La razón es que el pueblo del Japón y de todo Kamakura, e incluso quienes prestaban servicio a su señor, como los descendientes de su clan, no aprobaban que usted creyera en las enseñanzas de Nichiren. Por eso, me maravilla que haya recibido nuevos feudos. Y, ante todo, me admira que usted aún siga integrando el clan de su amo. Cada vez que este ofrecía asignarle tierras, usted invariablemente declinaba.1 ¡Cuán extraños han de haber parecido estos rechazos a sus colegas samuráis, y cuán indignado habrán hecho sentir a su señor feudal!
Así pues, estaba ansioso por saber cómo le habría ido esta vez, máxime cuando supe que decenas de colegas de su clan lo habían calumniado frente a su señor feudal. Por eso, concluí que iba a serle imposible recibir feudo alguno. Me preocupé de verdad, al ver que su situación era tan abrumadora; pero además, como si no bastara con ello, hasta sus propios hermanos lo abandonaron. Y sin embargo, pese a todo, ahora usted recibe semejante beneficio... No podría haber honor más grande.
Me dice que sus nuevos dominios ocupan un área que equivale a tres veces el tamaño de Tono’oka.2 Aquí vive un hombre oriundo de la provincia de Sado que conoce muy bien esa área y, según me cuenta, de las tres aldeas, la mejor es la que se conoce con el nombre de Ikada.3 Aunque sus campos y arrozales son pocos, dan ganancias incalculables. En el caso de dos comarcas, cada una de ellas produce una cosecha anual equivalente a un millón de monedas en concepto de tributo agrario; y la comarca restante da un provecho de trescientas mil monedas. Así, asegura, son sus ventajas.
De todas formas, usted ha sido abandonado por sus colegas samuráis y por sus allegados más cercanos, quienes se regodearon burlándose de usted. En estas circunstancias, habría sido bienvenida cualquier carta oficial donde le concedieran feudos, aunque más no fueran tierras inferiores a las de Tono’oka. Sin embargo, tal como resultaron las cosas, sus nuevos dominios son tres veces más grandes. Ahora, por precarias que sean estas fincas, evite quejarse de ello, tanto frente a los demás como ante su señor feudal. Si usted dice: «Son tierras excelentes, realmente excelentes», tal vez este quiera incluso asignarle una superficie mayor. Pero si usted comenta «Son tierras yermas» o «No me darán provecho», es muy probable que sea abandonado por las funciones protectoras y por sus semejantes. Tenga esto muy presente.
p.990El rey Ajatashatru fue un hombre sabio, pero asesinó a su propio padre; por tal razón, los cielos habrían debido abandonarlo de inmediato, y la tierra habría tenido que abrirse para tragárselo. Sin embargo, su padre, el rey asesinado, había acumulado grandes méritos por haber obsequiado al Buda quinientas carretadas de ofrendas por día, durante varios años, y también Ajatashatru, tiempo después, acumuló sus propios méritos como seguidor del Sutra del loto; de tal forma, a los cielos les fue difícil abandonarlo, y la tierra no se abrió. Finalmente, se salvó de caer en el infierno y llegó a ser un buda.
Usted vive circunstancias similares a las de él. Ha sido abandonado por sus hermanos, tratado con inquina por sus compañeros samuráis, perseguido por los descendientes del clan y despreciado por el pueblo de todo el Japón. Sin embargo, el duodécimo día del noveno mes, en el octavo año de Bun’ei (1271), entre las horas de la rata y del buey (entre las once de la noche y las tres de la mañana),4 cuando el gobierno descargó su ira sobre mí, usted me acompañó desde Kamakura hasta Echi, provincia de Sagami, aferrado a las riendas de mi caballo. Así, demostró ser el supremo aliado del Sutra del loto en todo Jambudvipa y por eso, sin duda, las deidades celestiales Brahma y Shakra no encontraron forma de abandonarlo.
