Respuesta al sacerdote laico Toki
Nichiren
He recibido la túnica sin forrar que usted me envió por intermedio de Saemon.1 Por favor, a todos los que me hicieron llegar diversas ofrendas, infórmeles que tengo en mis manos todo lo que detallaba la lista de Saemon. También quiero hacerles saber que recibí los obsequios del sacerdote laico Ota, incluidos en la lista que hizo usted. En mi carta a Saemon, escribí la otra parte de la enseñanza que desarrollaré a continuación. Confío en que le pedirá que se la muestre.
Su carta dice que está propagándose un fuerte brote epidémico. Las enfermedades de los seres humanos se pueden dividir en dos categorías generales, la primera de las cuales corresponde a las dolencias del cuerpo. Las enfermedades físicas abarcan ciento un desórdenes del elemento tierra, ciento un desequilibrios del elemento agua, ciento una perturbaciones del elemento fuego, y ciento una desarmonías del elemento viento,2 lo cual da un total de cuatrocientas cuatro afecciones. Para curar estos males, no hace falta la intervención de un buda. Médicos excelsos, como Contenedor de Agua y Portador de Agua,3 Jivaka y Pien Ch’üeh,4 prescribieron medicinas que, invariablemente, han demostrado ser eficaces en las dolencias del cuerpo.
La segunda categoría corresponde a las enfermedades mentales. Estas derivan de los tres venenos, y se dividen en ochenta y cuatro mil clases distintas. Exceden el poder de curación de las dos deidades5 y de los tres ascetas [del brahmanismo] o de los seis maestros no budistas, y los remedios prescritos por Shen Nung y por Huang Ti6 son todavía menos eficaces.
Las enfermedades de la mente son de gravedad muy variable. Las ochenta y cuatro mil clases de enfermedades mentales que derivan de los tres venenos y afectan a las personas comunes de los seis caminos pueden ser tratadas por el Buda del Hinayana y por sus enseñanzas de los Sutras agama, o por los estudiosos y maestros de escuelas como Tesoro del Análisis del Dharma, Establecimiento de la Verdad o Preceptos. Sin embargo, si estos seguidores del Hinayana se vuelven contra el Mahayana en su práctica, o aunque no se opongan a él, si los países del Hinayana se consideran iguales a los países del Mahayana, el pueblo se verá plagado de enfermedades. Si uno intenta curar estas dolencias mediante el budismo Hinayana, sólo conseguirá agravarlas. Únicamente pueden tratarlas los devotos de los sutras del Mahayana. Y aun dentro del Mahayana, si los adeptos a las enseñanzas provisionales como el Sutra de la guirnalda de flores, el Sutra de los p.1157profundos secretos, el Sutra de la sabiduría o el Sutra Mahavairochana confunden lo inferior con lo superior, e insisten en que las enseñanzas de sus escuelas son iguales al Sutra del loto o lo superan, y si el gobernante y otras autoridades aceptan este tipo de aseveraciones, en tal caso se manifestarán los tres venenos y las ochenta y cuatro mil enfermedades. Entonces, si esos practicantes intentan curar dichos males con los sutras del Mahayana provisional en los cuales confían, las enfermedades se agravarán mucho más. Incluso sería infructuoso recurrir al Sutra del loto, porque si bien el sutra es supremo, los practicantes abrigan ideas distorsionadas.
Por otro lado, el Sutra del loto se divide en dos categorías distintas: la enseñanza teórica y la enseñanza esencial. Son tan distintas entre sí como el fuego y el agua, o como el cielo y la tierra. La diferencia incluso es más grande que la que hay entre el Sutra del loto y las enseñanzas que lo precedieron. Estos últimos sutras y la enseñanza teórica del Sutra del loto son ciertamente distintos, pero conservan algunos puntos de semejanza. De las ocho enseñanzas expuestas por el Buda, la enseñanza perfecta de los primeros sutras se asemeja a la enseñanza perfecta de la enseñanza teórica.7 Cuando el Buda expuso las doctrinas previas al Sutra del loto y la enseñanza teórica, adoptó diversas formas, como el cuerpo manifiesto inferior, el cuerpo manifiesto superior, el cuerpo de la recompensa y el cuerpo del Dharma, pero en todos los casos afirmó que había logrado la iluminación por primera vez en este mundo.
