Nota de los editores.

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17 de febrero de 2024

Tomo 1 - Respuesta a la monja laica Myoho


He recibido de usted una túnica ligera de verano como obsequio.

Su difunto esposo la ha dejado sola en el mundo como mujer; y además, se encuentra distanciada de sus familiares. No recibe noticias de sus hijas, con quienes no puede contar. Y, encima de todo, a causa de esta enseñanza suele ser blanco del odio ajeno. Usted es igual que el bodhisattva Jamás Despreciar.

La monja Mahaprajapati, tía del Buda, también fue mujer. No obstante, llegó al estado de arhat, se ganó el respeto de los demás como seguidora que escuchaba la voz e ingresó en un camino que jamás la habría conducido a lograr la Budeidad. Cambió de apariencia física, abandonó la posición de consorte real y acató las exhortaciones del Buda. Durante más de cuarenta años, observó los quinientos preceptos. De día, se quedaba [pidiendo limosna] a la vera del camino; de noche, se sentaba bajo un árbol a orar por su próxima existencia. Pese a todo, le fue vedada la senda que conducía a la Budeidad, y en todas partes se dijo de ella que jamás, ni en toda la eternidad, llegaría a ser un buda. ¡Cuánto ha de haberla mortificado todo esto! Por ser mujer, desde kalpas inconcebiblemente remotos habrá tenido que soportar que las personas divulgaran toda clase de rumores falsos sobre su persona, mezclando hechos y ficción. ¡Cuán embarazoso e indignante habrá sido! Cuando, repudiando todo apego a su cuerpo, lo cubrió con el humilde hábito de monja, sin duda pensó que podría poner fin a tanto dolor. ¡Cuán hondo habrá sido su desencanto, entonces, al descubrir que jamás alcanzaría la Budeidad mientras fuera practicante de los dos vehículos! Sin embargo, el Sutra del loto la absolvió de la ira de los budas de las tres existencias y la condujo a ser una buda de nombre Contemplada con Agrado por Todos los Seres. ¡Qué inmensa felicidad, qué enorme alegría habrá sentido!

Así pues, pase lo que pase, uno jamás debe volver las espaldas, si es en bien del Sutra del loto. El Buda «con voz resonante se dirigió a las cuatro clases de creyentes exclamando: “¿Quién es capaz de predicar el Sutra del loto de la Ley prodigiosa en este mundo saha?”».1 Cuando respondieron pensando: «¡Yo, yo!», el Buda exhortó tres veces a las monjas y creyentes laicas, y les advirtió que si deseaban saldar su deuda de gratitud con todos los budas, ante cualquier dificultad debían perseverar y propagar el Sutra del loto en este mundo saha después de su muerte. Pero ellas no siguieron su consejo y dijeron que querían «ir a otras tierras y regiones a predicar ampliamente este sutra»,2 lo cual reveló que esas monjas no habían comprendido en absoluto la verdad. ¡Cuán exasperado se habrá sentido p.1151el Buda! Por ese motivo, miró en otra dirección y se dirigió con expectativa a los ochocientos mil millones de nayutas de bodhisattvas.

En virtud de todo esto, yo solía pensar que las mujeres manchaban su reputación y desperdiciaban la vida en rumbos sin sentido, pero eran débiles a la hora de recorrer el Camino de la Budeidad. Sin embargo, aquí está usted, que nació como mujer en este mundo perverso del Último Día y, a fuerza de perseverar, propaga el Sutra del loto pese a ser agraviada, golpeada y perseguida por los brutales habitantes de esta isla, que no tienen conciencia de estas cosas. Con toda seguridad, el Buda, desde el Pico del Águila, advierte que usted es superior a la monja [Mahaprajapati], así como las nubes están por encima del fango. El nombre de esa monja, La que Así Llega Contemplada con Agrado por Todos los Seres, no es una cuestión anecdótica; pues ahora es el nombre de la monja laica Myoho. Se cree que cuando alguien llega a ser rey es porque, en el pasado y el presente, ha observado los diez buenos preceptos. Aunque los nombres de los reyes cambien, existe un solo trono de león. Del mismo modo, este nombre suyo jamás cambiará.

