes, en otra de ochenta volúmenes y en una tercera, de cuarenta.5 En lo que respecta a su última enseñanza —⁠el Sutra del nirvana⁠—, tampoco sé qué forma habrá adoptado en la India o en el palacio del Rey Dragón, pero en nuestro país se la conoce en una versión de cuarenta volúmenes, otra de treinta y seis, una tercera de seis, y una última de dos volúmenes.6

Además de estas enseñanzas, están los Sutras agama, los Sutras correctos e iguales y los Sutras de la sabiduría, que suman cinco mil o siete mil volúmenes. Pero, aunque no los hayamos visto ni sepamos nada de ellos, si leemos una sola palabra o frase del Sutra del loto, es como si estuviéramos leyendo todas las palabras de esos diversos sutras.

Es como los dos caracteres que forman el nombre de la India, «Gasshi»,7 o el nombre del Japón, que es «Nihon». Los dos ideogramas de Gasshi abarcan las cinco regiones de la India, sus dieciséis grandes estados, sus quinientos estados medianos, sus diez mil estados pequeños y sus incontables estados minúsculos, esparcidos como granos de mijo, todos con sus extensas superficies, altas montañas, plantas y árboles, su población y su fauna. O es también como un espejo, que aun p.1088midiendo una sola pulgada, o dos, tres, cuatro o cinco pulgadas, puede reflejar la imagen de una persona, ya mida esta treinta centímetros o un metro y medio de altura; o la imagen de una montaña, ya sea que se eleve tres metros o seis, treinta metros o trescientos.

Así pues, cuando leemos el pasaje antes mencionado del Sutra del loto, sabemos que las personas que escuchen el sutra, sin la más mínima excepción, lograrán la Budeidad.

Todos los seres vivos de los nueve estados y de los seis caminos se distinguen entre sí por su capacidad espiritual. A modo de ejemplo, si tomamos a dos o tres personas, a cien o a mil, veremos que el rostro de todas mide alrededor de treinta centímetros, pero no encontraremos dos caras exactamente iguales. Difieren los pensamientos y también difieren los rostros. ¡Cuánto mayor ha de ser entonces la diferencia entre las mentes de dos individuos, de diez personas y de todos los seres vivos en los seis caminos y los nueve estados! Es así como algunos aman las flores del cerezo, y otros adoran la luna; hay quienes prefieren los sabores agrios y quienes gustan de lo amargo; están los que aman las cosas pequeñas, y los que tienen predilección por las grandes. Los seres humanos tenemos gustos muy variados; algunos se inclinan por el bien, otros, por el mal. Hay toda clase de personas.

Pero, aunque los hombres sean muy distintos, una vez que ingresan en el Sutra del loto, todos pasan a ser como una sola persona, en cuerpo y alma. Es como la infinidad de ríos distintos que, al confluir en el océano, adquieren todos el mismo gusto a sal; o como las innumerables especies de aves que, al acercarse al monte Sumeru, se engalanan todas con el mismo tono dorado. Por esa razón, tanto Devadatta, que había cometido tres faltas capitales, como Rahula, que había observado los doscientos cincuenta preceptos, llegaron a ser budas por igual.

Y tanto al rey Adorno Maravilloso, que había sostenido ideas erradas, como a Shariputra, de creencias correctas, se les predijo que lograrían la Budeidad. Y la razón se encuentra en el pasaje antes mencionado, que dice que «ni una sola dejará de lograr la iluminación».

En el Sutra Amida y en otros sutras expuestos durante los primeros cuarenta y tantos años de prédica del Buda, se afirma que Shariputra adquirió grandes méritos al recitar el nombre del buda Amida un millón de veces durante siete días.8 Pero, dado que dichos sutras fueron repudiados como enseñanzas del período en que el Buda «todavía no había revelado la verdad»,9 esa recitación en realidad es tan inútil como hervir agua durante siete días para luego arrojarla al océano.

Cuando la dama Vaidehi10 leyó el Sutra de la meditación, pudo alcanzar el nivel donde se toma conciencia del no nacimiento y de la no extinción de todos los fenómenos. Pero como el Buda desechó ese sutra diciendo que en ese momento «descartaría honestamente los medios hábiles»,11 si la dama Vaidehi no hubiera tenido fe en el Sutra del loto, habría vuelto a su condición de mujer común.

