Nota de los editores.

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17 de febrero de 2024

Tomo 1 - Respuesta a la esposa de Matsuno



Me avergüenza profundamente no haber podido agradecerle hasta ahora su obsequio de un cajón de trigo, una cesta de taros,1 una de melones, y otros diversos artículos que recibí en el tercer día del sexto mes.

Este lugar, el valle de Minobu, está situado en la región correspondiente a tres aldeas —⁠Iino, Mimaki y Hakiri⁠— de la provincia de Kai, en el extremo noroeste del distrito de Hakiri. Al norte, hiende el firmamento la cumbre del monte Minobu; al sur, la cima del monte Takatori se funde con las nubes; al este, el monte Tenshi se eleva hacia el Sol; y al oeste, grandes montañas escarpadas se despliegan hasta la cumbre del monte Shirane. En el aire resuenan los gritos de los monos, y las cigarras llenan de chirridos la tierra. Siento como si, desde la India, el Pico del Águila hubiese llegado hasta aquí, o como si tuviera ante mis ojos el monte T’ien-t’ai de la China. No soy el buda Shakyamuni ni el gran maestro T’ien-t’ai, pero cada jornada leo el Sutra del loto día y noche, y analizo Gran concentración e introspección mañana y tarde, así que este lugar es como la tierra pura del Pico del Águila y no se diferencia en nada del monte T’ien-t’ai.

Así y todo, soy una persona común que depende de diversos productos para subsistir. Si no tuviera ropa con que abrigarme, el viento me atravesaría el cuerpo; si no comiera, no podría mantenerme con vida. Sería como no reponer el aceite de una lámpara o no agregar leña al fuego. ¿Cómo podría seguir viviendo? Si me resultara difícil subsistir, si se agotaran las provisiones necesarias para prolongar mi vida, en menos de cinco días también se apagaría la voz que hoy lee y recita el Sutra del loto, y las malezas cubrirían la ventana por donde se oyen las disertaciones sobre Gran concentración e introspección. Así son las condiciones en que vivo; lo que me asombra es que usted haya podido percibirlas.

Porque la liebre había realizado ofrendas a una persona que se ejercitaba caminando después de meditar,2 la deidad celestial Shakra se compadeció de ella y la depositó en la Luna. Ahora, cada vez que observamos el cielo, vemos una liebre sobre el astro.3 Usted, en su condición de mujer, ha hecho ofrendas al Sutra del loto en esta última época de maldad. Por eso, el rey celestial Brahma la cuidará con su ojo divino; Shakra unirá las palmas de sus manos ante usted en reverencia; las deidades terrenales se deleitarán sosteniendo sus pies con devoción, y el buda Shakyamuni extenderá su mano desde el Pico del Águila para palmearle la cabeza. Nam-myoho-renge-kyoNam-myoho-renge-kyo.


Con mi profundo respeto,


Nichiren


p.1027En el vigésimo día del sexto mes, segundo año de Koan (1279), signo cíclico tsuchinoto-u.

 

Respuesta a la esposa de Matsuno


Antecedentes


Esta carta, escrita en 1279, fue dirigida a la esposa de Matsuno Rokuro Saemon-no-jo, hijo del sacerdote laico Matsuno Rokuro Saemon.

Se desconocen muchos datos sobre la esposa de Matsuno Rokuro Saemon-no-jo, como su nombre, las fechas de su nacimiento y de su muerte, la provincia donde nació y la identidad de sus padres. Se sabe que la mujer vivía con su esposo en la aldea de Matsuno, distrito de Ihara, provincia de Suruga, y que ambos adoptaron la fe en las enseñanzas del Daishonin aproximadamente en la misma época en que lo hizo el padre de Matsuno, aunque se ignora el año exacto. En las dos cartas que el Daishonin le dirigió, vemos que recibió de la mujer obsequios variados y escogidos con consideración, y que ella parecía poner gran cuidado en enviarle artículos que fuesen útiles al Daishonin.


Notas


1. Especie de ñame comestible de origen asiático.

2. En la antigua India, los practicantes religiosos a menudo caminaban en círculo alrededor del lugar donde meditaban, como forma de ejercicio. Shakyamuni y sus seguidores también realizaron esta práctica.

3. La versión original de este relato se encuentra en Crónica de las regiones occidentales. Cuenta la historia de tres amigos —⁠un zorro, una liebre y un mono⁠— que vivían en un tupido bosque. Un día, para ponerlos a prueba, la deidad celestial Shakra apareció transfigurada en un anciano y les pidió comida. Después de buscar, el zorro volvió con una carpa fresca, y el mono regresó con flores y frutas poco comunes. Sólo la liebre regresó sin nada. Les pidió al zorro y al mono que prepararan una hoguera. Luego, se arrojó al fuego para ofrendar su cuerpo al anciano, quien, conmovido por la sinceridad de la liebre, volvió a transformarse en Shakra y dijo: «Depositaré el cuerpo de la liebre en la Luna y les transmitiré su devoción a las generaciones futuras». Esta historia explicaba por qué las personas de la antigua India creían ver la imagen de una liebre sobre la superficie lunar.