Lo mismo sucede con el logro de su Budeidad. Por muchas y muy graves faltas que usted haya podido cometer, puesto que no dio la espalda al Sutra del loto y demostró su devoción acompañándome, sin duda llegará a ser un buda. Su situación es como la del rey Poseedor de Virtud, quien dio la vida para salvar al monje Concreción de la Virtud y, luego, renació como buda Shakyamuni. La fe en el Sutra del loto funciona como una oración [enfocada en lograr la Budeidad]. Fortalezca más y más su decisión de buscar el Camino y de lograr la Budeidad en esta existencia.
Jamás ha sucedido nada tan gratificante a ningún miembro —sacerdote o laico— del clan de su señor feudal. Con esto, podría dar la impresión de estar refiriéndome a un deseo de la existencia actual, pero para las personas comunes, eso es algo totalmente natural, y además, existe un modo de llegar a ser un buda sin erradicar los deseos. A la hora de explicar la esencia del Sutra del loto, el Sutra Sabio Universal afirma: «Sin tener que erradicar los deseos mundanos ni separarse de los cinco deseos...»,5 y, en Gran concentración e introspección, el gran maestro T’ien-t’ai asevera: «[La ignorancia y el polvo de] los deseos son la iluminación, y los sufrimientos del nacimiento y la muerte son el nirvana». Además, puesto a explicar en qué aspectos el Sutra del loto supera todas las enseñanzas predicadas por el Buda durante su vida, el bodhisattva Nagarjuna señala en su Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría: «[El Sutra del loto] es como un gran médico capaz de convertir el veneno en remedio». Este pasaje significa que los facultativos de capacidad inferior curan las enfermedades con medicinas, mientras que los grandes médicos curan las más graves dolencias con venenos virulentos.
Nichiren
En el décimo mes, primer año de Koan (1278), signo cíclico tsuchinoe-tora.
Respuesta a Shijo Kingo
Antecedentes
Esta carta fue escrita en Minobu y dirigida a Shijo Kingo. Kingo servía al señor feudal Ema, quien se oponía desde hacía largo tiempo a la fe de su vasallo en el Sutra del loto. Incluso lo había hostigado, por ejemplo, amenazándolo con p.991transferirlo a una provincia remota si no abandonaba su fe. Los compañeros samuráis de Kingo también lo trataban con hostilidad; en determinado momento, dio la impresión de que sería expulsado del clan y perdería su fuente de subsistencia. Kingo soportó adversidades durante varios años, hasta que en 1277, por fin, sus circunstancias mejoraron. Esta mejora se debió, en parte, a que pudo curar al señor feudal Ema de una grave enfermedad gracias a su destreza como médico. Alrededor del primer mes de 1278, se le permitió acompañar a su amo en varias misiones oficiales. Y en el décimo mes, cuando fue escrita esta carta, Kingo recibió nada menos que tres nuevos feudos.
Sin embargo, a juzgar por el contenido del texto, parece que el samurái no se sintió del todo satisfecho con lo recibido. Aparentemente, las nuevas tierras asignadas estaban en la isla de Sado o en alguna otra área remota, lo cual pudo haber motivado su descontento. En esta carta, el Daishonin lo llama a la reflexión por albergar esos sentimientos y lo insta a agradecer el giro favorable que habían tenido sus circunstancias.
Notas
1. El Daishonin se refiere al hecho de que, cada vez que a Shijo Kingo le daban la orden de mudarse a otras tierras, él rehusaba obedecer, porque, en realidad, la maniobra constituía una velada degradación sin fundamento.
2. Área situada en el poblado de Igara, distrito de Shimoina, provincia de Shinano (actual prefectura de Nagano), otorgada a Shijo Kingo en carácter de feudo.
3. Se desconocen los detalles. A juzgar por el texto, Ikada parece haber estado situado en la isla de Sado.
4. Alusión a la persecución de Tatsunokuchi. Después del fallido intento de Tatsunokuchi, donde el Daishonin casi muere decapitado, este quedó un mes bajo custodia en la finca de Homma Rokuro Saemon, en Echi. El décimo día del décimo mes, fue llevado a la isla de Sado.
5. Estas palabras están seguidas por la frase: «pueden purificar sus sentidos y eliminar sus faltas».