No hay que confiar en los grandes actos de bien que uno pueda llevar a cabo; de nada servirán, a menos que uno tome contacto con el Sutra del loto. Tampoco tiene caso lamentarse de haber cometido grandes actos de maldad. Pues si uno practica el vehículo único, podrá seguir los pasos de Devadatta [en cuanto al logro de la Budeidad]. Es así porque el pasaje que declara que «ni una sola [persona] dejará de lograr la iluminación» no fue expresado en vano.

Algunos quizá se pregunten dónde está el espíritu de Abutsu-bo en este momento. Yo, Nichiren, usando el claro espejo del Sutra del loto para reflejar en él su p.1089imagen, lo veo en la asamblea del Pico del Águila, sentado en la Torre de los Tesoros del buda Muchos Tesoros, mirando al este.12

Si lo que digo no es cierto, no debe atribuirse a un error mío. Por el contrario, digo que, en un solo instante, se pudrirán, como el cadáver de una ballena en desintegración o como un banco de sardinas putrefactas, todas las lenguas: la de El Que Así Llega Shakyamuni, que dijo: «El Honrado por el Mundo lleva largo tiempo exponiendo sus doctrinas, y ahora es momento de que revele la verdad»,13 y la del buda Muchos Tesoros, que declaró: «[Acerca de] El Sutra del loto de la Ley prodigiosa [...] ¡Todo lo que has expuesto [buda Shakyamuni,] es la verdad!»;14 así como la lengua de todos Los Que Así Llegan provenientes de cuatrocientos diez mil millones de nayutas de tierras,15 numerosos como plantas de cáñamo o de arroz, como estrellas o tallos de bambú apretadamente alineados, que, sin la menor excepción, extendieron esas anchas lenguas hasta el palacio del gran dios celestial Brahma. Entonces, todos los budas, Los Que Así Llegan de los mundos de las diez direcciones, serán culpables de haber dicho grandes mentiras; el suelo de la Tierra Pura de la Luz Tranquila, formado de oro y de esmeraldas, se abrirá de repente, y todos esos budas se hundirán de cabeza en la gran ciudadela del infierno del sufrimiento incesante, como le ocurrió a Devadatta. O su cuerpo arderá en combustión envuelto en llamas espantosas a causa de sus graves mentiras, como le sucedió a la monja Fragancia de Loto del Dharma,16 y en un abrir y cerrar de ojos el jardín florido del Mundo de los Tesoros del Loto, una Tierra de la Recompensa Real, quedará reducido a cenizas. ¿Pero podría acaso suceder algo semejante?

Si al difunto Abutsu-bo no le permitieran ingresar en la Tierra Pura de la Luz Tranquila, todos esos budas caerían en un estado de sufrimiento atroz. No se detenga a pensar en ninguna otra cosa, y evalúe todo desde esta perspectiva. De ese modo, usted podrá juzgar si las palabras del Buda son verdaderas o falsas.

El hombre es como un pilar; la mujer, como una viga. El hombre es como las piernas; la mujer, como el tronco. El hombre es como las alas; la mujer, como el cuerpo del ave. Si las alas y el cuerpo se separaran, ¿cómo haría el pájaro para volar? Cuando un pilar se desploma, la viga cae al suelo con seguridad.

El hogar sin un hombre es como una persona sin alma. ¿Con quién podrá usted hablar de asuntos de importancia? Aunque su mesa está bien servida, ¿con quién compartirá los manjares? Para usted, pasar un día o dos lejos de su esposo ya era suficiente motivo de inquietud. Sin embargo, el año pasado se despidió de él, el vigésimo primer día del tercer mes, y no lo ha visto regresar en los meses restantes, ni en estos siete meses del año en curso. Aunque él no pueda volver, ¿por qué al menos no le envía alguna noticia?

Las últimas flores de cerezo se desprendieron de las ramas, y ya han asomado nuevos capullos; la fruta madura cayó al suelo, pero ha vuelto a formarse en los árboles. La brisa primaveral sopla como siempre, y el paisaje del otoño es el mismo que antaño. ¿Por qué, entonces, esta es la única cosa que ha cambiado y que ya nunca volverá a ser como antes?