La diferencia entre la enseñanza teórica y la enseñanza esencial es que, en la primera, el Buda dijo haber logrado la iluminación por primera vez durante esa existencia [en la India], mientras que, en la última, es el Buda que se había iluminado en el remoto pasado. Esta diferencia es como la que hay entre un anciano centenario y un niño de apenas doce meses. Los discípulos de estos dos budas también difieren entre sí como el fuego y el agua, para no hablar de la diferencia que hay entre las tierras donde ellos habitan.8 El que confunde la enseñanza esencial con la enseñanza teórica no tiene el discernimiento necesario para distinguir el fuego del agua. En su propia prédica, el Buda trazó una línea definida entre ambas, pero durante los más de dos mil años transcurridos desde su muerte, nadie ha entendido con claridad la diferencia en los tres países de la India, la China y el Japón, o, para el caso, en todo el territorio de Jambudvipa. Sólo T’ien-t’ai en la China y Dengyo en el Japón establecieron una diferencia general entre las dos; pero dejaron sin esclarecer el precepto de la iluminación perfecta e inmediata,9 que distingue la enseñanza esencial de la enseñanza teórica. En última instancia, T’ien-t’ai y Dengyo lo percibieron en su fuero íntimo, pero no lo revelaron por tres razones: primero, porque todavía no había llegado la época correcta; segundo, porque las personas no tenían capacidad suficiente para aceptarlo; y tercero, porque a ninguno de los dos se les había confiado la misión de propagarlo. Es ahora, en el Último Día de la Ley, cuando aparecerán los Bodhisattvas de la Tierra y lo darán a conocer.
El Último Día de la Ley es la época correcta para la propagación de la enseñanza esencial, así que los seguidores del Hinayana, del Mahayana provisional y de la enseñanza teórica del Sutra del loto ya no podrán extraer beneficios de dichas enseñanzas, aunque no hayan cometido falta alguna. Tales doctrinas son como medicinas preparadas para la época vernal, que no surten efecto si se aplican en otoño o, al menos, no son tan eficaces como en primavera o verano. Y lo peor es que estas personas se engañan con p.1158respecto a la superioridad relativa entre el Hinayana y el Mahayana, o entre las enseñanzas provisionales y la verdadera. Y como, en el pasado, los gobernantes del Japón creyeron en dichos sutras, erigieron templos y donaron campos y tierras de labranza a estas escuelas, si los practicantes actuales de dichas enseñanzas admitieran la verdad de mis afirmaciones y reconocieran que sus doctrinas son inferiores, no tendrían forma de justificarse y perderían el apoyo de las autoridades.
Por esta razón, han reaccionado con furia, han vilipendiado al sutra de la verdadera enseñanza y han hecho daño a su devoto. Por su parte, el gobernante persigue al devoto dando crédito a las acusaciones infundadas que lanzan los seguidores de estas escuelas, ya sea porque desea aliarse a la mayoría, porque no tiene el valor de abandonar las enseñanzas proclamadas por los gobernantes del pasado, porque es ignorante o porque desprecia al devoto de la enseñanza verdadera. Como resultado de esta actitud, el país es castigado por las deidades que custodian la verdadera enseñanza —como Brahma, Shakra, las deidades del Sol y de la Luna, y los cuatro reyes celestiales— y se ciernen las tres calamidades y los siete desastres en magnitud sin precedentes. Este es el origen de las epidemias que han estallado tanto este año como el año pasado y durante la era Shoka.10
Pregunta: Si, como usted señala, las deidades benevolentes infligen castigo al país porque este se ensaña con el devoto del Sutra del loto, las epidemias sólo deberían afectar a los que denigran la Ley. ¿Por qué han enfermado y han muerto también discípulos suyos?
Respuesta: Su pregunta es lógica. No obstante, está viendo sólo un aspecto de la situación, y no el otro. El bien y el mal han sido inherentes a la vida desde el tiempo sin comienzo. Según las enseñanzas provisionales y las escuelas que se basan en ellas, tanto el bien como el mal permanecen en nuestra vida en todas las etapas de la práctica del bodhisattva hasta el nivel de la iluminación casi perfecta. Por eso, las personas en este nivel o por debajo tienen algún tipo de falencia [pero no así las que están en el nivel más alto]. En cambio, el corazón de la escuela del Loto es la doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital, que revela que el bien y el mal existen en forma inherente, incluso en el estado supremo de la perfecta iluminación. La naturaleza fundamental de la iluminación se manifiesta como Brahma y Shakra, mientras que la oscuridad fundamental se expresa como el Rey Demonio del Sexto Cielo. Las deidades benevolentes odian a los que perpetran el mal, y las funciones malignas odian a las buenas personas. Como hemos entrado en el Último Día de la Ley, es natural que en cada rincón del país haya funciones demoníacas, así como hay tejas, piedras, árboles y hierbas. Los demonios benéficos son pocos, porque los sabios y venerables no abundan en este mundo. Por tal razón, cabría esperar que hubiese más víctimas de esta epidemia entre los seguidores de Nichiren que entre los creyentes del Nembutsu, o entre los sacerdotes de las escuelas Palabra Verdadera, Zen o Preceptos. Sin embargo, por algún motivo hay menos enfermos y muertos entre los seguidores de Nichiren. Es algo inescrutable... ¿Se debe a que somos pocos numéricamente, o a que nuestra fe es firme?
