La naturaleza que vincula la causa al efecto es como la relación entre la flor y el fruto. O como esa única llama, no más grande que la luz de una luciérnaga, que, puesta sobre una llanura de mil ris de hierba seca, en un segundo enciende una brizna, luego dos, diez, cien, mil y diez mil, y termina consumiendo de una sola vez el pasto y los árboles de una región de diez o veinte chos. Un dragón que asciende al cielo con una sola gota de agua en sus garras puede hacer llover en todo un gran sistema planetario. Hasta un pequeño acto de bien, cuando se lleva a cabo como ofrenda al Sutra del loto, genera beneficios tan grandes como estos.
Cien años después de la muerte del Buda, vivió en la India un soberano llamado Ashoka el Grande, que reinó sobre un cuarto de los ochenta y cuatro mil estados que formaban el continente de Jambudvipa. Era asistido por los reyes dragones, y los demonios comparecían ante él para servirlo; con sesenta mil arhats como maestros, juró erigir ochenta y cuatro mil stupas de piedra y ofrendar cien mil millones de piezas de oro al Buda. Tal era la grandeza de ese soberano. Pero si indagamos en sus existencias pasadas, a fin de conocer los actos virtuosos que le habían permitido adquirir semejante majestad, vemos que apenas había ofrendado un pastel de barro al buda Shakyamuni.2
El buda Shakyamuni tenía un tío, el rey Dronodana, que a su vez tenía un hijo llamado Aniruddha. Este príncipe había nacido con un cuenco lleno de arroz en la mano. Cuando alguien comía el arroz, aparecía más en la escudilla; y esta abundancia no cesaba nunca, de modo que el recipiente jamás se vaciaba. Por eso, de niño, al príncipe lo llamaron A Voluntad; luego, mediante el poder del Sutra del loto, llegó a ser un buda llamado El Que Así Llega Brillo Universal.3 Si indagamos qué causa en una existencia anterior produjo tal efecto, vemos que en tiempos de hambruna había ofrecido un plato de mijo a un monje que era un pratyekabuddha.4
Si uno puede obtener beneficios como estos tan sólo por haber realizado una ofrenda a un pratyekabuddha, los que obtendrá por ofrendar al devoto del Sutra del loto son infinitamente mayores y superan, incluso, los que uno recibe cuando efectúa ofrendas a innumerables budas.
p.1013Nichiren es un habitante del Japón. En los siete mil yojanas de superficie que abarca el continente meridional de Jambudvipa, hay ochenta y cuatro mil estados. Dieciséis de ellos son grandes; quinientos, son de mediana extensión; diez mil, son pequeños, y los más diminutos son incalculables, esparcidos como semillas de mijo. La India pertenece a los grandes estados, y consta de cinco regiones. En medio del océano, al este de esa tierra, se extiende el pequeño país insular del Japón, situado a más de cien mil ris de la región central de la India, en dirección oriental.
Durante el primer milenio siguiente a la muerte del Buda, conocido como el Primer Día de la Ley, el budismo permaneció en los confines de la India y no se transmitió a otros países. Pero, finalizados los mil años del Primer Día de la Ley, cuando ya habían transcurrido quince años del Día Medio de la Ley, el budismo llegó a la tierra de la China. Trescientos años después de su introducción en la China, se transmitió al reino coreano de Paekche. Y luego de permanecer en Paekche cien años, habiendo pasado mil cuatrocientos quince años desde la muerte del Buda, partieron rumbo al Japón, por primera vez, una estatua de bronce dorado del buda Shakyamuni y copias de diversas escrituras, durante el reinado del emperador Kimmei, trigésimo monarca humano.
Desde entonces, han transcurrido más de setecientos años. La gran colección de escrituras que llegó al Japón durante ese período creció hasta superar los cinco mil o siete mil volúmenes, y el número de escuelas aumentó a ocho, nueve y luego, diez. En el Japón hay sesenta y seis provincias, y dos islas; más de tres mil santuarios dedicados a las deidades, y más de diez mil templos budistas. La mitad de los hombres y mujeres del país son sacerdotes y monjas, y las enseñanzas budistas florecen aquí de tal modo que superan las de la China y la India.
Pero en el mundo de las enseñanzas budistas han surgido numerosas controversias. Los seguidores de la escuela Tierra Pura respetan al buda Amida como objeto de devoción, y los seguidores de la escuela Palabra Verdadera reverencian a Mahavairochana El Que Así Llega; por su parte, los de la escuela Zen, que ignoran a budas y sutras por igual, adoptan a Bodhidharma como objeto de veneración. En cuanto a los adeptos de las demás escuelas, en su mayor parte han sido influidos por las figuras del Nembutsu y los propulsores de la escuela Palabra Verdadera, de los que se reconocen seguidores. Y aunque no necesariamente consideren una de ambas superior a la otra, se dejan llevar por la más poderosa y la más grande de las dos, de modo que eligen al buda Amida como objeto principal de devoción.