La luna se oculta y asoma nuevamente; las nubes se dispersan y se vuelven a agrupar. ¡Hasta el cielo ha de estar compungido! ¡Hasta la tierra estará lamentando que este hombre se haya ido para no regresar! Así, de este modo, también se sentirá usted. ¡Confíe en el Sutra del loto como alimento durante la travesía y pronto, sin demora, parta hacia la tierra pura del Pico del Águila, donde podrá reunirse con él!

p.1090Un pasaje de un sutra dice que los hijos son nuestros enemigos; allí leemos: «Las personas de este mundo cometen muchas faltas a causa de sus hijos».17 Aunque el águila y el halcón de cresta se desvelen criando a sus pichones, estos se vuelven contra sus padres y los devoran. La lechuza, tras salir del cascarón, invariablemente se come a su madre. Así sucede con las criaturas inferiores.

Pero también entre los seres humanos, el rey Virudhaka arrebató el trono a su padre, a quien envidiaba, y el rey Ajatashatru asesinó a su progenitor. An Lu-shan mató a su madre adoptiva, pero a su vez, murió a manos de su propio hijo, An Ch’ing-hsü. Este último fue asesinado por Shih Shih-ming [que era como un hijo para él]. Shih Shih-ming, por su parte, acabó eliminado por su hijo, Shih Ch’ao-i.18 Hay buenas razones, entonces, para decir que los hijos son enemigos de sus padres. El monje Sunakshatra era hijo del buda Shakyamuni, pero se alió con un practicante no budista llamado Adquirido con Dolor, e intentó una y otra vez matar a su padre, el Buda.

Existe también una frase de los sutras que afirma que los hijos son un tesoro, cuando dice: «Gracias a los beneficios adquiridos por sus hijos e hijas mediante la práctica religiosa, aparece una gran luz brillante que ilumina el reino del infierno; de ese modo, los padres que sufren en este estado infernal logran despertar en ellos la disposición a la fe».19 Así y todo, aunque el Buda no hubiera enseñado [que los hijos son un tesoro], usted podría asegurar esto mismo con sólo ver la prueba que tiene ante los ojos.

Tiempo atrás, en la India, vivió un gran soberano, el emperador de los partos.20 Este monarca tenía una afición desmedida a los caballos y a la cría de estos animales. Tan experto llegó a ser en su cuidado, al cabo del tiempo, que era capaz de convertir un caballo inútil en un corcel extraordinario, e incluso de transformar los bueyes en equinos. Un buen día, comenzó a convertir en caballos a sus súbditos, sobre los cuales salía a cabalgar. Pero al ver la consternación de su pueblo, decidió transformar sólo a los habitantes de otras tierras. Fue así como, en una oportunidad, llegó al reino un mercader ambulante, oriundo de otro país. El monarca le hizo beber una poción, lo transformó en caballo y lo mantuvo atado en los establos reales.

En condiciones normales, el mercader echaba de menos su tierra y, en especial, a su mujer y a su hijo, en quienes pensaba a cada instante. Por eso, al verse en tales circunstancias, su aflicción fue intolerable. Claro que no podía partir, porque el Rey no lo permitía; y aunque esto hubiera sido posible, ¿qué podría hacer, así transfigurado? Sólo atinaba a deplorar su destino, día y noche.

El hijo, al ver que su padre no regresaba en el tiempo previsto, comenzó a temer que este hubiera muerto o que alguna enfermedad le impidiera volver. Sintió que su deber filial era averiguar el paradero de su padre, y por eso resolvió salir a buscarlo. La madre se quejó: su esposo ya se había ido a otras tierras para no regresar; si ahora la abandonaba su único hijo, ella no sabría cómo seguir adelante. Pero el joven estaba tan afligido por su padre que de todas formas marchó a Partia con el afán de encontrarlo.

Al llegar, decidió pasar la noche en un pequeño albergue. El dueño de la posada dijo:

—⁠¡Qué lamentable! Eres joven todavía; tu porte y tu rostro me dicen que eres hombre distinguido. Yo tuve un hijo, pero se marchó a otro país y es posible que allí haya muerto. Sea como fuere, ignoro qué ha sido de él. Cuando pienso en el destino de mi hijo, me acongojo de sólo mirarte. Y lo digo, porque p.1091aquí, en este país, tenemos un gran motivo de pesar. El Rey siente una pasión tan enfermiza por los caballos, que no tiene empacho en valerse de una extraña clase de planta. Si una persona come una de sus hojas delgadas, se convierte en corcel. Y si un caballo ingiere una de las hojas anchas, se convierte en ser humano. No hace mucho, llegó a estas tierras un mercader de otro país. El Rey lo indujo a comer de esta planta, lo convirtió en caballo y lo encerró en el primero de los establos reales, donde lo mantiene cautivo.

