Pero aun habiendo una persona de sabiduría que abrace la enseñanza correcta, ¿cómo podría darla a conocer sin seguidores laicos que lo apoyasen? El buda Shakyamuni contó con la ayuda de Brahma y de Shakra, sus patronos en los cielos. De los seis caminos, el Buda escogió los que correspondían a los seres humanos y a los seres celestiales; y de estos dos, optó por nacer en el mundo de los hombres. De todos los lugares de este gran sistema planetario habitados por criaturas humanas, él decidió aparecer en el centro, en las cinco regiones de la India, y dentro de esas cinco regiones, en el reino de Magadha.
El gobernante de esos dominios tendría que haber sido un mecenas del Buda, pero, muy a la inversa, el rey Ajatashatru resultó ser una mala persona. Y el destino más ingrato que puede tener un venerable es nacer durante el reinado de un monarca malvado. El rey Ajatashatru había asesinado a su padre, un digno soberano. Pero, no satisfecho con ello, escogió como mentor a Devadatta, que había cometido tres faltas capitales, la peor de las cuales fue causarle heridas al Buda y hacerlo sangrar. De ese modo, un rey malvado e impío se alió con un maestro blasfemo, y así ambos causaron al pueblo una doble aflicción.
El Rey se dedicó a hostigar al Buda, no sólo un año o dos, sino durante décadas enteras; en ese transcurso, además, dio muerte a muchísimos de sus discípulos. Esto enfureció a las funciones protectoras del universo, de tal forma que los cielos reaccionaron con violencia. Además, las deidades terrenales se sintieron tan agraviadas que la tierra se vio sacudida por grandes calamidades. Mes tras mes, soplaron vendavales y terribles huracanes; año tras año, estallaron hambrunas y epidemias, que aniquilaron a la mayoría de la población. Pero, como si esto no bastara, los reinos vecinos atacaron el país por todos los flancos y pusieron a Magadha al borde de la ruina.
Entonces, motivado por una revelación que experimentó en sueños, aconsejado por Jivaka y, finalmente, impulsado por sus propias dudas internas, el rey Ajatashatru abandonó a Devadatta y se presentó ante el Buda para arrepentirse de sus gravísimas faltas. A raíz de esta actitud, la enfermedad que padecía sanó p.790de inmediato, las invasiones cesaron y todo el país recuperó la paz. Pero, además, pudo revertir la profecía que pronosticaba su muerte el séptimo día del tercer mes e, incluso, prolongar su vida cuarenta años más. En agradecimiento, convocó a mil arhats para que registraran todas las enseñanzas del Buda, en especial el Sutra del loto, en bien de las futuras generaciones. Por lo tanto, si hoy tenemos el Sutra del loto y podemos practicarlo, es gracias al rey Ajatashatru.
Pero dejemos a un lado la historia de este Rey. Si yo repitiera a los japoneses las enseñanzas que el Buda le transmitió a Ajatashatru, creerían que son puros inventos míos. Pero como usted es mi discípulo y cuento con su apoyo, a usted sí se las revelaré. El Buda señala: «Después de mi muerte, en el Último Día de la Ley, la tierra se llenará de personas falsamente piadosas, que fingirán acatar las cinco prácticas ascéticas,1 tal como hizo Devadatta. Inducirán a un mal gobernante a actuar contra la única persona de sabiduría. La maldecirán y golpearán, provocarán su exilio y hasta atentarán contra su vida. En ese momento, también se producirán cambios ominosos en los cielos y sucesos extraños en la tierra, así como vendavales, hambrunas y epidemias de intensidad nunca vista, y tales desastres continuarán año tras año. La tierra será atacada por otro país». Esta es la sustancia del décimo volumen del Sutra de la protección.
La época actual se ha desarrollado exactamente como el Buda predijo que tendría lugar, y Nichiren bien podría ser la persona de sabiduría que él describió. Hay quienes desean ayudarme, pero su determinación es débil; otros tienen decisión más firme, pero no pueden obrar de acuerdo con sus intenciones. Así las cosas, usted es una de las muy pocas personas cuyos actos concuerdan con su voluntad; su determinación es más férrea que la de los demás, y si he podido sobrevivir ha sido gracias a su apoyo sincero. Los cielos deben de estar conscientes de ello, y la tierra también ha de saberlo. Si a usted le ocurriera el menor infortunio, sólo podría significar que el cielo pretende quedarse con mi vida. Nadie puede huir de la muerte en ningún lugar, ni en las montañas ni en el mar; ni en los cielos ni en las ciudades. Así y todo, un sutra explica que es posible transformar hasta el karma inmutable.2 El comentario de T’ien-t’ai también señala que uno puede prolongar la duración estipulada de su vida.
Como ya le he aconsejado antes, hasta que las fuerzas mongolas ataquen efectivamente este país, siga comportándose de manera prudente. Y en cuanto a la forma de responder a su amo, declare con firmeza: «Ya que estoy enfermo, no me conviene en absoluto trasladarme a un sitio alejado. Además, el país entero está al borde del conflicto; si surgiera una emergencia, ¿podría yo responder de manera cobarde? En este momento, estoy resuelto a dar la vida por mi amo si algo grave llegara a suceder. Pero si se presentara una crisis repentina, me sería difícil llegar a tiempo desde la remota provincia de Echigo. Por lo tanto, este año no me alejaré de usted, aun a riesgo de perder mi hacienda. Obedeceré sin vacilación o temor cualquier otra cosa que me ordene; no obstante, para mí son más importantes aún el sacerdote Nichiren y mis padres fallecidos».
Diga, con voz resonante: «Aunque pierda mis bienes, esta vida se la dedicaré a usted. La próxima ya se la he confiado al sacerdote Nichiren».
Nichiren
En el sexto día del noveno mes, segundo año de Kenji (1276), signo cíclico hinoe-ne.
A Shijo Kingo
p.791Antecedentes
Esta carta fue escrita a Shijo Kingo desde Minobu, el noveno mes de 1276. Dado que el señor feudal Ema no veía con buenos ojos la fe de su vasallo Shijo Kingo en las enseñanzas del Daishonin, lo hostigaba de muy diversas formas. En determinado momento, amenazó al samurái con transferirlo a la remota provincia de Echigo, frente al mar del Japón, si este no se alejaba de su maestro. Esta carta es la respuesta que le envía el Daishonin a Kingo para orientarlo con respecto a la situación por la que estaba pasando.
El texto esclarece los dos elementos necesarios para propagar el budismo: debe haber una persona sabia, y seguidores que estén dispuestos a ayudarla.
Notas
1. Las cinco prácticas ascéticas se refieren a los cinco preceptos expuestos en el budismo Hinayana: ir vestido con andrajos; mendigar ofrendas; comer una sola vez por día; estar siempre a la intemperie y evitar los sabores dulces, agrios, amargos, picantes y salados.
2. Esta declaración ha sido tomada de una frase de Comentario sobre «Palabras y frases del “Sutra del loto”». El karma es la fuerza potencial inherente a nuestra vida que ejerce influencia sobre nuestro porvenir. El karma inmutable indica un término de vida establecido en virtud del karma. La frase que sigue alude a un comentario que aparece en Gran concentración e introspección.