La gente rechaza al buda Shakyamuni, que es el soberano, el maestro y el padre de nuestro mundo actual, y ora para escapar a otra tierra, a cien mil millones de mundos de distancia, perteneciente a un perfecto desconocido como el buda Amida. Este buda Amida no es nuestro padre, ni nuestro soberano o maestro; en resumidas cuentas, es un personaje que en cierto sutra realizó cuarenta y ocho juramentos falsos. Y sin embargo, las personas necias, convencidas de que tales juramentos son verdaderos, agitan campanas, danzan y saltan alocadamente al ritmo del nombre del buda Amida. Pero, aunque abandonan con renuencia el mundo de su padre [Shakyamuni], los mensajeros que el buda Amida prometió enviar para recibirlos no aparecen, y se extravían en el cielo, en el estado que media entre la muerte y el renacimiento. El karma creado por estos actos contra la Ley los empuja hacia abajo y los hunde en la prisión de los tres malos caminos, p.1014donde los temibles demonios guardianes del infierno se abalanzan sobre ellos con placer, para amarrarlos y someterlos a tormentos sin fin.
Cuando, basado en los sutras, hablo en términos generales de estas cuestiones, sólo a mí, de los cuatro millones novecientos noventa y cuatro mil ochocientos veintiocho hombres y mujeres del Japón, me consideran extraño; es así como las restantes cuatro millones novecientas noventa y cuatro mil ochocientas veintisiete personas me consideran su enemigo. Aunque parezca mentira, no siguen al buda Shakyamuni, que es su soberano, maestro y padre. Y, no conformes con ello, me maldicen y me azotan, me expulsan y, mediante infames calumnias, hacen que me sentencien al destierro o a la ejecución. Es típico de este mundo que los pobres adulen a los ricos, los plebeyos reverencien a los nobles, y las minorías sigan a la muchedumbre. De modo que incluso aquellas personas que se arriesgaron a creer en el Sutra del loto viven amenazadas por la sociedad y temen a los demás, y muchas de ellas han caído en el infierno. Es realmente lamentable.
Pero, tal vez debido al enfoque ignorante de Nichiren o a algún karma del pasado, cuando leo «El Sutra del loto es el primero»;5 «De todos los sutras que he predicado, predico y predicaré, este Sutra del loto es lo más difícil de creer y lo más difícil de comprender»;6 y «Soy la única persona que puede rescatar y proteger a los demás»,7 considero que son las palabras de oro de El Que Así Llega en persona. No son palabras que yo haya dicho.
No obstante, hoy la gente cree que las afirmaciones de sus maestros son las palabras de oro de El Que Así Llega. Las ponen en el mismo nivel que el Sutra del loto, pues juzgan que ambos tienen la misma autoridad; o si no, consideran que las enseñanzas de aquellos son superiores al Sutra del loto; o bien piensan que, aunque las doctrinas de sus maestros son inferiores, se adecuan a la capacidad de las personas.
Hay que comprender que en las enseñanzas sagradas de El Que Así Llega, están aquellas que fueron predicadas «de acuerdo con la capacidad de los demás» y las que fueron expuestas «de acuerdo con la propia intención de El Que Así Llega». Cuando un padre cede a la voluntad de su hijo, estamos ante un ejemplo del primer caso. Pero cuando el hijo acata la voluntad de sus padres, se trata del segundo caso. Todos los otros sutras constituyen enseñanzas expuestas de acuerdo con la capacidad de los demás, porque, al exponerlos, el Buda tuvo en cuenta la comprensión de los seres vivos. Pero el Sutra del loto es un ejemplo de prédica que concuerda con el propósito del Buda, porque en esta enseñanza el Buda hizo que todos los seres vivos respondieran a su propia intención.
Los demás sutras constituyen enseñanzas del Buda; pero, si uno deposita su fe en ellos, en realidad está siguiendo la capacidad de las personas comunes y nunca podrá lograr la Budeidad. El Sutra del loto es una enseñanza del Buda pero, además, condensa y encarna la sabiduría del Buda. Si uno deposita su fe sincera en cada ideograma y trazo del sutra, llegará a ser un buda con la forma física que posea. Por ejemplo, un papel blanco se vuelve negro cuando se lo sumerge en tinta de este color, y la laca negra se torna blanca cuando se vierte en ella líquido blanco. Así como un veneno se convierte en una pócima medicinal, las personas comunes llegan a ser budas. Por tal razón, decimos que la Ley es prodigiosa.