Al oír esto, el joven pensó que su padre bien podía haber corrido esa misma suerte, así que preguntó:

—⁠¿Qué pelaje tiene el caballo?

—⁠Es un zaino —⁠respondió el posadero⁠—, con pequeñas manchas blancas en las paletillas.

Informado de todas estas cosas, el hijo se las ingenió para acercarse al palacio, donde logró sustraer algunas hojas de la extraña planta. Cuando se las dio de comer al caballo en que su padre se había convertido, este recuperó la forma humana.

Maravillado por el episodio y por el ejemplo de amor filial que había visto en ese joven, el Rey dejó que padre e hijo regresaran juntos. Y a partir de entonces, nunca más volvió a convertir a las personas en caballos.

¿Quién sino un hijo habría llegado tan lejos en busca de su padre? El honorable Maudgalyayana salvó a su madre de los sufrimientos que ella padecía en el mundo de las entidades hambrientas, y los hermanos Acervo de Pureza y Ojos Puros convencieron a su padre de renunciar a sus ideas distorsionadas. Por esa razón se afirma que un buen hijo es el tesoro de sus progenitores.

El difunto Abutsu-bo vivió en una isla inhóspita y lejana, enclavada en el mar septentrional del Japón. Sin embargo, preocupado por su futura existencia, hizo votos religiosos y aspiró a la felicidad en su próxima vida. Cuando conoció al desterrado Nichiren, abrazó el Sutra del loto y, en la primavera del año pasado, se convirtió en un buda. Cuando el zorro del monte Shita conoció la enseñanza del Buda, la vida dejó de bastarle, anheló morir y renació como la deidad Shakra.21

Del mismo modo, el honorable Abutsu se cansó de su existencia en este mundo impuro y decidió ser un buda.

Su hijo, Tokuro Moritsuna, ha seguido sus pasos y hoy es un sincero devoto del Sutra del loto. El año pasado, el segundo día del séptimo mes, se presentó aquí en el monte Minobu, en Hakiri, provincia de Kai, después de viajar mil ris22 a través de montañas y mares con las cenizas de su padre colgadas del cuello. Al llegar, las depositó en el lugar dedicado a la práctica del Sutra del loto. Y este año, el primer día del séptimo mes, ha vuelto al monte Minobu para presentar sus respetos ante la tumba de su padre. ¡Sin lugar a dudas, no hay tesoro más grande que un hijo, no hay tesoro más grande que un hijo! Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo.


Nichiren


En el segundo día del séptimo mes.

 

Respuesta a la esposa del difunto Abutsu-bo

 

Posdata:23 Le envío una túnica sacerdotal de seda teñida. Por favor, infórmele a Bungo-bo.24 Las enseñanzas del Sutra del loto ya se están propagando en todo el Japón. Bungo-bo debe encargarse de difundirlas en la región de Hokuriku,25 pero no podrá hacerlo a menos que adquiera buenos conocimientos. Dígale que se dé prisa y que debe estar aquí, como última fecha, el decimoquinto día del noveno mes.

p.1092Por favor, envíeme lo antes posible los diversos textos sagrados por medio de Tamba-bo,26 como hizo antes con los registros diarios. Le pido, asimismo, que mande a Yamabushi-bo27 hasta aquí, como le solicité anteriormente. Me alegra saber que usted se está ocupando de él con tanta consideración.


Antecedentes


Nichiren Daishonin escribió esta carta en Minobu, el séptimo mes del tercer año de Koan (1280), a la monja laica Sennichi, que vivía en la isla de Sado. Sennichi era la viuda de Abutsu-bo Nittoku, fallecido el año anterior.

Originalmente, este seguidor había sido creyente del Nembutsu, pero poco después de conocer al Daishonin, él y su esposa se convirtieron a sus enseñanzas y lo proveyeron de alimentos y de otros enseres durante su destierro en Sado.

Cuando el Daishonin fue indultado y se retiró a vivir en Minobu, Abutsu-bo lo fue a visitar, a muy avanzada edad, al menos en tres ocasiones. Murió el vigésimo primer día del tercer mes de 1279, a los noventa y un años. Su hijo, Tokuro Moritsuna, visitó al Daishonin ese mismo año y llevó a Minobu las cenizas de su padre para que descansaran en ese lugar.