Pregunta: ¿Ha habido en el Japón otra epidemia tan terrible como esta?
Respuesta: Durante el reinado del emperador Sujin, décimo soberano a partir del emperador Jimmu, el Japón fue azotado por epidemias que costaron la vida a más de la mitad de la p.1159población. Pero cuando el emperador Sujin hizo que la gente de cada provincia venerase a la Diosa del Sol y a otras deidades, las epidemias cesaron por completo. A eso debe su nombre, Sujin, que en forma literal significa «venerar a los dioses». Esto ocurrió antes de que el budismo fuese introducido en el país. Los emperadores trigésimo, trigésimo primero y trigésimo segundo del linaje imperial, junto a muchos de sus ministros, murieron de viruela y de otras afecciones epidémicas. De inmediato, se elevaron plegarias a las mismas deidades, pero esta vez no surtieron efecto.
Durante el reinado del trigésimo soberano, el emperador Kimmei, se enviaron al Japón, desde el estado de Paekche, sutras, tratados y sacerdotes budistas, y también una estatua de bronce bruñido y bañada en oro del buda Shakyamuni, señor de las enseñanzas. El gran ministro Soga11 propuso que la estatua fuese venerada, pero el ministro en jefe Mononobe y otros ministros, junto al común de la gente, se opusieron a que el Buda fuese objeto de devoción, alegando que las deidades nativas se enfurecerían y que esto ocasionaría la ruina del país. El Emperador todavía seguía ponderando qué opinión favorecer, cuando las tres calamidades y los siete desastres se abatieron sobre el país, en escala sin precedentes, y murieron muchísimos habitantes.
El ministro en jefe Mononobe aprovechó la oportunidad para influir en el Emperador, y a raíz de ello no sólo cayeron en desgracia los sacerdotes y monjas budistas, sino que la estatua dorada del buda Shakyamuni fue arrojada a las brasas y destruida por el fuego, mientras que el templo budista fue reducido a cenizas. En ese momento, el ministro en jefe enfermó y murió, y la misma suerte corrió el Emperador. El gran ministro Soga, que veneraba al Buda, también cayó enfermo.
El ministro Moriya, hijo del ministro en jefe, declaró que los tres emperadores sucesivos y su propio padre habían muerto en la epidemia únicamente porque se había rendido tributo al Buda. «¡Sépase —dijo— que el príncipe Shotoku, Soga no Umako y las demás personas que veneran al Buda son enemigos de mi padre y de los emperadores difuntos!». Al oírlo, los príncipes imperiales Anabe y Yakabe,12 junto a sus ministros y miles de vasallos, se aliaron a Moriya. Quemaron imágenes del Buda y templos budistas, pero, al mismo tiempo, se produjo una lucha armada que acabó con la vida de Moriya. Durante treinta y cinco años, contados desde que el budismo fue introducido en este país, no transcurrió uno sólo sin que cundieran las tres calamidades y los siete desastres, y con ellos, las epidemias. Pero una vez que Mononobe no Moriya fue asesinado por Soga no Umako y las deidades fueron superadas por el Buda, los desastres cesaron en forma abrupta.
Los estallidos de las tres calamidades y los siete desastres ocurridos a partir de entonces se debieron más que nada a la confusión reinante dentro del budismo. Pero estas sólo solían afectar a una o dos personas, a una o dos provincias, a uno o dos clanes, a una o dos regiones. Tales desastres acaecieron por la maldición de las deidades, o bien porque se estaba denigrando el budismo, o por el malestar de la población.