Y sin embargo, las personas de esta época, de alta y de baja estirpe, miran con desprecio al buda Shakyamuni, su padre en el mundo actual, y en cambio se consagran a Amida o a Mahavairochana, p.1015dos desconocidos con quienes no tienen vínculo alguno. ¿No están faltando, de este modo, a su deber filial? ¿No están denigrando la Ley? Con todo, cuando digo estas cosas, el Japón entero se une para vilipendiarme. Y es natural que lo haga, pues el tablón de madera torcido detesta la cuerda entintada que marca el corte recto, y a las personas deshonestas les producen rechazo los gobernantes honrados.
Durante los noventa y un reinados de los soberanos humanos en nuestro país, ha habido veintiséis personas acusadas de traición. Entre ellas, el príncipe Oyama y Oishi no Omaru, y también Masakado, Sumitomo y el Malvado Ministro de la Izquierda.8 Cuando estos hombres se ocultaron en los bosques montañosos de Yoshino o del río Totsu, o fueron a esconderse en las aguas que rodean Tsukushi y Chinzei, los guerreros de cada aldea vecina y los nativos de cada isla de la región salieron a atacarlos. Sin embargo, los eruditos prestigiosos, y los sacerdotes, monjas y mujeres de los diversos templos, santuarios y montañas no los vieron como enemigos personales. En cambio, en mi caso, coinciden en verme como enemigo personal tanto los hombres y mujeres de todas las clases sociales, como los sacerdotes y monjas, y los sabios de prestigio.
Y la razón es la siguiente: a todos les preocupa su próxima existencia, pero los sacerdotes y monjas —quienes, supuestamente, deberían reflexionar en profundidad sobre dicha cuestión—, dejan a un lado el tema del renacimiento en la Tierra Pura y sólo actúan como guías que ayudan a las personas en su tránsito por la existencia actual. Por su parte, los sabios y venerables tienden a proclamar que son personas correctas y superiores, herederos de las enseñanzas de tal o cual fundador, y a reclamar la legítima posesión de determinados dominios. Ponen gran énfasis en la fama y en el provecho material, y apenas piensan en buscar el Camino con seriedad.
Frente a esto, cuando yo, sin vacilar ni temer a nadie, les digo con franqueza que son personas ignorantes, que han comprendido erróneamente el verdadero significado de las enseñanzas budistas y que actúan contra la Ley; cuando los refuto con aspereza recordando las palabras de oro de El Que Así Llega: «Debéis comprender que ese monje está traicionando la enseñanza del Buda»,9 confiando en el pasaje de la escritura que afirma: «Seremos los emisarios del Honrado por el Mundo y enfrentaremos la asamblea sin temor»;10 y cuando, asimismo, censuro a quienes creen «haber obtenido lo que en realidad no poseen, inclinados hacia la soberbia y la jactancia»;11 ¿cómo no habrían de atacarme llenos de odio y de envidia?
Así pues, a lo largo de los siete reinados de deidades celestiales, los cinco reinados de deidades terrenales y los más de noventa reinados de los soberanos humanos del Japón, ni una sola persona ha sido capaz de provocar el mismo grado de odio y de animosidad que yo desperté en las tres clases de enemigos, por causa de la Ley. No ha sido una relación casual la que lo llevó a usted a visitar a un hombre así, odiado por todos, nobles y plebeyos. Tal vez usted haya sido mi progenitor en alguna existencia anterior o mi hermano en algún momento del pasado, y eso lo haya instado a visitarme. O quizás usted haya creado profundos vínculos con el Sutra del loto en el pasado, y ahora que han madurado las semillas que lo conducirán a la Budeidad, sabe hallar tiempo en medio de sus muchas obligaciones públicas como miembro laico de la sociedad para pensar en mí.
Además, para llegar desde la provincia de Totomi hasta el monte Minobu, en el distrito de Hakiri, provincia de Kai, ha p.1016tenido que hacer un viaje de más de trescientos ris, a lo largo de una ruta donde sólo existen albergues en estado deplorable. Al caminar cuesta arriba hacia la cima, habrá visto la luz del sol o de la luna; pero al internarse en los cañadones, probablemente haya sentido que se hundía en un pozo. La corriente de los ríos es veloz como una flecha y arrastra enormes piedras, que impiden el paso de hombres y de caballos. Las barcas que se atreven a cruzar son como trozos de papel a merced de las aguas. En viajes así, los hombres que uno encuentra a su paso son rústicos leñadores, y las mujeres, como demonios de montaña. Las sendas son angostas como cuerdas, y los árboles, tupidos como la hierba. ¿Qué lazos de existencias anteriores lo han movido a visitarme en un lugar así? Seguramente, el buda Shakyamuni lo ha conducido de la mano; Shakra habrá sido su corcel; Brahma, su compañero de viaje, y el sol y la luna, sus ojos a lo largo del camino. ¡Gracias, gracias por su esfuerzo extraordinario!