La monja laica Sennichi estaba afligida por las privaciones que sufría el Daishonin en Minobu; en 1280, envió allí a Tokuro con diversas ofrendas. Este llegó a destino el primer día del séptimo mes; entonces, Nichiren Daishonin escribió la presente carta a la anciana en reconocimiento por sus sinceras ofrendas, y se la encomendó al hijo para que se la entregara a su regreso.

En la parte inicial del escrito, el Daishonin declara que leer una sola frase del Sutra del loto equivale a leer todas las enseñanzas expuestas por el buda Shakyamuni a lo largo de su vida. Le asegura a la monja laica Sennichi que todas las personas que abracen el Sutra del loto lograrán la Budeidad; por ende, a la luz del «claro espejo del Sutra del loto», no puede haber la menor duda de que su difunto esposo, Abutsu-bo, también lo ha hecho.

En la última parte de la carta, alienta a la monja laica, que se sentía muy sola tras la muerte de su esposo, y alaba la devoción filial de su hijo Tokuro. Especialmente conmovido por las dos visitas a Minobu que este había realizado en nombre de su padre, el Daishonin concluye la carta exclamando: «¡Sin lugar a dudas, no hay tesoro más grande que un hijo, no hay tesoro más grande que un hijo!».


Notas


1. No se sabe de manera concluyente cuáles fueron las noticias que recibió el Daishonin sobre la esposa del sacerdote laico de Ko. Pero es evidente que la dama estaba sobrellevando alguna clase de sufrimiento, y que el Daishonin deseaba brindarle consuelo. El término «Ko» designa tanto un despacho provincial como su ubicación geográfica. El sacerdote laico de Ko se llamaba así, justamente, porque vivía en la capital provincial de Sado.

2. Sutra del loto, cap. 2. Esta cita, en el texto chino, consta de diez caracteres.

3. Comentario sobre «Profundo significado del “Sutra del loto”».

4. Palacio legendario situado bajo el mar, colmado de grandes tesoros y de maravillosos adornos. Se dice que Nagarjuna obtuvo allí el Sutra de la guirnalda de flores.

5. Existen tres versiones chinas del Sutra de la guirnalda de flores, traducidas respectivamente por Buddhabhadra, durante la dinastía Chin oriental; por Shikshananda, en la dinastía T’ang, y por Prajna, en esta misma dinastía.

6. Existen cuatro traducciones chinas del Sutra del nirvana del Mahayana: la de Dharmaraksha, que data de la dinastía Liang septentrional; la de Hui-kuan, Hui-yen y Hsieh Ling-yün, de la dinastía Liu Sung; la de Fa-hsien y Buddhabhadra, de la dinastía Chin oriental, y la de Jnanabhadra y Hui-ning, de la dinastía T’ang.

7. Gasshi (en chino, Yüeh-chih) era el nombre con que se conocía a la India tanto p.1093en la China como en el Japón. A fines del siglo iii a. C., una tribu de Asia central denominada Yüeh-chih, reinó sobre parte de la India. Como el budismo se introdujo en la China a través de ese territorio, terminó llamándose a la India por dicho nombre.

8. En el Sutra Amida, el buda Shakyamuni, dirigiéndose a Shariputra como representante de la asamblea, enseñó que uno podía obtener el beneficio de renacer en la Tierra Pura meditando resueltamente sobre el nombre del buda Amida durante siete días. El Tratado sobre la Tierra Pura, escrito por Vasubandhu, interpreta que eso implica recitar el nombre del buda Amida un millón de veces a lo largo de siete días.

9. Sutra de los infinitos significados. Se ha adaptado la persona del verbo para adecuarla a la redacción de la frase.

10. Vaidehi fue la esposa del rey Bimbisara de Magadha, y madre de Ajatashatru. Según el Sutra de la meditación sobre el buda Vida Infinita, cuando Ajatashatru mató a su padre y confinó a Vaidehi dentro del palacio, ella oró al Buda mirando en dirección al Pico del Águila donde Shakyamuni se encontraba predicando. Movido por la misericordia, este se hizo presente en la recámara y le enseñó cómo llegar a la Tierra Pura del buda Amida.