Con todo, las tres calamidades y los siete desastres de los últimos treinta años o más se deben sólo al odio que el pueblo del Japón siente por Nichiren. En provincia tras provincia, distrito tras distrito, aldea tras aldea, desde el regente hasta el último habitante, todos se retuercen de ira hacia mí, de una manera absolutamente inusitada. Es la primera vez que la oscuridad fundamental brota en la vida de la gente común, capturada por las ilusiones del pensamiento y del deseo.13 Así p.1160que aunque oren a las deidades, al Buda o al Sutra del loto, las calamidades irán de mal en peor. Pero es distinto cuando el devoto del Sutra del loto ora a la enseñanza esencial del Sutra del loto. En última instancia, los desastres continuarán sin tregua, a menos que logremos demostrar la supremacía de esta enseñanza.
El gran maestro T’ien-t’ai, en Gran concentración e introspección, describió los diez objetos de meditación y las diez meditaciones, pero nadie los practicó con posterioridad. En la época de Miao-lo y de Dengyo, hubo quienes los practicaron en cierta medida, pero enfrentaron pocas dificultades, porque no había adversarios poderosos. Los tres obstáculos y los cuatro demonios descritos en Gran concentración e introspección no surgen para obstruir a los que practican enseñanzas provisionales. Pero ahora, se han manifestado todos y cada uno de ellos para confrontarme. Son más poderosos aún que los tres obstáculos y los cuatro demonios enfrentados por T’ien-t’ai, Dengyo y otros.
Hay dos formas de percibir los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital. Una es teórica, y la otra, real. La que practicaron T’ien-t’ai y Dengyo fue teórica; la que yo practico es real. Como mi práctica es superior, las dificultades que ella acarrea son mucho mayores. La doctrina expuesta por T’ien-t’ai y Dengyo consistió en los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital, referidos a la enseñanza teórica, mientras que la mía se refiere a la enseñanza esencial. Y ambas son tan distintas como el cielo y la tierra. Piénselo profundamente cuando le llegue la hora de enfrentar la muerte.
Con mi profundo respeto,
Nichiren
En el vigésimo sexto día del sexto mes.
Antecedentes
Durante mucho tiempo se pensó que esta carta había sido escrita en 1282, pero hoy parece más probable que date de 1278. El día y el mes coinciden, exactamente, con otra carta enviada a Saemon —más conocido como Shijo Kingo— que bien podría ser la mencionada en el primer párrafo del escrito.
La carta es una respuesta a Toki Jonin, quien había expresado su angustia por la propagación de un brote epidémico. El Daishonin primero clasifica las enfermedades en dos categorías: físicas y mentales. Las dolencias físicas, aclara, pueden ser curadas por la ciencia de los buenos médicos. Pero las dolencias mentales son más complicadas, afirma. Las que derivan de los tres venenos pueden ser tratadas mediante las enseñanzas del Hinayana, pero las que son causadas por los actos contra la enseñanza correcta o esencial sólo se curan a través de la enseñanza esencial. El Daishonin emplea esta expresión para referirse a la Ley de Nam-myoho-renge-kyo que, dice, yace en las profundidades del capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto.
Revela que en el Último Día de la Ley prevalecen las funciones destructivas que atacan a los devotos del Sutra del loto. «Cabría esperar que hubiese más víctimas de esta epidemia entre los seguidores de Nichiren» que entre los creyentes de otras escuelas, postula. «Sin embargo», revela, «hay menos enfermos y muertos entre los seguidores de Nichiren».
Por último, el Daishonin señala la forma de poner fin a las epidemias. La única manera es demostrar claramente que «esta enseñanza» de Nam-myoho-renge-kyo es suprema. Con esto se refiere a participar en debates públicos y vencer, a fin de establecer la superioridad relativa entre las enseñanzas del Buda. A continuación, esclarece la diferencia entre la p.1161doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital expuesta por T’ien-t’ai y Dengyo, y la que él mismo expone. Y afirma que dicha enseñanza es Nam-myoho-renge-kyo.
Notas
1. Saemon es otro de los nombres con que se conocía a Shijo Kingo. La expresión «Mi carta a Saemon», que aparece renglones después, alude a Las dos clases de enfermedad, y está datada el vigésimo sexto día del sexto mes, en 1278.
2. La antigua cosmología india consideraba que la tierra, el agua, el fuego y el viento eran los elementos constitutivos de todas las cosas. En el caso del cuerpo humano, la tierra corresponde a la carne, los huesos, la piel y el cabello; el agua, a la sangre y demás fluidos; el fuego, a la temperatura corporal; el viento, a la función respiratoria. La expresión «ciento uno», en cada caso, no necesariamente representa una cifra exacta, sino tan sólo una gran cantidad.