Hay muchas otras cosas que quisiera decirle, pero he tomado frío y me siento muy mal, de modo que terminaré aquí.
Nichiren
En el segundo día del quinto mes, segundo año de Koan (1279), signo cíclico tsuchinoto-u.
Respuesta a Niike
Antecedentes
Esta carta, escrita en Minobu el quinto mes de 1279, es un mensaje de agradecimiento a un seguidor llamado Niike Saemon-no-jo, quien había enviado un obsequio de arroz al Daishonin como ofrenda por el reposo de su hijo fallecido.
No se conocen demasiados detalles sobre la vida de Niike, si bien la opinión generalizada es que vivió en la aldea de Niike, situada en el distrito Iwata de la provincia de Totomi, y fue un samurái al servicio del sogunato de Kamakura. Al parecer, él y su esposa, la monja laica Niike, abrazaron la fe en las enseñanzas del Daishonin por intermedio de Nikko Shonin, quien durante la persecución de Atsuhara habría pasado un breve tiempo alojado en la residencia de Niike.
Al comienzo de la carta, el Daishonin cita los ejemplos del rey Ashoka y de Aniruddha para ilustrar los grandes beneficios que recibe quien hace ofrendas al Sutra del loto. Luego, reseña brevemente la transmisión del budismo desde la India, hasta la China, Corea y el Japón; al respecto, destaca que el Japón se ha convertido en una nación enemiga de la Ley, puesto que toda su población toma al buda Amida como objeto de veneración y hostiga al Daishonin, que en realidad sólo trata de corregir las concepciones distorsionadas del pueblo.
A continuación, establece la diferencia entre las enseñanzas que el Buda expone de acuerdo con la capacidad variable de sus interlocutores y aquellas en que revela su iluminación en forma directa, sin atenerse al nivel de comprensión de las personas. El Daishonin dice que las enseñanzas expuestas por el Buda antes del Sutra del loto corresponden al primer grupo, mientras que el Sutra del loto constituye la segunda clase. En la parte final, alaba a Niike por haber realizado un viaje tan difícil y peligroso para visitar a un hombre odiado por todos a causa de sus críticas persistentes a los sacerdotes de escuelas equivocadas. Por eso, le asegura a su discípulo que el vínculo entre ambos es, en verdad, muy profundo.
Notas
1. Sutra del loto, cap. 21. La cita completa expresa: «Así pues, personas de sabiduría, al escuchar cuán intensos son los beneficios que se p.1017pueden obtener, cuando yo haya pasado a la extinción, deberán aceptar y mantener este sutra. Quien lo haga accederá al Camino del Buda con toda certeza y sin ninguna duda».
2. Según la Historia del rey Ashoka, en una existencia anterior Ashoka fue un niño llamado Virtud Triunfal. Ese pequeño entregó al buda Shakyamuni un pastel de barro en señal de respeto.
3. Su iluminación está predicha en el capítulo «La profecía de iluminación a los quinientos discípulos», del Sutra del loto.
4. Esta historia se relata detalladamente en la página 969.
5. Sutra del loto, cap. 10.
6. Ib.
7. Ib., cap. 3. «Pero ahora, estos tres mundos son mis dominios, y los seres vivos que habitan allí son, todos, mis hijos. Este lugar está plagado de dolores y de pruebas. Soy la única persona que puede rescatar y proteger a los demás». El pasaje, incluida la sección citada en el texto, se refiere a las tres virtudes del Buda: soberano, maestro y padre.
8. La expresión «Malvado Ministro de la Izquierda» corresponde a Fujiwara no Yorinaga (1120-1156), destacado erudito y ministro de la Izquierda, quien, gracias a la protección del emperador retirado Toba, disfrutó de gran influencia. Se le puso el mote de «Malvado Ministro de la Izquierda» por la actitud cruel e implacable con que llevaba adelante sus deberes de funcionario. Murió a causa de las heridas recibidas durante un frustrado golpe que intentó llevar adelante, conocido como los disturbios de Hogen.
9. Sutra del nirvana. El pasaje completo dice: «Si incluso un buen monje ve a alguien que está destruyendo la enseñanza y no le da importancia, no lo refuta, no lo expulsa o sanciona por su falta, debéis comprender que ese monje está traicionando la enseñanza del Buda».
10. Sutra del loto, cap. 13.
11. Ib.