11. Sutra del loto, cap. 2. La conjugación verbal se ha adaptado a la redacción del párrafo.

12. Según una antigua costumbre india, los reyes y altos dignatarios se sentaban mirando al este. Se puede inferir, entonces, que cuando el buda Shakyamuni comenzó a predicar el Sutra del loto en el Pico del Águila, se sentó mirando hacia el este, y sus discípulos, frente a él, lo hicieron de cara al oeste. Después, en presencia de Shakyamuni, irrumpió la Torre de los Tesoros desde lo profundo de la tierra, de cara al oeste, y se elevó al espacio. Entonces, Shakyamuni se sentó al lado del buda Muchos Tesoros, que estaba dentro de la Torre. De modo que Shakyamuni quedó mirando al oeste durante la Ceremonia en el Aire, pero el resto de la asamblea, estuvo de cara al este. La expresión «mirando al este» tal vez signifique que Abutsu-bo está dentro de la Torre de los Tesoros, de frente a los budas Shakyamuni y Muchos Tesoros.

13. Sutra del loto, cap. 2.

14. Ib., cap. 11.

15. Según Palabras y frases del «Sutra del loto», de T’ien-t’ai, las manifestaciones corpóreas de Shakyamuni se reunieron en los cuatrocientos diez mil millones de nayutas de tierras que él había purificado para albergarlas.

16. Según el Sutra del shuramgama, grandes llamaradas brotaron de cada parte del cuerpo de la monja Fragancia de Loto del Dharma, debido a las grandes mentiras que ella había dicho, y que la hicieron caer en el infierno del sufrimiento incesante.

17. Sutra sobre la contemplación de la mente como terreno.

18. An Lu-shan (705-757) fue un comandante regional de la dinastía T’ang. Obtuvo poder en los círculos de la Corte como protegido de Yang Kuei-fei, esposa favorita de Hsüan-tsung, quien lo adoptó como hijo legítimo. Tiempo después, An Lu-shan se enfrentó con el hermano de Yang Kuei-fei para obtener el control del gobierno central; en 755 encabezó una rebelión que le permitió tomar la capital. Obligado por sus soldados disconformes, el emperador fugitivo Hsüan-tsung ordenó la ejecución de Yang Kuei-fei y de su hermano, a quienes se culpó de la catástrofe. An Lu-shan finalmente fue asesinado por su propio hijo, An Ch’ing-hsü, durante una disputa sucesoria referida a la familia imperial. Shih Shih-ming, uno de los líderes de la rebelión de An Lu-shan, dio muerte a An Ch’ing-hsü, pero a su vez murió ejecutado por su propio hijo, Shih Ch’ao-i.

19. Sutra sobre la contemplación de la mente como terreno. El Daishonin modifica apenas las palabras del original.

20. Partia fue un antiguo imperio que se extendió desde el noroeste de la India hasta Persia. Fundado en 284 a. C., cayó en 226. La historia del soberano que convertía a las personas en caballos aparece en Compilación de tesoros, obra escrita por Taira no Yasuyori durante la era Jisho (1177-1181).

21. Este relato aparece en Comentario sobre «Gran concentración e introspección». Perseguido por un león, un zorro cayó accidentalmente en un pozo seco y permaneció allí tres días. Al borde de la inanición, resolvió dedicarse a la Ley budista y expresó, en una estrofa recitada, su deseo de expiar antiguas faltas. Cuando la voz del zorro llegó a oídos de Shakra, en la cumbre del monte Sumeru, la deidad rescató al animal y le pidió que predicara la Ley ante él y otros dioses celestiales.

22. «Mil ris» no debe ser tomado como cifra exacta, sino como expresión de una gran distancia.

23. En el manuscrito original, tal vez por falta de espacio para escribir, el Daishonin insertó la posdata al comienzo de la carta. En la p.1094traducción, la posdata ha sido colocada al final, de acuerdo con una corrección más reciente del manuscrito japonés.

24. Bungo-bo fue un discípulo del Daishonin que habría brindado instrucción a Abutsu-bo y a otros seguidores de la provincia de Sado.

25. Área que incluye Sado y las seis provincias de la isla principal que lindan con el mar del Japón.

26. Tamba-bo fue un discípulo del Daishonin. Se cree que integró la procesión fúnebre de este y fue uno de los sacerdotes que se turnaron para cuidar la tumba del Daishonin. Vivió en el templo Myoko-ji, en la provincia de Kazusa.

27. Yamabushi-bo fue un discípulo del Daishonin oriundo de la isla de Sado; es probable que haya estado bajo la protección de Abutsu-bo.