3. Padre e hijo, ambos médicos excelsos, mencionados en el Sutra de la luz dorada. De acuerdo con este texto, vivieron hace kalpas incontables. En determinado momento, estalló una epidemia en todo el país. Contenedor de Agua era demasiado anciano para ocuparse de atender a los enfermos, pero Portador de Agua dominaba las artes médicas y, en reemplazo de su padre, salvó a la población.
4. Pien Ch’üeh fue un médico que vivió en el período de la Primavera y el Otoño (770-403 a. C.), en la China. En su infancia, aprendió las artes médicas en tal medida, que se afirma que sabía tratar casi todas las enfermedades.
5. Shiva y Vishnu.
6. Dos de los Tres Soberanos, reyes legendarios ideales de la antigua China. También se dice que dominaban la ciencia médica; fueron venerados como deidades patronas e inventoras de ciertos medicamentos, según las Crónicas del historiador.
7. La enseñanza perfecta de la enseñanza teórica se aproxima más a la enseñanza perfecta de las doctrinas previas al Sutra del loto que a la enseñanza perfecta de la enseñanza esencial de dicho sutra. Las primeras dos explican, como lo hace la enseñanza esencial, que las personas pueden llegar a ser budas en esta vida; pero a diferencia de la enseñanza esencial, jamás revelan la semilla de la Budeidad. Es más, el Buda que predicó las primeras dos enseñanzas es el que logró la iluminación en la India durante esa existencia, mientras que el Buda que expuso la enseñanza esencial es el que se había iluminado incontables kalpas atrás.
8. Estos «dos budas» son el de la enseñanza teórica y el de la enseñanza esencial. Aunque ambos se refieren a Shakyamuni, expresan las dos posiciones distintas que él adopta en la enseñanza teórica y en la enseñanza esencial, como se menciona en el párrafo. Se cree que la tierra de Buda de la enseñanza teórica está situada fuera de este mundo saha, y que el Buda aparece en el mundo saha sólo temporalmente, para exponer la Ley y salvar a los seres. En cambio, la enseñanza esencial revela que el mundo saha, en sí, es la tierra donde el Buda siempre ha vivido desde su iluminación original.
9. El término «enseñanza esencial» posee dos significados: la enseñanza esencial de la existencia de Shakyamuni —últimos catorce capítulos del Sutra del loto— opuesta a la enseñanza teórica —primeros catorce capítulos—; y también se aplica a la enseñanza esencial del Último Día de la Ley, que es el budismo de Nam-myoho-renge-kyo expuesto por Nichiren Daishonin. Cuando el término «enseñanza esencial» se utiliza en este último sentido, todo el Sutra del loto, con sus veintiocho capítulos, se toma como «enseñanza teórica». Tanto aquí, como en el párrafo siguiente, el Daishonin utiliza el término «enseñanza esencial» para referirse a Nam-myoho-renge-kyo. Como se explica en La selección del tiempo, Dengyo estableció los preceptos de la iluminación perfecta e inmediata basándose en el Sutra del loto de Shakyamuni. Cuando el Daishonin menciona el precepto que «dejaron sin esclarecer», se está refiriendo a la Ley de Nam-myoho-renge-kyo.
10. Es decir, en 1259.
11. Soga no Iname (m. 570), oficial que intervino en una contienda por el poder contra el ministro en jefe Mononobe no Okoshi, líder de la facción conservadora de la Corte.
12. Anabe (m. 587), también conocido como Anahobe, fue hijo del emperador Kimmei; su madre era hija de Soga no Iname. Según Crónicas del Japón y otras fuentes, no pudo ascender al trono tras la muerte del emperador Bidatsu, y volvió a intentarlo en vano tras la muerte del emperador Yomei, cuando conspiró con Mononobe no Moriya. Sin embargo, se dice que murió asesinado por Soga no Umako, quien apoyaba a otro príncipe heredero, p.1162Hatsusebe (coronado como el emperador Sushun). Yakabe (m. 587), uno de los mejores amigos del príncipe Anabe, también murió junto con él.
13. Se dice que la oscuridad fundamental generalmente se manifiesta en la vida de las personas que han superado las primeras dos de las tres categorías de ilusiones; es decir, las ilusiones del pensamiento y del deseo, y las ilusiones numerosas como las partículas de polvo y de arena. Sin embargo, en este caso, el Daishonin señala que, muy en contra de lo habitual, la oscuridad fundamental se ha manifestado en la vida de las personas comunes atrapadas en el fuego de las ilusiones.