Hasta esa monja que había contrariado las palabras del Buda fue honrada con el nombre La Que Así Llega Contemplada con Agrado por Todos los Seres. Usted es una monja laica siempre fiel a las palabras del Buda, que ha perdido su buen nombre sólo en este mundo saha y está dando la vida [por el Sutra del loto]. El Buda no abandonó a la monja, que era su madre adoptiva. Si la abandonara a usted, que no guarda parentesco con él, sería un buda arbitrario. ¿Pero sería posible algo semejante? ¡Cuánto menos si, como afirma el sutra, «los seres vivos que habitan allí [en los tres mundos] son, todos, mis hijos»!3 En tal caso, esa monja fue madrastra del Buda, pero usted es su hija. ¿Es posible que el Buda, que no abandonó a la mujer que lo crió, quiera abandonar a su propia hija? Por favor, entienda cabalmente esta verdad. Ya me he extendido demasiado, así que terminaré aquí.


Nichiren


A la monja laica Myoho


Antecedentes


Esta carta fue escrita en Minobu a una mujer conocida como la monja laica Myoho. Parece ser que, entre las seguidoras del Daishonin, había varias mujeres llamadas Myoho; esta, en particular, fue una viuda oriunda de Okamiya, provincia de Suruga. También recibió la carta La única frase esencial. Su esposo había fallecido en 1278 y, como se desprende del contenido de esta misiva —⁠que se supone fue escrita en 1281⁠—, la señora estaba casi totalmente sola en el mundo. Ya sea porque sus hijas casadas se habían integrado a las familias de sus esposos o por alguna otra razón, al parecer aquellas le brindaban poca ayuda. También vivía alejada de sus otros parientes, quizá debido a su fe en las enseñanzas del Daishonin. Sea como fuere, el caso es que parece haber mantenido una fe pura y firme, pese a la oposición de quienes la rodeaban.

Aquí, Nichiren Daishonin le agradece el obsequio de una túnica de verano, elogia su firme decisión y la compara con el bodhisattva Jamás Despreciar, quien soportó con paciencia numerosos agravios en su afán de mantener la práctica budista.

En la parte más importante de la carta, el Daishonin compara a la destinataria con la tía materna de ShakyamuniMahaprajapati, que fue la primera monja budista. En la India de la época de Shakyamuni, no existía una institución establecida para las mujeres que renunciaban a la vida secular y se dedicaban a p.1152la disciplina religiosa. Así pues, la fundación de una orden de monjas budistas constituyó un paso revolucionario, en el cual Mahaprajapati parece haber desempeñado un papel crucial. El Sutra agama misceláneo la elogia como la monja más destacada de todas las discípulas que escuchaban la voz. Sin embargo, desde el punto de vista de las enseñanzas del Mahayana provisional, las personas que escuchaban la voz no podían llegar a ser budas. El Daishonin sugiere que tal vez Mahaprajapati haya abrazado los hábitos con la esperanza de trascender el sufrimiento propio de las mujeres, en una sociedad que las relegaba a un lugar secundario. ¡Cuán grande habrá sido su angustia, al descubrir que ese camino jamás la conduciría a la Budeidad! No obstante, el Sutra del loto repudia las enseñanzas provisionales y declara que la Budeidad está abierta a todos. Así pues, en el Sutra del loto, Shakyamuni le predice a Mahaprajapati que, en el futuro, sin falta llegará a ser un buda.

Quizá la experiencia de Myoho se haya asemejado a la de Mahaprajapati en ciertos sentidos; ella también había sufrido por ser mujer y, aun después de hacer votos religiosos, debía enfrentar dificultades mayores todavía, en nombre del budismo. Sin embargo, el Daishonin asegura que ella, sin duda, logrará la Budeidad, por haber abrazado la fe en el Sutra del loto. Por lo tanto, también le aplica a Myoho el título de Buda conferido a Mahaprajapati: La Que Así Llega Contemplada con Agrado por Todos los Seres.


Notas


1. Sutra del loto, cap. 11.

2. Ib., cap. 13.

3. Ib., cap. 3.